Por Josefa Bracero
Su debut como profesional fue en la COCO, el Periódico del Aire, de Guido García Inclán, en abril de 1948, cuando escribió el programa humorístico Cuba en llamas… Y en la prensa escrita su nombre se hace familiar a través de Zig Zag, Siempre, Carteles, Bohemia, y más tarde Juventud Rebelde.
Ya en 1949 era autor exclusivo de la firma Crusellas y del Circuito CMQ.. En un survey de la Asociación de Anunciantes de Cuba, los tres primeros programas de la radio nacional son: Chicharito y Sopeira, Leonardo Moncada y Cascabeles Candado, con la firma de Enrique Núñez Rodríguez.
— ¿Cómo empieza todo?
—Fatalmente, Antonio Castells, un laureado escritor de la CMQ se enfermó y me propuso para sustituirlo como guionista de Chicharito y Sopeira. Empecé a hacerlo eventualmente, pero Castells se agravó y murió. Fue el primer programa en grande que escribí, porque ya CMQ y su patrocinador, Crusellas y Compañía, era otra cosa.
—Empecé con Chicharito y Sopeira y después comencé a escribir Cascabeles Candado. En un famoso survey de la Asociación de Anunciantes de Cuba, los tres primeros programas de la radio nacional fueron: Chicharito y Sopeira, Moncada y Cascabeles Candado. Me hicieron la proposición de hacerme escritor exclusivo de Crusellas y Compañía. Es decir, vivía para escribir, mañana tarde y noche, con la particularidad de que Chicharito y Sopeira tenía que esperar a que se acabara la pelota, a veces muy tarde en la noche, para tener el libreto a las 8:00 de la mañana en CMQ. Lo recibía Celestino García Suárez para entregárselo a Chicharito y Sopeira a las 12:00 del día, y salir al aire a la 1:00 de la tarde, en vivo.
—En este período, no dejé de hacer periodismo impreso en Zig Zag, Bohemia y Carteles, porque el contrato que tenía con Crusellas y la CMQ sólo se refería a la exclusividad radial.
—Muchas personas comienzan a conocerlo por una serie de aventuras que transmitía la CMQ a las siete de la noche…
—Leonardo Moncada fue creada por Leovigildo Díaz de la Nuez, escritor radial que tuvo diferencias con la Empresa y renunció. Entonces me llamaron de Crusellas para escribir Leonardo Moncada. Fui a ver a Díaz de la Nuez para consultarle y me dijo: “Mira Enrique, a mi no me interesa, tú eres un muchacho joven y Crusellas es una buena firma, escríbelo tú.
—Se lo agradezco eternamente porque me cedió la oportunidad de escribir un programa que tuvo una repercusión tremenda en la población cubana; al extremo de que todavía por ahí me hablan de Leonardo Moncada, el Titán de la Llanura. Después nacieron algunos personajes secundarios que se convirtieron en protagónicos como Bejuco Ramírez, interpretado por Antonio Hernández, que fue creación mía. Con él añadí al programa el elemento humorístico. Antes, Ñico había hecho el personaje de Tata Fundora. Tuve que matarlo porque me di cuenta que a pesar de ser malo había gustado mucho, y esperar seis meses y revivirlo con el nombre de Bejuco Ramírez y otras características.
—El personaje de Leonardo Moncada se identificó con el pueblo porque representa al héroe que denuncia los vicios de la República y lucha por la justicia…
—Sí, he releído algunos seriales de Moncada y me pregunto ¿Cómo Crusellas aprobaba esto? Como anécdota, la única idea que me vetaron fue la de hacer un serial en un batey de ingenio donde pretendía marcar las diferencias entre los norteamericanos, administradores del ingenio, las familias burguesas, alrededor de la oficina del ingenio y los del barracón, que eran los obreros. El argumento, valiosísimo para ellos, fue que ese tipo de conflicto no les iba a interesar a las lavanderas que usaban jabón Candado, que era el que patrocinaba el espacio.
— ¿Cómo lograban los efectos especiales de este serial?
—El caballo “Ligero” de Moncada, lo hacía Carlos Planos, que a su vez hacía el de perro Campeón, el perro de Pedrito Iznaga que interpretaba Ramón Veloz. Campeón era el único perro que hablaba ladrando. Era capaz de darle sentimiento a los ladridos de un perro. En las acotaciones señalaba: “Campeón llora”, “Campeón se ríe”, y él lo hacía ladrando.
—Carlos Planos era un imitador de sonidos y de animales y era el efectista también. Los cascos de los caballos se hacían con cocos secos, a veces sobre piedras, otras sobre fango o arena, dependía del terreno que se describía en el libreto y, desde luego, cuando se tiraban en un río hacían los sonidos de nadar con un cubo de agua.
—Ernesto Galindo fue el primer Leonardo Moncada. Recuerdo que una vez lo fui a recibir a la Terminal, venía vestido de Moncada con revólver y sombrero. Inmediatamente después de mi entrada al programa, Galindo lo abandonó y entró Eduardo Egea, que era un magnífico actor con una tremenda voz. Cuando Egea muere, este personaje fue interpretado por Oscar Duardo.
