Los reporteros gráficos Francisco Pérez Recio “Panchito”, del diario El País, Fernando Lezcano y Generoso Funcasta, de la revista Carteles, eran amigos del famoso boxeador cubano Eligio Sardiñas, conocido profesionalmente como “Kid Chocolate” y de sus managers los populares cronistas deportivos “Pincho” Gutiérrez y Jess Lozada. A ellos se les veía en los combates que le programaban al campeón cuando venía a La Habana, en los homenajes que le organizaban o en algún café habanero saboreando un refresco.
Mi amigo y colega Panchito me contó años después que con motivo de celebrarse el 17 de agosto de 1935 el Día del Boxeo le ofrecieron a Kid Chocolate un almuerzo homenaje en los jardines de la cervecería La Polar. Al terminar el agasajo el boxeador fue a jugar con un grupo de niños pobres de la barriada que rodeaban su fenomenal auto Cadillac de 16 cilindros que tenía parqueado cerca. Cuando Kid encendió la radio, eso los asustó porque no habían visto con anterioridad un automóvil que tuviera un receptor de radio, era el primero que lo tenia. Pero pasada la sorpresa unos niños se sentaron en los comodísimos asientos, otros bailaban alrededor del vehículo al compás de la música que escuchaban y uno se atrevió a intercambiar algunos piñazos con el campeón, quien se tiró en el suelo simulando que lo había noqueado. El boxeador pasó un rato divertido y les regaló a los pequeñuelos todas las monedas que tenía en los bolsillos.
Después se sentó a charlar con los tres fotógrafos de prensa y Jess Lozada, pero poco a poco se vieron rodeados por los demás colegas de la prensa que querían disfrutar también de la humilde y sincera elocuencia callejera de aquel muchacho boxeador, rico, famoso y el primer cubano en coronarse campeón mundial de boxeo.
No habló de sus peleas, ni de sus triunfos, sino de su niñez, de su inclinación al boxeo, de sus amigos y contó anécdotas de su vida. Nací en el Cerro el 28 de octubre de 1910, mi madre era lavandera y mis dos hermanas sirvientas y perdimos a nuestro papa víctima de la tuberculosis cuando éramos muy niños. Desde pequeño tuve que limpiar zapatos, hacer mandados y pelear para mantener el lugar donde vendía los periódicos que me proporcionaba un tonguero amigo de mi padre y era distribuidor de La Noche, un diario de gran circulación. Como sabía defenderme muy bien me presenté en un torneo juvenil de boxeo que patrocinó el diario y gané el campeonato. Tenía 12 años y fue tal mi alegría que decidí enrolarme en las filas de los amateurs. Para asombro de los entrenadores, continuaba explicando Kid Chocolate, gané todas las peleas, unas cien en total, y de ellas 86 fueron por knock-out. El periodista deportivo “Pincho” Gutiérrez, que además era promotor de algunos boxeadores en el extranjero, se fijó en mis habilidades de peleador y unos años después, cuando ya tuve experiencia, me llevó a los Estados Unidos.
Mi estreno como boxeador en los rings norteamericanos fue el 1 de agosto de 1928, en el campamento militar de Mittche Fields, una base aérea situada en las afueras de Nueva York. Mi rival era Eddie Enos y fue el primero en subir al ring en medio de los aplausos y los gritos de los militares que llenaban todo el estadio. Cuando entré junto a Cucho me abuchearon ruidosamente y le pedían a Eddie que acabara rápidamente con el negrito porque estaban de pase y querían ir a bailar a la ciudad. Los gritos ensordecedores callaron cuanto el americano recibió mis golpes y se tambaleaba, en el tercer asalto lo noqueé. Los militares quedaron perplejos y yo estaba de fiesta: recibí 40 dólares por la pelea. Comenzó mi racha de victorias y siete meses después me pagaron 17 500 dólares por pelear con Bushy Graham.
Los éxitos y el dinero crecían rápidamente, lo que nunca tuve lo compraba ahora por docenas: trajes, camisas, zapatos, perfumes, relojes y joyas y hasta un auto Cadillac que solo tenían los más famosos artistas de cine, millonarios y aristócratas.
Mi primera corona mundial la recibí en 1929, pero no la obtuve por el boxeo sino por ser el hombre mejor vestido del mundo. Los conocedores daban por seguro que el actor del cine norteamericano Adolfo Menjou que se distinguia por su gran elegancia iba a obtener ese título, pero para su sorpresa yo fui el ganador. ¿Quién iba a decir que aquel negrito del Cerro, harapiento, vendedor de periódicos y limpiabotas iba a ser el gran dandy del mundo? Yo soy un”Ceniciento” negro que ha hecho realidad su sueño de niño.
Habló tambien de las rubias platinadas que lo asediaban, de los fotógrafos que lo seguían a todas partes, de las fotografías que le hizo desnudo el famoso artista Aladar Hajdú en su galería para una exposición personal. Para terminar la fiesta se retrató con sus amigos “levantando” el puente de piedra del jardín de la cervecería.
Aunque él no quiso hablar de sus famosas peleas todos recordaron que Kid Chocolate subió al ring 297 veces y solo perdió 10 combates. Tiene el record de haber ganado 169 peleas seguidas y de ser el primer boxeador cubano en alcanzar la faja de campeón del mundo.
Fuente:
Conversación con Francisco Pérez Recio, reportero gráfico del periódico El País, realizada el martes 20 de junio de 1979.
Muy bueno el deporte de Los Chocolate