Por Manuel Hernández Borbolla/ RT
El poderío creciente de los gigantes tecnológicos que controlan internet se ha traducido en una serie de denuncias sobre censura de contenidos a nivel global. Mientras tanto, algunos críticos, incluyendo Naciones Unidas, advierten que la privatización del ciberespacio representa un peligro para la libertad en el mundo.
Un fenómeno que ha provocado un cúmulo de denuncias y señalamientos contra compañías como Google, Facebook o Twitter, empresas que han decidido imponer de manera unilateral mayores restricciones al contenido que se publica en internet.
¿Pero de qué tamaño es el poder y el alcance de estas empresas que controlan la conversación pública en redes sociodigitales?
La censura en Twitter
El pasado 12 de septiembre, Twitter bloqueó las cuentas de los principales medios de Cuba, en un hecho calificado por la Unión de Periodistas de ese país (UPEC) como un “acto de censura masiva”. La decisión de la compañía, que no ofreció las razones, se produjo una semana después de que el Gobierno de EE.UU. endureciera sus sanciones económicas contra la isla.
Sin embargo no es el primer caso de este tipo que se produce en los últimos meses. En mayo pasado, la Agencia Venezolana de Noticias (AVN) denunció que Twitter había cancelado las cuentas institucionales de varias dependencias de Venezuela y medios de comunicación afines al Gobierno del presidente Nicolás Maduro, “violentando una vez más la libertad de expresión y defendiendo sus propios intereses”. El bloqueo se produjo un día después del fallido intento de golpe de Estado protagonizado por el diputado opositor Juan Guaidó.
Por esas mismas fechas, el analista mexicano Alfredo Jalife-Rahme fue expulsado de Twitter, tras criticar a personajes de la derecha de ese país, lo que desató una polémica en México sobre la censura en internet. Además, en agosto, varios usuarios afines al presidente Andrés Manuel López Obrador reportaron suspensión y bloqueo de cuentas tras hacer comentarios sobre el expresidente Felipe Calderón.
Entre las políticas de la empresa se establece la prohibición a la “glorificación de la violencia” o “cláusulas de integridad electoral” que prohíbe la injerencia en votaciones, a pesar de las ambigüedades inherentes a dichas reglas.
El ejército censor de Facebook
La mayor red social del planeta cuenta con personal dedicado a censurar comentarios en Facebook, a pesar de que los criterios también pueden resultar muy arbitrarios a la hora de, por ejemplo, vetar pezones de mujeres o temas vinculados con ideologías políticas.
Los términos para la eliminación de contenido en Facebook también han sido cuestionados, luego de que la empresa contratase a una organización financiada por el magnate George Soros para supervisar el borrado de contenido en su plataforma. La decisión provocó que algunos sectores acusaran al ‘establishment’ estadounidense de haber construido una herramienta para la censura y la lucha contra la disidencia en las redes sociales.
En 2017, Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, indicó que reforzaría el equipo que revisa las publicaciones hasta alcanzar casi las 8.000 personas alrededor del mundo. Este grupo es el encargado de borrar contenido que pudiera resultar ofensivo en temas como la violencia, el terrorismo, la pornografía y el racismo.
Los controles de contenido en Facebook se reforzaron luego del escándalo de Cambridge Analytica, empresa que generó noticias falsas para manipular elecciones, mediante la personalización de contenido basada en la filtración de datos personales de 87 millones de usuarios en el mundo.
El control de internet
De los 7.676 millones de personas que existen en el mundo, 3.484 millones son usuarios activos de redes sociodigitales en internet, lo que implica un 45 % de la población global, según el informe Digital In 2019, elaborado por We Are Social en colaboración con Hootsuite.
El documento sostiene que Facebook sigue siendo la red sociodigital más grande del planeta, con 2.271 millones de usuarios en 2019. Esto significa que la red social de Zuckerberg tiene influencia en un tercio de la población mundial.
