En un garaje que siempre fue biblioteca y archivo, Evelio Tellería Toca guarda su más preciado tesoro de letras, papeles y recuerdos. Ahí yacen las memorias del movimiento obrero cubano dialogando con documentos, hechos y acontecimientos que por años, días, horas y hasta minutos ha recogido el maestro, periodista e investigador a lo largo de tantos años.
A la altura de sus 87 años, con su poco de vista, una memoria infinita y el deseo de seguir dando y enseñando, la casa de Tellería es escuela y centro de información adonde llegan cotidianamente estudiantes, profesores y colegas para seguir sus huellas en esos caminos de la historia nuestra. Feliz por el Premio José Martí a la obra de toda una vida con el que ha sido distinguido junto a un grupo de periodistas.
¿Evelio Tellería se le escapó al… periodismo? “Eso fue por la vista – dice con humor – sino hubiera seguido”. Por cierto, pregunta a María – su compañera – : “¿Dónde está la lupa? Esa es mi mano derecha. También es por la edad, ya no soy el de antes”. Pero ante del periodismo fue el magisterio, dos terrenos que tienen una feliz correspondencia y complementación, con los que ha “cabalgado” juntos durante muchos años.
Hacia 1934 se graduó en la Escuela Normal para Maestros de La Habana y en 1943 alcanzaba el título de Doctor en Pedagogía en la Universidad de La Habana. Cuatro años después aprobaba las últimas asignaturas en la Escuela Profesional de Periodismo Manuel Márquez Sterling. “Hay mucho en común. El maestro cuando quiere trabajar y rendir tiene que prepararse, buscar datos para trasmitirlo a una pequeña masa: el alumnado. El periodista tiene cierta afinidad porque es también un buscador de datos, ideas y conocimientos, que luego difunde entre un público más amplio. Pero ambos son trabajadores ideológicos y artífices de síntesis que después entregan en lenguaje sencillo, claro y ameno todo lo que han recogido”.
En su largo bregar por el periodismo dejó marcas en Unión Radio, Diario Nacional, La Calle, Revolución y Granma – desde su fundación en 1965 – y como colaborador en disímiles publicaciones. Tiene varios libros publicados: Los Congresos Obreros en Cuba, Diccionario periodístico y Carlos Baliño López, y otros inéditos.
Entre tantas anécdotas aparecidas en la conversación, algunas de ellas salpicadas de humor, Tellería comentó que desde la primera le gustaba escribir composiciones, y sobre todo leer la prensa en su afán por aprender, y que por eso “quería ser barbero, porque en su pueblo natal (Cabañas, Pinar del Río) el barbero recibía muchos periódicos y revistas, y hablaba con mucha gente”.
-Como ha vivido tanto, ¿qué diferencias hay entre el periodismo de ayer y el de hoy?
-En los textos tradicionales se decía que el periodismo tenía tres funciones: informar, comentar y anunciar (la parte publicitaria o comercial, como negocio). Pero nosotros, luego del Primer Congreso del Partido en que se aprobó una tesis con su consecuente resolución sobre los medios de difusión masiva: prensa escrita, radio, televisión y cine, no solo habla de que el periodismo tiene como tarea fundamental informar y comentar, dar noticias y opiniones, sino también la de movilizar a las masas y sobre todo, EDUCAR en primer lugar, a las capas populares”.
De las cuales usted ha estado siempre muy cerca, porque ha hecho un periodismo codo a codo con el obrero, su mundo, su vida. Ha sido testigo de muchas historias…
-¿Momentos tristes y alegres en la profesión?
-No es fácil seleccionar esos momentos ante dos situaciones que encierran sentimientos opuestos. Pero a grandes rasgos recuerdo instantes amargos como los que en mi función como reportero he encontrado una noticia sensacional, de mucho interés para el pueblo, y el diario, fiel a los intereses de la clase explotadora a la cual servía, me engavetaba. Eso paso cuando redacté una información que denunciaba un negocio sucio en la compra de unos terrenos hecha por la Caja del Retiro Azucarero, a espaldas de los trabajadores, con jugosos márgenes ilícitos para gobernantes y altos funcionarios de esa Caja.
La dirección del periódico donde laboraba, silenció la noticia por diversas razones”.
Su rostro se ilumina y refiere: “Pero he sentido gran orgullo como periodista cada vez que he contribuido en alguna forma a fortalecer la unidad sindical, a que los trabajadores convirtieran sus demandas en conquistas sociales, a fortalecer la ideología revolucionaria del proletariado, a desenmascarar a los enemigos de éste”.
El Premio José Martí ha convocado muchos recuerdos en estos días en Tellería, ha sido momento de repasar historias. ¿El periodismo? “Es una vía, un canal por el que se le puede decir al pueblo la verdad, verdadera – valga la redundancia. Y el Premio es una recompensa de mi pueblo para el que siempre he trabajado”.
Mientras, este maestro-periodista o periodista-maestro, sigue escribiendo, investigando, soñando en llegar al 2000, una meta muy lejana que “está ahora a la vuelta de la esquina… Pero si llego o no, ahí está esa obra que dejo en blanco y negro, en libros, periódicos, folletos, que no son mis memorias sino las de todos nosotros”.
(Tomado del periódico Granma, 12 de marzo de 1999)