COLUMNISTAS

El humor en tiempo de género

La visión sexista, los chistes reforzando las funciones tradicionales, las burlas a los cuerpos femeninos que no reproducen los estándares de belleza construidos fueron algunos de los aspectos confirmados  en el taller sobre el tema que propició el Instituto Internacional de Periodismo José Martí como contribución al enfrentamiento a un fenómeno que se mantiene a pesar de que las cubanas son mayoría en la fuerza técnica profesional del país, de las leyes  que establecen  la igualdad de posibilidades y la remuneración igualitaria según la labor que se realice y no por el género al que se pertenezca como ocurre en tantos países del mundo, incluso los llamados desarrollados.

Que los prejuicios no se eliminan por decreto es algo que se sabe y comprueba al ver el panorama en la segunda década del siglo XXI: aumentan los asesinatos de mujeres en el orbe, la trata de personas se ceba en niñas y mujeres para emplearlas en la prostitución y se mantiene entre los reclamos femeninos el salario similar al de los hombres en una época en que se ha alcanzado una delirante  dinámica tecnológica, la inteligencia artificial parece una realidad próxima y sin embargo se renuevan los más primitivos instintos, una especie de barbarie de última generación.

En Cuba también tenemos retrocesos fruto de las problemáticas propias y de las corrientes que llegan de otros lares. Y lamentablemente, el humor no se ha caracterizado, a pesar de su legítimo espíritu crítico, de enfocar sus dardos risueños hacia el machismo, la persistencia “cromañónica” de la violencia contra la mujer, el desdén  hacia los logros femeninos como ser social y la causa del asunto la aclaró Kike Quiñones, quien encabeza el Centro Promotor del Humor, en la conferencia ofrecida.

Los humoristas reflejan en su obras, como cualquier creador, sus propias limitaciones humanas, sus concepciones de la vida, la sociedad, sus convicciones y creencias, sus propios prejuicios, no están por encima de condicionamientos y tendencias y en temas como los relativos al género, las discriminaciones, de cualquier tipo, hay que tener una comprensión del daño real que ocasionan para que las obras que se realizan sirvan de agentes transformadores y no reafirmen las viejas bases de la opresión entre los seres humanos.

Por supuesto no es un asunto privativo de los humoristas. Muchos productos de pretensiones artísticas, audiovisuales, canciones, películas, telenovelas y series refuerzan inconscientemente la gama de prejuicios que sobreviven con fuerte persistencia, pero también algunas producciones en el afán de ganar las simpatías de los públicos recurren al facilismo de reproducir las peores expresiones, las frases más festinadas  y banales, las valoraciones más simplistas y no se esfuerzan en la elaboración imprescindible que requiere cualquier obra para que sea considerada creación.

Por eso no es suficiente tener talento, es necesaria la amplitud de conocimientos, el mayor número de referentes, en suma, una cultura amplia que contribuya a los mejores discernimientos y estimule la imaginación, contar con los instrumentos artísticos estéticos para no confundir las manifestaciones de la marginalidad con lo popular.

Un ejemplo del uso creativo de lo popular es la manera de hacer humor de Virulo, que con su ingenio apela a la inteligencia de su interlocutor, el receptor, el público. Su más reciente presentación en Santa Clara demuestra que sigue logrando una notable comunicación también con las generaciones más jóvenes a pesar de las diferencia de esta época y las perversas influencias del facilismo y la banalidad. Y por cierto, sus decires, más bien, sus cantares siempre ponen acento en la crítica de los asuntos de la sociedad.

El humor en tiempo de género o El género en tiempo de humor, encuentro propiciado por el Instituto Internacional de Periodismo José Martí hizo reflexionar sobre la necesidad de que esa expresión tan ponderada por todos porque ayuda, con la risa o la sonrisa, a aligerar cargas, asuma con su aguda mirada crítica temas tan importantes para la sociedad como la lucha contra los prejuicios que sustentan muchas veces la violencia contra la mujer.

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Soledad Cruz Guerra
Periodista, ensayista y escritora cubana. Trabajó en Juventud Rebelde como una de sus más sobresalientes articulistas. Fue la representante Cuba en la UNESCO.

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