Los cubanos todos sabemos que el 12 de enero de 1869, Bayamo, la primera capital de la revolución iniciada el 10 de Octubre de 1868 por Carlos Manuel de Céspedes, por decisión soberana de sus pobladores, ardió con el fuego purificador de la libertad y se convirtió para siempre en la ciudad antorcha. Los bayameses prefirieron entregar a las llamas sus hogares y pertenencias antes que rendirse a las huestes españolas, y se lanzaron a una vida de privaciones, hambre y enfermedades en la manigua insurrecta, de feroz persecución por parte de los hispanos.
En la Plaza de la Patria, hermoso conjunto monumentario, creado por José de Lázaro Bencomo, Delarra, una simbólica espiral de fuego se alza en su punto central como recuerdo de esta página de abnegación y desprendimiento sublimes.
Sin embargo, no todos recuerdan que el ejemplo de Bayamo se multiplicó y que otros poblados cubanos fueron arrasados por el fuego.
Tan temprano como el 13 de octubre de 1868, tres días después de iniciada la guerra, al mando de Vicente García González, alrededor de doscientos mambises, asaltaron e incendiaron la ciudad de Las Tunas, en lo que sería el inicio de la lucha por la independencia patria en esta región. Más adelante, el 23 de septiembre de 1876, luego de ocho horas de combate se logró la rendición de los militares peninsulares y los insurrectos permanecieron tres días dentro del recinto fortificado, pero al no poder sostenerse por más tiempo, Vicente García prendió fuego a la ciudad. Fue entonces cuando pronunció su célebre frase: “Prefiero verte quemada antes que esclava”. Una vez más, durante la Guerra de Independencia, entre el 28 y el 30 de agosto de 1897, el mayor general Calixto García Íñiguez y sus fuerzas tomaron e incendiaron la heroica ciudad.
Los hechos se recuerdan en la Plaza de la Revolución Mayor General Vicente García, donde en uno de los paneles aparecen llamas y las tres fechas, y en el muro, la frase del general tunero, símbolo de la intransigencia del mambisado cubano.
Otro poblado entregado por la mano de sus habitantes a las llamas fue Guáimaro, donde entre el 10 y el 12 de abril se había celebrado la Asamblea Constituyente que nos convirtió en una república: la República de Cuba en Armas.
Un mes después de la histórica fecha, se supo que una poderosa columna española, al mando de Blas Villate de la Hera, conde de Valmaseda, jefe de operaciones en Camagüey y Oriente, se acercaba a Guáimaro. Ante la imposibilidad de hacerle frente con los escasos recursos de que se disponía, Manuel de Quesada, general en jefe del Ejército Libertador, ordenó al gobernador civil o comandante de armas de Guáimaro, José Manuel de la Torre: “Inmediatamente y bajo su estricta responsabilidad pondrá usted fuego al pueblo que se halla bajo su gobierno, de manera que no quede piedra sobre piedra”.1
Nuestro Martí, con bellas palabras rememoró el hecho y describió más que la ciudad en llamas, la vocación de sacrificio de sus pobladores: “Un mes después, se ordenó, con veinticuatro horas de plazo para la devastación, salvar del enemigo, por el fuego, al pueblo sagrado, y darle ruinas donde esperaba fortalezas. Ni las madres lloraron, ni los hombres vacilaron, ni el flojo corazón se puso a ver cómo caían aquellos cedros v caobas. Con sus manos prendieron la corona de hogueras a la santa ciudad, y cuando cerró la noche, se reflejaba en el cielo el sacrificio. Ardía, rugía, silbaba el fuego grande y puro; en la Casa de la Constitución ardía más alto y bello […]”.2
La Casa de la Constitución, ubicada en la calle Constitución no. 85, entre Libertad y Máximo Gómez, fue levantada de las cenizas; durante los primeros años del siglo xx, funcionó en ese local la escuela Salvador Cisneros Betancourt; en la actualidad está allí ubicado el museo municipal. La casa y el monumento que se halla junto a ella ostentan la condición de Monumento Nacional desde el 25 de diciembre de 1879.
Estas ciudades antorchas constituyen una pequeña muestra de lo que en el pasado sacrificaron los cubanos por la libertad. Toda Cuba podría convertirse en una gigantesca antorcha antes de transigir en nuestra vocación de soberanía.
Notas
1 Cit. por Dilia Acosta Cruz: “Historia humana que jamás se olvida por su valor y coraje”, 10 de mayo del 2017, en http://www.radioguaimaro.icrt.cu/index.php?option=com_content&view=article&id=25914:historia-humana-que-jamas-se-olvida-por-su-valor-y-coraje&catid=105:opinion&lang=es&Itemid=173
2 José Martí: “El 10 de abril”, en Obras completas, t. 4, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2007, p. 389.