Hay palabras que cambian su sentido con el tiempo y este proceso evolutivo, por lo general, está marcado por las ideas y por la historia.
Por ejemplo, el término invasión proviene de vado, que significa “paraje de un río con fondo firme y poco profundo por donde se puede cruzar […]”. Su origen se remonta a la época en que el Imperio Romano (27 a. n. e.-476 d. n. e.) se había extendido por una buena parte de Europa, mientras que los pueblos sojuzgados —galos, sajones, visigodos, germanos…— hacían la mayor resistencia posible a las bien entrenadas legiones romanas. Muchas veces las fronteras entre unos y otros contendientes eran los ríos y atravesar el vado para llegar a las aldeas era justamente invadir.
Sin embargo, durante nuestras guerras de liberación nacional, se llamó así a la campaña librada por Gómez y Maceo en 1895 o a la llevada a cabo por Camilo y Che en 1958. Entonces las fuerzas que realizaron ambas proezas fueron columnas invasoras y sus integrantes invasores. En 1961, la palabra volvió a cambiar su sentido, en referencia a la invasión mercenaria financiada por el imperialismo yanqui contra nuestra Patria.
Lo mismo ocurre con el término guerrillero, que fue utilizado con una connotación positiva en España, cuando el rechazo a la invasión napoleónica; pero durante nuestras primeras guerras libertarias fue usado para designar a los cubanos que se alistaban en el ejército español y constituían una especie de fuerza auxiliar; ejemplo de ello fueron la guerrilla del Guaso y las escuadras de Guantánamo, que persiguieron con saña a los expedicionarios de la goleta Honor, con Maceo al frente, luego de su desembarco por Duaba.
Sin embargo, el término había adoptado su significado original durante los primeros años de la Guerra Grande, cuando Federico Fernández-Cavada Howard, el General Candela, publicó en El Cubano Libre —primer periódico mambí— lo que ha sido considerado el primer manual guerrillero del continente. Jefe natural e indiscutido de Las Cinco Villas, empleó procedimientos propios de la guerra irregular; llamó guerrilleros a sus hombres y los integró en pequeñas unidades, que denominó guerrillas.
Las estratagemas de la guerra irregular o de guerrillas, imprescindibles para enfrentar un ejército superior en armas y hombres, alcanzarían singular relieve en manos de jefes como Máximo Gómez y Antonio Maceo. Heredadas por los rebeldes, fueron un estratégico aliado en su lucha contra el ejército batistiano, armado y entrenado por el imperialismo norteamericano: los integrantes del Ejército Rebelde fueron denominados guerrilleros y durante los primeros tiempos de la Sierra sus fuerzas constituyeron una guerrilla. Tras el triunfo revolucionario, el término halló peculiar hechura en la paradigmática figura de Ernesto Guevara, el Guerrillero Heroico.
De ese modo, el contexto histórico y el tiempo van moldeando la lengua que hablamos.