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De cobalto y acogida

Importantísima iniciativa constituye la apertura del sitio público para comunicarse con la instancia superior del país, la presidencia de la República. Lástima que no ofrezca muchas facilidades de acceso ni permita comprobar si llega a destino el mensaje. Hace unos días hice el intento por insertar el siguiente:

Según fuentes internacionales, Cuba posee cantidades de cobalto que le sitúan en el tercer lugar mundial entre los 13 países con mayores reservas. El consumo de este recurso se eleva debido a su cualidad de  potenciar otros metales, como el litio, componente más usado en las baterías.

Hace unos tres años, se despertó el interés hacia ese bien natural debido a la extensión de su empleo en la fabricación de Smartphone, laptop y otros recursos tecnológicos de amplio uso. Se calcula que ese interés aumente de manera significativa en los próximos 10 años, tiempo a ser aprovechado en posibles negociaciones ventajosas para nuestra Isla.
El cobalto aparece como el mineral más estratégico con que cuenta Cuba, -según aval de economistas y expertos-, luego es recomendable explorar posibles convenios o ventas exteriores, con China, por ejemplo, donde se concentra gran parte del consumo de este material, y, además, inversiones conjuntas con países (Japón, Alemania) con tecnologías avanzadas que carecen de cobalto. Ahora nos limitamos a los acuerdos con empresas canadienses.

Con el traslado de esas ideas parafraseaba lo escrito por el colega Manuel Yepe para el diario Por Esto!, de México. En ese trabajo aporta un grupo perceptible de datos, pero seleccioné apenas los necesarios para dar idea del propósito explicitado en la sugerencia a nuestro gobierno.

Uno confía en estos mecanismos recién abiertos por nuestro estado, novedosos en gran medida, pero como todo, susceptibles de perfeccionarse, quizás ser más despejados para el ingreso general.

Las primeras experiencias con páginas Web en los medios de difusión informativa, pecaron precisamente de aparecer ante el lector como lugares casi blindados. Fueron tan impenetrables que pocos podían acceder y no se trató de capacidades tecnológicas, ni de falta de destreza operativa –aun cuando algo de esa naturaleza existiera entonces.

El asunto estaba fundado en la concepción de estos recursos comunicacionales, concebidos para facilitar el acceso, no para poner a prueba las habilidades del usuario. No es lo mismo, pero vale para el caso, ver la similitud con la retórica que a veces hace hermético el discurso periodístico, lamentable práctica de no pocos, olvidados de que la diafanidad en la exposición, es tan importante como cuanto se dice.

La práctica de un lenguaje exuberante, o el conocido culteranismo, despoja de contenidos esenciales aquello a plantear. Lo contrario sucede también, cuando se vulgarizan en extremo los vocablos empleados o el tema es  insustancial o ex profeso se banaliza. Esos extremos sugieren el sabio término medio que en tantos acápites de la vida común y el hacer humano son recomendables, sobre todo, entre quienes tienen el deber profesional de ser claros en su exposición y en aquello a trasladar.

A partir de experiencias como las citadas sobre los portales de inicio abiertos para amplificar lo dicho en el papel impreso, la radiofonía o el espectro televisivo, resulta satisfactorio haber remontado la novatada en el uso de la web.

Pero el problema se repite en opciones como la tratada al inicio. Esto es,  nuestros sitios oficiales en Internet, inestimable medio para obtener datos sobre las inquietudes populares o muchísimos detalles de la existencia cotidiana o excepcional imposibles de colectar por otras vías, dado su tremendo espectro.

Para cualquier país, sobre todo uno como el nuestro, pegado a la tierra y a la gente, es importante conocer, al máximo, cuánto piensan o padecen los ciudadanos. Puesto que sabiamente se abrió esa puerta, sería loable vigorizarla para que la mayor parte pueda entrar.

Esto también se relaciona con el cobalto, sus derivaciones y potenciales empalmes, pues desarrollar bienes, cuando no tantos se tienen, en medio del asedio permanente y ofensivo al que nos someten, tiene tanta importancia como saber quién es qué o cuánto es cómo.

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