La medicina evolutiva o medicina darwiniana es la aplicación de la teoría moderna de la evolución a la salud humana. El objetivo de esta nueva disciplina es entender no solo cómo es que se enferman las personas, sino el por qué de ello.
Las investigaciones y prácticas médicas se centran en los mecanismos moleculares y fisiológicos que se relacionan con las enfermedades, y en todo tipo de trastornos en relación con la salud humana, mientras que la medicina evolutiva se enfoca en los problemas relativos al por qué la evolución ha conformado estos mecanismos y las vías que abren el camino a los trastornos de nuestra salud física y mental.
Esta nueva ciencia ha impulsado importantes avances para el mejor entendimiento del cáncer y las enfermedades auto inmunes, así como del por qué de la anatomía que tenemos. Se define como el estudio de las consecuencias de la selección natural sobre las adaptaciones humanas morfológicas, fisiológicas y conductuales, las consecuencias de su peculiar evolución, la interacción de algunas de estas adaptaciones relativa a la resistencia con los patógenos que nos atacan continuamente y, lo más importante, las consecuencias de todo lo planteado anteriormente para la salud humana, en función de comprender qué es una persona no sana y cómo curarla.
Si bien la selección natural conduce a una adaptación determinada (mejor adecuación al ambiente, reflejada en una mayor supervivencia y reproducción en comparación con otras adaptaciones), realmente ello resulta en un compromiso entre efectos positivos y negativos, con predominios de los primeros; pero los segundos, dadas determinadas condiciones ambientales, facilitan la aparición de todo tipo de trastornos que afectan la salud.
Un ejemplo de lo expuesto se da para el bipedalismo (andar permanentemente solo con las dos extremidades posteriores), adaptación exclusiva de los humanos (existe también en aves y reptiles, pero es anatómica y fisiológicamente distinto), derivado del andar en cuatro patas de nuestros antepasados primates, pero que bajo determinadas condiciones ambientales (vivir en espacios abiertos y no en bosques), resultó en una mejor supervivencia y reproducción por selección natural para las primeras especies de primates que lo practicaron.
Si el bipedalismo reportó numerosas ventajas para nuestra especie, hoy día representa también serios trastornos para la salud humana en una buena parte de las poblaciones, como trastornos de la columna vertebral, partos difíciles e hipertensión, entre otros, dadas determinadas condiciones ambientales.
Las premisas fundamentales de la medicina evolutiva son:
Nuestro cuerpo es el producto de múltiples y complejos procesos evolutivos, plenos de caracteres aparentemente contradictorios, que adquieren sentido con el enfoque de la medicina evolutiva.
Las enfermedades no se producen por selección natural, sino que se van acumulando múltiples vulnerabilidades que conducen, permiten o facilitan la ocurrencia de enfermedades.
El genoma humano y su producto en interacción con el ambiente, el fenotipo, fueron seleccionados bajo las condiciones del ambiente primitivo de Homo sapiens, muy diferente al actual súper tecnificado, que solo representa el cinco por ciento de lo que hemos vivido como especie humana. A este todavía no estamos perfectamente adaptados.
La evolución socio-cultural, en paralelo con la biológica, aunque lleva menos tiempo actuando de manera marcada , produce adaptaciones (a través de agentes selectivos socioculturales y tecnológicos) que no siempre se adecuan al funcionamiento de los genes heredados de los humanos primitivos, lo cual produce desajustes que traen como consecuencia el desarrollo de diversas enfermedades y padecimientos en general; por ejemplo, envejecimiento, cáncer y otras enfermedades contraídas con la civilización.
Un ejemplo concreto son las causas de la obesidad en los países desarrollados (genes, dieta excesiva e inadecuada, falta de actividad física, entre otros). Pero ¿por qué nuestro cuerpo responde de este modo ante esos agentes? Pues porque evolucionó durante miles de años bajo condiciones ambientales diferentes a las que hoy propician la obesidad en esos países.
En aquellos tiempos se favorecieron por selección natural individuos con genes reguladores del apetito, adecuados para sobrevivir a las frecuentes hambrunas. Aquellos con mejor apetito y capacidad de acumular grasas en periodos de buena alimentación sobrevivían mejor y en su descendencia dejaban más réplica de estos genes.
Los humanos de hoy día, descendemos de esos antepasados; es decir, heredamos sus genes para alimentación escasa, pero en los países en desarrollo, esta es abundante, sobre todo en término de mayor contenido de grasa, azúcares y sal, sustancias que los primitivos buscaban por su escasez, las cuales hoy, consumidas en exceso, inevitablemente conducen a la obesidad. Además del escaso ejercicio físico, todo lo contrario de lo que ocurría entre nuestros antepasados cazadores-recolectores, que realizaban frecuentes y largas caminatas para obtener el alimento.
La biología evolutiva incorporada a las ciencias médicas, nos ayudará a entender, por ejemplo, ¿por qué el cuerpo humano es tan vulnerable a las enfermedades? ¿Por qué las mujeres tienen un canal de parto tan estrecho? ¿Por qué tenemos un apéndice? ¿Por qué nuestras arterias están predispuestas al bloqueo por aterosclerosis? ¿Por qué las células se dividen sin control, ocasionando el cáncer?
(Vicente Berovides Álvarez es Profesor Emérito de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana).