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Ideas para un cumpleaños inolvidable

En el 93 aniversario del natalicio de Fidel su recuerdo siempre presente nos llega con fuerza, desde aquel lejano 13 de agosto de 1926 en que lanzó su primer grito al venir al mundo en un lugar llamado Birán:

“Yo nací en una finca. Hacia el centro norte de la antigua provincia de Oriente, no lejos de la bahía de Nipe, y cerca del central azucarero de Marcané… Donde vivíamos no había pueblo, sino algunas instalaciones. Era lo que mejor pudiera llamarse un batey”. “Mi casa se inspiraba  en aquella arquitectura de Galicia porque estaba edificada sobre pilotes”.

Es posible que nunca sepamos, durante su agitada vida, cuáles fueron los momentos íntimos y familiares en que realmente pudo recordar o quizás celebrar algún que otro de sus aniversarios. Sin embargo, se citan a continuación algunos de los más significativos, que fueron hitos por confesiones propias o por los acontecimientos ocurridos en torno a la fecha.

 

El cumpleaños de 1951 seguramente estuvo perturbado por la agonía y consternación de todos sus compañeros y del pueblo cubano por el estado de gravedad de Eduardo Chibás, líder máximo del Partido Ortodoxo en el cual militaba Fidel, y quien el día 5 había atentado contra su vida y tuvo como desenlace la muerte, ocurrida el día 16 de agosto.

 

La primera noticia sobre la celebración de un cumpleaños de Fidel se tuvo en 1988, por una iniciativa del pintor Oswaldo Guayasamín en su casa de Quito, en ocasión del 62 aniversario del Comandante durante su visita a Ecuador. Luego la Fundación Ecuatoriana Guayasamín continuó una tradición de celebrar con eventos los natalicios 70, 80, 85 y 87 como un homenaje a la amistad profunda entre el pintor y Fidel.

Otra celebración significativa tuvo lugar en el cumpleaños 83 de Fidel cuando Chávez le sorprendió durante la celebración de su cumpleaños, donde brindaron con «vino guajiro» (de La Guajira venezolana).”Vengo llegando de Cuba, llegué hace dos horas. Me fui ayer (miércoles) y le llegué de sorpresa a Fidel”, confesó Chávez entre risas”.

Fue durante el encuentro con representantes de la delegación deportiva que asistió a los Juegos Panamericanos de Winnipeg, el 13 de agosto de 1999, que Fidel abordó en forma más directa su opinión sobre sus cumpleaños. Señaló al inicio de su discurso: “Este es un acto pequeño en volumen, en el número de personas presentes, pero grande en su significado, y no porque ustedes hayan querido hacerme el honor de un homenaje con motivo del cumpleaños, sino porque, en primer lugar, me dan oportunidad de agradecerles este gesto tan amistoso, fraternal y cariñoso.

“Como ustedes saben bien, a lo largo de mi vida revolucionaria, constituida por más de las dos terceras partes de mi vida, especialmente después que la victoria nos llevó a la dirección del país, nunca he celebrado públicamente los cumpleaños.

“Esta vez me informaron que nuestros atletas querían invitarme a un sencillo acto. Vi la ocasión de expresarles una vez más mi gran admiración por las proezas que ustedes han sido capaces de realizar siguiendo las tradiciones del deporte revolucionario que se inició hace algo más de 40 años, y, en particular, la oportunidad de hablar sobre un tema que considero de mucha importancia, no de las glorias deportivas pasadas y presentes, sino de las glorias futuras”.

El discurso pronunciado por Fidel el 13 de agosto del 2001, fue en el en el acto de puesta en marcha del sistema de interconexión eléctrica que suministraría energía a la zona del norte de Brasil.  En Santa Elena de Uairen, República Bolivanaria de Venezuela. En su intervención Fidel abordó múltiples ideas en torno a la colaboración entre nuestros países.   Y como de pasada hizo referencia a su cumpleaños:

“Pero él bromeó (se refiere al presidente Cardoso de Brasil), a título de mis 75 años, de los cuales ya yo me había olvidado, porque dije el otro día que cumplir 75 años en la patria de Bolívar es como volver a nacer (Aplausos), y yo les aseguro que he vuelto a nacer hoy y en estos días con todo lo que he visto.  Además, se dice que la perspectiva, el potencial de vida del hombre, es de 120 años; (…)

“Ahora seguiré más disciplinadamente la dieta, el peso y el ejercicio, porque ustedes me hicieron un reto, y yo les digo que si construyen el puente en dos años, yo nado y cruzo el Orinoco a lo largo del puente (Aplausos), si el puente tiene algún lugar donde agarrarse.  Pero no, pienso ir sin boya.  Así que ahora el reto se lo paso a ustedes”.

El tercer discurso pronunciado un día de su cumpleaños fue en el acto de entrega de 254 escuelas de la capital reconstruidas o construidas, efectuado en el Teatro Astral, el 13 de agosto del 2002, en el cual abordó  aspectos diversos de los planes de educación en el país. “Conscientes de la inmensa obra que nos espera en todo el país para alcanzar un salto de calidad en nuestros servicios educacionales y una verdadera revolución en ese campo con un mínimo de gastos y apelando fundamentalmente a nuestro capital humano, nuestra confianza y seguridad  se fortalecen”.

