“Pasar de estudiante a profesor es un cambio radical”. Max Barbosa Miranda* lo sabe, sin embargo, desde hace cinco años, asume como profesor de la disciplina Periodismo hipermedia en la Facultad de Comunicación (Fcom) de la Universidad de La Habana.
Cuando en 2015 alcanzó la licenciatura en periodismo, junto al título universitario, en una de las paredes de su casa, ya estaba colgado otro certificado de graduación.
Y es que, antes de estudiar en Fcom, Max se graduó como Técnico Medio en Informática con especialización en Realización Digital, por lo que muchas de las herramientas de esa profesión las puso, después, en función del periodismo.
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Es la una y algo más de la tarde. El estudio de radio y televisión está lleno de profesores, técnicos y estudiantes grabando y editando los programas de la parrilla de Nexos, plataforma multimedial universitaria. En la cabina de radio hay también estudiantes y profesores, esta vez, respondiendo a las preguntas que Max les hace, como parte de Al pan, pan, un programa que dirige.
—Se trata también de la preparación como profesor, más allá de la necesaria como periodista, así habla, media hora después de terminar el programa.
Entre los estudiantes, parece uno más. Sin embargo, esa no fue la primera impresión recibida por sus alumnos de periodismo. Con una inmensa lista de tareas endilgadas, apenas en los primeros días del curso, a muchos les parecía la disciplina más compleja de la carrera.
—Creo que Introducción a la Comunicación Hipermedia, asignatura que imparto, constituye el primer acercamiento a la tecnología en la carrera de periodismo, no como un mero entretenimiento, sino como herramienta que permite dialogar con otros usuarios de Internet y como importante mediación en los procesos sociales de la vida.
Ante la realidad sociotecnológica actual, Max considera que los estudiantes culminan las carreras con una formación lograda entre la academia y las prácticas en los medios de comunicación, en cambio, una de las deficiencias está en “la escasa socialización de las tesis y su no aplicación por parte de los medios”.
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Vuelve a ser otro de esos martes que le chorrean cansancio, pero Max no se detiene. Desde que estudiaba periodismo, en las páginas de las revistas Juventud Técnica, Somos Jóvenes y Alma Máter apareció su nombre, al tiempo que colaboraba con la Agencia Cubana de Noticias (ACN, antes AIN).
Habana Radio, la voz del patrimonio cubano, también ha sido un espacio de trabajo cuando, en segundo año de la carrera, le habló a la audiencia como locutor del programa Suave y fresco. Hoy continúa proyectando la voz ante el micrófono de la emisora, en el mismo programa y como reportero-colaborador.
—La combinación entre la actividad docente y el periodismo lleva a una rutina productiva muy útil desde que somos estudiantes. Una vez graduado, puede que no tengas un solo trabajo, más allá de la cuestión económica, sino por alcanzar la satisfacción profesional y personal.
Max cree que aún hay que trabajar para explicarle a los medios el rol de los periodistas, cientistas de la información y comunicadores sociales, tres profesiones de la comunicación integradas en la Fcom.
En el nuevo modelo de prensa pública que se aspira construir “nuestros medios dan los primeros pasos”. Desde la academia “no estamos lejos de lo que se hace en el mundo, nuestra investigación está basada en miras a las del siglo XXI, amén de no poseer los dispositivos para generar realidad virtual o la conexión a Internet suficiente para hacer una experiencia inmersiva”.
Ocho son los proyectos que actualmente, desde la facultad, investigan acerca de las tendencias infocomunicacionales en Cuba. Al preguntarle a Max sobre los aportes del centro a la sociedad habla de uno de ellos: Enredes: Información y Comunicación para la gestión del desarrollo en territorios de La Habana y Cienfuegos.
—Enredes trabaja en cómo llevar las tecnologías a los municipios. Se trata de capacitar a los decisores del gobierno con herramientas que les permitan mantener un diálogo más directo con las comunidades.
La funcionalidad de este tipo de proyectos —explica Max— tiene que ver “con la gestión de los responsables de cada territorio una vez que el sitio sale de la institución”.
El gobierno electrónico es más factible cuando se implican los usuarios, pero “esa gestión sufre un sesgo, si los decisores no toman medidas para aumentar la preparación de las personas, para que el sitio crezca en visibilidad y accesibilidad desde el dominio punto cu, y para generar diálogo con instituciones como Etecsa”.
Max habla esta vez desde su nueva función de subdirector multimedia de la revista de los universitarios cubanos: “En este momento, los que están pensando y generando las lógicas más útiles para los jóvenes universitarios en la revista Alma Máter, son los propios estudiantes de la Facultad, pues si quieres llegar a un público, tienes que rodearte de ese público”.
Para él, la solución no está en hablarle a los jóvenes solo con memes, sino en hacer una comunicación hipermedial que llegue hasta los estados de Whatsapp, las historias de Instagram y genere contenidos sonoros con un lenguaje afable y familiar.
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Max Barbosa Miranda o como se define en su perfil de Instagram: un cubano en mayúsculas y arregla mundo cuando no hay en qué más emplear el tiempo; encuentra en Fcom, su lugar feliz.
—Creo que uno tiene que ser agradecido con esos lugares en los que se forma y devolverles de alguna manera lo que te han dotado. Fcom ha sido mi último lugar de formación, no solo como periodista sino como persona, y eso es una deuda que debo saldar.
Escucha la entrevista completa en el siguiente podcast
*Profesor adjunto del Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Ha sido conferencista en instituciones nacionales como Etecsa, Joven Club, el Centro a+ Espacios Adolescentes. Ha colaborado con instituciones y organismos internacionales, como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Humanity & Inclussion, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Embajada de Francia en Cuba y Oxfam.