Después de muchos días de reposo obligado, camino a la consulta médica, veo la aglomeración en las paradas de ómnibus, los “solidarios” recogiendo a los que pueden llevarse, algunos inconscientes haciéndose “suecos” ante el tenso panorama.
Y pienso en las bicicletas, en los triciclos, en las motos preferiblemente movidos por electricidad. Por qué se abandonó el empeño de ampliar las posibilidades de esos transportes alternativos. Ah, que si los accidentes, que si las licencias de conducir, que si la falta de piezas o gomas. Es verdad que La Habana es grande y otra vez grande y hay distancias notables entre un punto y otra de la ciudad, pero está formada por barrios donde, como en las ciudades pequeñas o los pueblos la bicicleta puede contribuir a la movilidad.
Después de la crisis de los 90 se dejó de invertir en esa posibilidad de transportación individual que se ha puesto de moda en grandes ciudades del mundo para intentar aliviar la contaminación ambiental. En realidad deberíamos haber desarrollado una industria en ese sentido, con la cooperación de socios asiáticos experimentados, que usara la energía solar tan abundante.
Pero uno de las limitantes del subdesarrollo mental es no saber aprovechar todas las alternativas posibles y hacerlas duraderas. Cuando la situación aprieta enseguida se manifiestan iniciativas creadoras, tan pronto mejora a olvidarse de lo conseguido y optar por lo más fácil.
Ahora mismo cuanto se ha podido ahorrar de electricidad por provincias al punto de evitar los prolongados apagones, quiere decir que se dilapidan recursos que pueden ser usados racionalmente y que incluyen la falta de reciclaje en aspectos tan sensibles como los envases de cristal que van a la basura y luego faltan en las industrias.
Somos un país pobre y bloqueado al cual le es imprescindible una cultura del aprovechamiento máximo de cada recurso, de cada posibilidad de solución a escala local y la complejidad de los días que corren obligan a replantearse proyectos, a retomar aspecto que ayudaron en otros tiempos difíciles, a estimular creatividad. Esa es la fuerza que es preciso tensar para avanzar a pesar de todos los pronósticos contrarios.