La programación musical de la televisión cubana es amplia, de variados registros y empeñada en enfrentar esa muerte definitiva que es el olvido de los que marcaron las pautas en diferentes períodos históricos, pero anda dispersa y sin promoción espacios que la ameritan como Música del mundo, a cargo del gran Guille Vilar
Al fin existe un canal musical como Clave. En todos los canales existen diferentes posibilidades de escuchar sonoridades de aquí y otros lares, pero falta un gran programa musical que durante una noche de fin de semana permita encontrarse con lo verdaderamente notable, distintivo por su calidad, de la creación en ese campo.
Es tan significativa la expansión que se ha logrado gracias, a los que no pocos olvidan: la escuelas de arte por todo el país. Esa posibilidad ha incrementado la natural vocación musical, la riqueza de los géneros surgidos de la cultura popular, hacia las más diversas expresiones, desde las sinfónicas de los maestros de todos los tiempos hasta la apropiación creativa de ritmos de otras latitudes.
Si se pasa revista a los catálogos de las diferentes empresas se comprobará cuánta calidad diversa hay en lo musical y lo danzario que le es afín, pero tal suceso que reconocen premios y reconocimientos nacionales e internacionales no puede apreciarse de una manera panorámica en ningún programa, de los muchos musicales, que se exhiben hoy.
En otros tiempos, después de 1959, porque algunos parecen no tener memoria al respecto, existieron espacios donde se podía escuchar y ver a los más auténticos intérpretes del guaguancó, junto a una soprano o un barítono mostrando un área operística o un fragmento de una zarzuela, estaban los trovadores y los soneros, los que optaban por el pop, por citar sólo algunos ejemplos.
Tal enfoque propiciaba que de manera amplia los televidentes pudieran relacionarse con todas las manifestaciones musicales, sobre todo con aquellas sobre las que no tenían información o interés pero de pronto las podían encontrar entre las que preferían. Actualmente sólo en De la gran escena se puede encontrar la calidad de lo diverso nacional e internacionalmente.
Ante cualquier requerimiento de esta naturaleza surge la mano castradora de la falta de recursos, pero así como se invierten estos en propuestas como Bailando en Cuba, Cantando en Cuba, La colmena Tv, debería hacerse, por lo menos una serie de programas que muestren en todo su esplendor a los consagrados de larga data y a los de las nuevas generaciones en todos los géneros.
Sería, incluso una posibilidad de comercialización posterior en busca de los financiamientos que tanto se necesitan, pero también un modo de hacer evidente el desarrollo alcanzado por la música y la danza a pesar de tantas limitaciones que no han impedido el mantenimiento de las escuelas de arte por donde han pasado la mayoría de las “estrellas” de hoy.