Por su parte, Google concentra el 90 % de todas las búsquedas en internet de 2010 a 2019, según datos de Statista. Se calcula que la marca realiza alrededor de 3.500 millones de búsquedas por minuto. Además, Google maneja también otras plataformas como YouTube, la segunda red sociodigital más grande del planeta.
La plataforma de videos ha estado envuelta en la polémica por censurar contenido con la justificación de luchar contra las noticias falsas, tal como ocurrió recientemente durante las protestas en Hong Kong.
En 2017, Eric Schmidt, presidente ejecutivo de la empresa matriz de Google, Alphabet, aseguró que uno de los proyectos de la compañía a su cargo tenía como objetivo reemplazar el “mal discurso” con un “buen discurso”. También señaló que la compañía estaba desarrollando algoritmos para que los contenidos de medios rusos sean más difíciles de encontrar. “Estamos trabajando para detectar y eliminar el ranking de ese tipo de sitios, básicamente RT y Sputnik”, dijo.
En un documento interno de Google, filtrado a un medio estadounidense, el gigante admite que las empresas tecnológicas “controlan la mayoría de las conversaciones en línea” y han hecho un “cambio hacia la censura” de contenidos.
Google y Facebook dominaban en 2017 más del 70 % de todo el tráfico de internet,de acuerdo con una investigación del programador e informático André Staltz.
Estas empresas, además, controlaban el 61,4 % de todo el gasto en publicidad de internet, según datos de la consultora WARC, para lo que utilizan sistemas de espionaje y recolección de datos.
Sin embargo, las empresas tecnológicas de China también disputan parte de la hegemonía global. Pero mientras el grupo conocido como BAT (compuesto por las empresas chinas Baidu, Alibaba y Tencent) opera en función de los intereses del Gobierno chino, el denominado grupo GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) lo hace en función de intereses privados que ya han sido puestos en la mira del Gobierno estadounidense.
Monopolio y censura
En junio pasado, el Congreso de EE.UU. inició una investigación en torno a la acumulación de poder y acciones monopólicas en las empresas tecnológicas, señaladas de asfixiar, clonar o confrontar rivales, además de otorgar ventajas indebidas a sus propios productos en sus plataformas.
En un hecho inédito, más de 50 fiscales y gobernadores de EE.UU. iniciaron una investigación contra Google y Facebook por prácticas que violarían la ley antimonopolio.
Asimismo, el presidente de EE.UU., Donald Trump, prepara ya una orden ejecutiva para “proteger a los estadounidenses de la censura en línea”, luego de que tanto políticos republicanos como demócratas hayan denunciado problemas en sus redes sociodigitales. Por ello, la Casa Blanca lanzó una herramienta para reportar casos de censura en estas compañías.
La privatización de la red, un peligro latente
Ante el crecimiento de los gigantes tecnológicos, algunas voces críticas consideran que empresas como Google y Facebook han reunido demasiado poder.
La economista Shoshana Zuboff considera que los gigantes tecnológicos han creado un capitalismo de vigilancia que “evoca un poder profundamente antidemocrático” que implica el “derrocamiento de la soberanía del pueblo”.
“La ley simplemente no se ha adaptado al hecho de que una corporación tecnológica ahora puede poner a poblaciones enteras en servidumbre al bien corporativo, en lugar de al bien individual o público”, señaló el excontratista de la CIA, Edward Snowden, en junio pasado.
Por su parte, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ya advirtió en 2014, a través de un estudio titulado ‘Tendencias mundiales de la libertad de expresión y el desarrollo de los medios’, que la “privatización de la censura” representa un riesgo para la libre circulación de información en el mundo debido a “un control crecientede contenidos en la red cibernética por parte de intermediarios como los motores de búsqueda y las redes sociales“.
Un proceso de privatización del internet que definirá buena parte del debate en torno a los límites entre lo público y lo privado durante la primera mitad del siglo XXI.