La pandemia de la Covid-19 declarada por la OMS, ha tenido una evolución de gravedad extrema desde que fuera identificado el nuevo coranovirus por primera vez el 1 de diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan, China.
Los datos reportados por la OMS en esta fecha, 27 de marzo de 2020, a las 21 horas, y en actualización continua, reflejan su infecciosidad, letalidad y amplia extensión en todo el mundo.
Como en el caso de otros brotes epidémicos o pandémicos, se ha alertado a la humanidad para la contención de la enfermedad mediante los esfuerzos nacionales e internacionales con el fin de evitar la muerte de las personas aplicando las medidas de prevención y cura de las poblaciones afectadas, apelando a la movilización de los recursos humanos y materiales propios y los aportados por la solidaridad internacional, mediante una estrategia mundial liderada por la OMS, otras organizaciones y de países solidarios determinados.
Esta situación de la salud mundial alarma hoy al mundo ya que tanto las personas comunes como también algunos máximos líderes de potencias mundiales han sido infectados por el nuevo virus SARS Cov-2, y que para una mayor repercusión de la pandemia, entre las medidas de contención se incluye la aplicación de medidas extremas de protección y seguridad que provocan afectaciones económicas en los países, mucho más desoladoras en los países pobres y, especialmente en aquellos sometidos al bloqueo y las sanciones de carácter económico, financiero y comercial. El caso más antiguo de esta condición de bloqueo genocida y vigente es el ejercido contra Cuba por parte de los gobiernos de los EE.UU. y recrudecido con una insania mayor por el mandamás de turno Donald Trump. Igual receta criminal se aplica con fruición y descoco contra Venezuela.
Mientras Cuba enfrenta la epidemia y lucha por el control de los casos confirmados en su territorio, hasta ahora de naturaleza importada, participa también, guiada por su vocación internacionalista y solidaria, en la lucha que libran otros pueblos contra la epidemia. Ya suman 11 países en los que brigadas compuestas de decenas y centenares de profesionales de la salud que pertenecen al contingente Henry Reeve, ofrecen sus servicios humanitarios y voluntarios exponiendo su salud y sus vidas para ayudar a esos pueblos.
A pesar de esta loable actitud de los profesionales cubanos, admirados y reconocidos por la OMS por su obra solidaria y eficiente, el gobierno de EE.UU. en forma oficial y a través de sus voceros, así como también acompañados por una jauría azuzada por el imperio, guiados por una incurable insania, tratan de desprestigiar la colaboración, hoy en día la más generosa que se practica en el mundo porque proviene de un país pequeño, limitado en recursos materiales, acosado como ninguno otro por la potencia más poderosa, agresiva y criminal de la historia. Cuba, frente a los desafíos demenciales de sus enemigos, enarbola una consigna y un sentimiento verdadero de que la patria es la humanidad, y por eso mismo comparte con el mundo lo poco y lo mucho que posee. Cuba no solo ofrece su ayuda profesional para afrontar la Covid-19, sino que aporta productos avanzados de su industria farmacéutica biotecnológica, como el Interferón Alfa 2 B Humano Recombinante, que ya ha sido solicitado por más de 45 países tras el uso exitoso en la República de China.
Esta situación lastimosamente presente en la pandemia de la Covid-19, coexiste con otras epidemias silentes o escandalosas que sufren muchos pueblos en el mundo, como es el hecho triste y desgarrador de que cada día mueren 8 500 niños de desnutrición y se calcula que aproximadamente 6 millones de niños menores de 15 años mueren cada año por causas en su mayoría prevenibles. Esto supone, queridos lectores, la muerte de un niño cada 5 segundos. Sí, no se asombre, piense en todas las poblaciones vulnerables de sus países, y luego duerma y despierte con la certeza y la pesadilla de que cada 5 segundos muere un niño que no debía morir si primaran el amor y la solidaridad social en este mundo que hoy se aterra ante la actual pandemia.
Pero en fin, retomando el asunto de la pandemia de la Covid-19 es alentador que por parte de la OMS y la ONU se declare la necesidad de asumir la colaboración y la solidaridad internacional como parte de las estrategias nacionales y globales para derrotarla. Y para crear condiciones mejores para el desarrollo de esta estrategia, siete países: China, Rusia, Irán, Siria, la República Popular Democrática de Corea, Cuba y Nicaragua han enviado una carta conjunta al secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, para que este organismo solicite el levantamiento de las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos, que son tan lesivas o más que la pandemia de la Covid-19.
En cuanto a lo que es esperable por parte del gobierno de Trump, representante de una oligarquía egoísta y criminal, se puede afirmar que para vergüenza del pueblo estadounidense, es poco lo que se puede esperar y que, por lo tanto, será como pedir peras al olmo.