Con amor y júbilo y numerosas obras restauradas La Habana celebra su 500 aniversario este sábado 16 de noviembre, especialmente las que se inscriben como grandes valores en el patrimonio, la historia y la cultura. Una de ellas es el Museo del Ferrocarril, reabierto este martes en la antigua estación de Cristina.
El Museo atesora la historia desde la llegada del ferrocarril a Cuba, el 19 de noviembre de 1837, con el propósito fundamental de conducir al puerto de Carenas la producción de azúcar destinada a la exportación y también posibilitar el traslado de pasajeros. Fue así como Cuba tuvo el ferrocarril primero que España.
El primer camino de hierro fue tendido entre La Habana y Bejucal; un año después llegó a Güines, otra rica zona azucarera. La iniciativa había surgido en l830 en un grupo de hacendados habaneros.
No obstante, el mayor impulso fue dado por el cubano Claudio Martínez de Pinillos, conde de Villanueva, quien se hallaba al frente de la Superintendencia General de Hacienda de la Isla y la Intendencia de La Habana. No sólo obtuvo de España la autorización para acometer el proyecto ferroviario, sino que edificó la importante terminal de Villanueva.
No fue coser y cantar la construcción del camino de hierro, en el que trabajó un contingente de hombres muy pobres en condiciones infrahumanas; entre ellos, 297 canarios. El pago a estos isleños consistió en 9 pesos al mes (salario que sufría descuentos por gastos de pasaporte, pasaje y atención de salud). Mal alimentados aquellos hombres fueron obligados a trabajar más de 16 horas diarias.
Pronto comenzaron las rebeldías. Trece canarios fueron encarcelados. Al cabo de seis meses de iniciada la dura faena, agotados y desnutridos, 35 quedaron incapacitados. Se cuenta que fueron tratados como bestias, les encargaron rellenar ciénagas y colocar líneas ferroviarias por lomas y llanos. También construyeron puentes sobre ríos entre los tramos Habana Bejucal y Güines.
En menos de un año, sólo quedaron siete isleños. Alrededor de 84 jóvenes se fugaron y 156 murieron por enfermedades y hambre. Entre los fallecidos se halló el niño de 13 años Francisco Rufino. Cuentan que muchas veces la madre había solicitado su regreso a Canarias. Ella conocía que el muchacho estaba muy débil y que en seis meses no le habían pagado ni un centavo.
Del contingente inicial canario, habían causado baja pequeños grupos, por haber cumplido las contratas o traslados hacia otras difíciles obras públicas. Al conteo se añaden los 144 que perdieron la vida durante el viaje de Canarias a La Habana. Según cálculos, 300 murieron a consecuencia de la cimentación de dicho camino de hierro.
Otros interesantes museos, que como el del ferrocarril atesoran historia y cultura, quedarán inaugurados poco antes del 16 de noviembre. Entre estos, el Museo de Bomberos (restaurado y con un nuevo concepto de museografía), el Museo del Automóvil (con una exposición de autos y motos antiguos), y el Museo de Arte Sacro y salas transitorias, ubicado en el restaurado Convento de San Francisco de Asís, uno de los edificios antiguos más significativos de la Ciudad Maravilla con sala de conciertos.
Siguiendo la tradición, en la mencionada fecha festiva por los cinco siglos de La Habana, centenares de cubanos, en particular habaneros, acudirán al sitio donde está enclavado el Templete para darle tres vueltas a la nueva ceiba y pedir igual número de deseos. Precisamente, debajo de la ceiba que allí se alzaba en 1519, se realizó el acto fundacional de la entonces villa, luego declarada capital, con las celebraciones de la primera misa y cabildo.