—Lo maravilloso de la radio es lo que pone la imaginación. Galindo pudo haber sido Leonardo Moncada en la vida real. Era un hombre alto, fornido; Egea era más bajito que Galindo y no tenía ese físico de héroe de aventura, más bien pudiera haber sido un héroe de comedia radial, pero Duardo creo que medía menos que yo, que mido 5 pies 4 pulgadas, y era el Titán de la Llanura, y era un héroe tremendo porque tenía una voz poderosa.
—Siempre en Leonardo Moncada me cuidé de no describir físicamente a los personajes, para que cada cual se los imaginara como quisiera. Nadie supo por mí, si Leonardo Moncada era rubio o trigueño, bajito o alto.
—Después de casi cuarenta años de haberse trasmitido el último capítulo de Moncada, he tenido la gran satisfacción de disfrutar por Radio Rebelde La pantera de Monte Escondido. El serial lo grabó Radioarte y contó con Ñico Hernández en el papel de un Bejuco Ramírez con mayores matices. Como Moncada, considero que Juan Julio Alfonso realizó un trabajo, muy digno, así como el resto del elenco.
Comienza como escritor en la radioemisora más importante de Cuba, el Circuito CMQ, el 27 de noviembre de 1948. Es un programa especial en homenaje a la Gran Dama de la Radio de Cuba, María Valero, quién fallece a consecuencia de un lamentable accidente del tránsito.
—Me dieron la gran responsabilidad de crear el guión del programa especial con el cual se rinde homenaje a la primera y querida actriz María Valero.
—Fue el 27 de noviembre de 1948. La noche antes, María Valero, una actriz formidable, de las grandes novelas de Félix B. Caignet y de los otros autores de CMQ, fue a atravesar la Avenida del Puerto y un automóvil la mató. María Valero había venido de España. Fue miembro de las Brigadas Rojas y tenía una historia bonita y poseía una gran voz. Iba a estrenar mi primer libreto el día 2 de diciembre, pero fui el 27 de noviembre a Crusellas por la mañana. Todo el mundo estaba muy alterado por la muerte de María Valero y decidieron suspender la programación de la noche. Como estaba allí y era escritor, me pidieron que redactara las palabras que los actores de Crusellas iban a decir por control remoto desde la funeraria. Apenas conocía a María Valero. Me senté a la máquina y escribí los textos, y lo curioso es que lo hice, no sin pena por la muerte de la destacada actriz, pero tampoco la conocía de muy cerca. Por la noche cuando se transmitió el programa especial-homenaje, oyendo a los actores, se me salieron las lágrimas, porque decían con una fuerza tremenda lo que yo había escrito como tarea.
—Recuerdo a Enrique Santisteban, Minin Bujones, Marina Rodríguez, Asunción del peso, Antonio Hernández, Eduardo Egea y Ernesto Galindo, entre otros. Todas las grandes figuras de la Radio pasaron por la funeraria Caballero, que estaba en la Calle 23 y M.
Enrique Núñez Rodríguez comienza en 1950 a trabajar también en la televisión, que es como la radio, en cierto modo, heredera directa del teatro. Cascabeles Candado pasa a la televisión, igual sucede con Chicharito y Sopeira, que lo hace con el nombre de Garrido y Piñero. El primer programa de televisión lo hace con Luis Echegoyen y su personaje de Mamacusa Alambrito.
La actriz Marta del Río, recuerda: “Estuve 14 años haciendo la Finita de Casos y Cosas de Casa con libretos de Enrique. Después ya en los 80 protagonicé con su sello inconfundible Si no fuera por mamá. Dos clásicos del humorismo televisivo.
En 1980 la televisión transmite Si no fuera por mamá. Ya El mambisito ha hecho cantar a los niños el Himno Nacional, para revivir la historia de Cuba a través de la Televisión, como aporte a la memoria de la nación. Después lleva a la pantalla La vida de Ignacio Agramonte y Carlos J. Finlay.
Una de las últimas veces que estuve al lado de Enrique Núñez Rodríguez fue a finales de septiembre de 2002, cuando en compañía del Ministro de Cultura Abel Prieto, acudí al Centro de Investigaciones Médicas y Quirúrgicas, donde luchaba contra el cáncer, que finalmente interrumpió su valiosa existencia. Ese día, entre risas y anécdotas, pues fue una tarde de celebraciones, le entregamos el Premio Nacional de Radio en su primera edición. Todavía recuerdo su semblante de niño feliz ante el más preciado de sus tesoros… Su alegría era tan inmensa, que inmediatamente quiso que el pergamino fuera puesto frente a su lecho.
Fue un privilegio admirar su sencillez, su criollismo, y su risa contagiosa, impregnada de serenidad y confianza. No puedo evitarlo, siempre que entro en el Palacio de las Convenciones, en las Sesiones del Parlamento, miro hacia la butaca que durante algunos años ocupó Enrique y siento nostalgia por la ausencia del compañero capaz, afable y profundo que siempre ayudaba con sus intervenciones en momentos de complejas reflexiones.
Saludos.
Tengo 63 años y recuerdo los distintos episodios de Leonardo Moncada con nostalgia. !Época de oro de la radio cubana!