…mis libros de cabecera y mis compañeros de viaje a donde quiera que voy son libros de la editorial Pablo de la Torriente. Los he adquirido todos y son mis compañeros inseparables, mis profesores silenciosos, mis consejeros, mis fuentes de consulta. Toda mi formación teórica se las debo a ellos. Muchas gracias por existir y que se multipliquen sus éxitos.
Ernesto Vera González / 10 de diciembre de 1995
Esta es la historia de una editorial
Por la ventana semiabierta penetraba el resplandor de media mañana y tocada por esa luz, que de mirarla demasiado tiempo dilataba las pupilas, aparecía una oficina y cuatro mesas. La primera era grande y tenía algunos libros, las tres restantes eran pequeñas y tenían más libros. El estante, justo en la parte izquierda de la entrada al local, también estaba cargado de libros.
Lo que más abundaba en aquel lugar, de seguro, eran libros. Y en la oficina de Esther no podían faltar. Conversaba y al citar algunos de los títulos extendía la mano, y lo mostraba con agilidad entrenada.
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Calle 11 y las otras dos que colindan son K y L. Marcada con número 160, el lugar en el que se sitúa la Casa Editorial Pablo de la Torriente, parece una casa. La oficina de Esther está dentro de aquella “casa”.
Esther es Esther del Loreto Pozo Campos, la directora, ya por cerca de los 10 años, de esa casa editorial.
La necesidad de los periodistas cubanos, cierta vez, se tradujo en tener una casa editora para la publicación de sus libros y así es como surge esta iniciativa el 12 de diciembre de 1985, desde la presidencia de Ernesto Vera, en la Unión de periodistas de Cuba.
—El nombre -Pablo de la Torriente- no podía ser de otra manera, por el escritor, periodista e internacionalista que fue, y así dijo.
Dos propósitos fundaron la casa -dirá después- publicar las obras de periodistas y fomentar el periodismo gráfico.
Desde el surgimiento de la editorial fue un hecho la publicación de colecciones de libros conformados por compilaciones de textos alrededor de temas en específico. Pero los años 90 detuvieron la producción.
—En el 2003 se publica la primera edición de El periodismo como misión, cuyo compilador fue Pedro Pablo Rodríguez, y en el 2013, con la segunda edición del volumen es que se retoma la idea de las colecciones.
Pablo, pasión de contar es otra colección, que junto con El periodismo como misión, es la segunda publicada. En proyectos se encuentra una sobre Juan Gualberto Gómez.
Para los años 2006, 2007 y 2008 quedaron otras, “estas colecciones eran con un perfil académico y fueron parte de un trabajo conjunto con la Facultad de Comunicación”.
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—La poligrafía no nos está acompañando, dice Esther.
Y es cierto.
El plan de publicaciones de este año está formado por unos pocos libros listos y otros cuantos en imprenta, todavía sin terminar.
—Entre los que esperan en imprenta está Medallas al corazón, de Joel García León; Cuentos y cartas al rey, de Ángela Oramas y El Oficio de periodista, de Julio Ferrer.
La visualidad siempre ha estado vinculada al periodismo -agrega Esther, incluso, desde la fundación del Papel Periódico de La Habana.
Y para estimular esa visualidad, en la casa editora se preparan historietas y libros de humor gráfico.
A pesar de las dificultades con la impresión de libros han creado estrategias para continuar con las publicaciones.
—Hemos hecho programas de extensión cultural comunitaria, esa vía nos permite presentar los volúmenes que van saliendo.
Así diseñaron Habana 500 en el que se incluyen dos libros: Crónicas de andar por casa, de Luis Sexto y Amor y mafia en La Habana, de Germán Bode Hernández y El caballero de París, la leyenda que camina, un catálogo que reúne obras de 39 caricaturistas.
La historia en historietas, es otro de los programas, en el que se insertan, dos obras que aún permanecen en imprenta: Al encuentro de El Mayor y Pablo, letra y acción. Este último es un cuaderno homenaje de la editorial que hace 35 años lleva su nombre.
—Más del 90 o 95 por ciento de lo que produce la editorial depende de la Feria Internacional del Libro, por eso nosotros apostamos por el plan de la feria, centralmente financiado por el Estado y que nos da la oportunidad de incorporar al plan libros con valor cultural y valor histórico.
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—¿Tú twiteas?, pregunta Esther
—…
—Pues aquí hay dos libros que pueden resultar muy útiles para los periodistas.
Así estuvieron sobre la mesa: Manual para el ejercicio del periodismo en Twitter y Periodismo digital en Twitter, ambos de Enrique Moreno Gimeranez.
Esos, junto con dos libros más, uno de Ana Teresa Badía y otro de Maribel Puerto han sido resultado del trabajo conjunto con el Instituto Internacional de Periodismo José Martí.
—Algunos cursos del Instituto están financiados por organismos internacionales que tienen presupuesto destinado para la publicación de libros, explica Esther.
Con el Instituto, la casa editora ha comenzado un proyecto para la conformación de una biblioteca digital. Este mes ya iniciaron su realización con un título de Sabdiel Batista, Periodismo móvil.
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Esther es graduada de filología y especialista en literatura cubana. Trabajó en el área comercial del Instituto del Libro y hasta 1996 fue la subdirectora comercial de la distribuidora nacional del libro. Después vino para la editorial, en el 2008, como subdirectora, y como directora oficialmente en enero de 2009, ocupando el lugar de Irma Armas, a quien no deja de reconocer.
La casa editorial Pablo de la Torriente Brau cumple 34 años de fundada.
—Y aunque las tropas estén diezmadas (un editor fijo y una contratada, una económica, una persona que atiende la parte comercial, un subdirector y una secretaria) y la casa en construcción, seguimos trabajando como el primer día.