En su artículo La Realidad y los sueños, publicado el 13 de agosto de 2015, Fidel introdujo el tema con estas palabras: “Escribir es una forma de ser útil si consideras que nuestra sufrida humanidad debe ser más y mejor educada ante la increíble ignorancia que nos envuelve a todos, con excepción de los investigadores que buscan en las ciencias una respuesta satisfactoria. Es una palabra que implica en pocas letras su infinito contenido”.

En el artículo o Reflexión titulada El Cumpleaños, narra con el estilo y enfoque de sus Memorias, que lamentablemente no pudo escribir por dedicar sus últimos años a tareas que consideró más urgentes o valiosas. Sin embargo, siempre nos quedará como una añoranza o necesidad el hecho trascendente que, como testigo excepcional de su tiempo, hubiera podido dejar un enorme acerbo como confesiones personales que pudo haber escrito con su depurada escritura, su mente prodigiosa y la riqueza de sus ideas. Sólo pensar en la excepcionalidad de su visión sobre las temáticas, los acontecimientos y los personajes de su época, nos permite imaginar la grandeza y la extensa obra, que hubiera podido abarcar la historia nacional y mundial de la que fue el protagonista principal y el más universal de los políticos del siglo XX y XXI.

 

Expresaba en su artículo El Cumpleaños de fecha 13 de agosto de 2016, año de su desaparición física, ocurrida el 25 de noviembre.

“Mañana cumpliré 90 años. Nací en un territorio llamado Birán, en la región oriental de Cuba. Con ese nombre se le conoce, aunque nunca haya aparecido en un mapa. Dado su buen comportamiento era conocido por amigos cercanos y, desde luego, por una plaza de representantes políticos e inspectores que se veían en torno a cualquier actividad comercial o productiva propias de los países neocolonizados del mundo.

En una ocasión acompañé a mi padre a Pinares de Mayarí. Yo tenía entonces ocho o nueve años. ¡Cómo le gustaba conversar cuando salía de la casa de Birán! Allí era el dueño de las tierras donde se plantaba caña, pastos y otros cultivos de la agricultura. Pero en los Pinares de Mayarí no era dueño, sino arrendatario, como muchos españoles, que fueron dueños de un continente en virtud de los derechos concedidos por una Bula Papal, de cuya existencia no conocía ninguno de los pueblos y seres humanos de este continente. Los conocimientos trasmitidos eran ya en gran parte tesoros de la humanidad.

La altura se eleva hasta los 500 metros aproximadamente, de lomas inclinadas, pedregosas, donde la vegetación es escasa y a veces hostil. Árboles y rocas obstruyen el tránsito; repentinamente, a una altura determinada, se inicia una meseta extensa que calculo se extiende aproximadamente sobre 200 kilómetros cuadrados, con ricos yacimientos de níquel, cromo, manganeso y otros minerales de gran valor económico. De aquella meseta se extraían diariamente decenas de camiones de pinos de gran tamaño y calidad.

Obsérvese que no he mencionado el oro, el platino, el paladio, los diamantes, el cobre, el estaño, y otros que paralelamente se han convertido en símbolos de los valores económicos que la sociedad humana, en su etapa actual de desarrollo, requiere.

Pocos años antes del triunfo de la Revolución mi padre murió. Antes, sufrió bastante.

De sus tres hijos varones, el segundo y el tercero estaban ausentes y distantes. En las actividades revolucionarias uno y otro cumplían su deber. Yo había dicho que sabía quien podía sustituirme si el adversario tenía éxito en sus planes de eliminación. Yo casi me reía con los planes maquiavélicos de los presidentes de Estados Unidos.

El 27 de enero de 1953, tras el golpe alevoso de Batista en 1952, se escribió una página de la historia de nuestra Revolución: los estudiantes universitarios y organizaciones juveniles, junto al pueblo, realizaron la primera Marcha de las Antorchas para conmemorar el centenario del natalicio de José Martí.

Ya había llegado a la convicción de que ninguna organización estaba preparada para la lucha que estábamos organizando. Había desconcierto total desde los partidos políticos que movilizaban masas de ciudadanos, desde la izquierda a la derecha y el centro, asqueados por la politiquería que reinaba en el país.

A los 6 años una maestra llena de ambiciones, que daba clases en la escuelita pública de Birán, convenció a la familia de que yo debía viajar a Santiago de Cuba para acompañar a mi hermana mayor que ingresaría en una escuela de monjas con buen prestigio. Incluirme a mí fue una habilidad de la propia maestra de la escuelita de Birán. Ella, espléndidamente tratada en la casa de Birán, donde se alimentaba en la misma mesa que la familia, la había convencido de la necesidad de mi presencia. En definitiva tenía mejor salud que mi hermano Ramón —quien falleció en meses recientes—, y durante mucho tiempo fue compañero de escuela. No quiero ser extenso, solo que fueron muy duros los años de aquella etapa de hambre para la mayoría de la población.

Me enviaron, después de tres años, al Colegio La Salle de Santiago de Cuba, donde me matricularon en primer grado. Pasaron casi tres años sin que me llevaran jamás a un cine.

Así comenzó mi vida. A lo mejor escribo, si tengo tiempo, sobre eso. Excúsenme que no lo haya hecho hasta ahora, solo que tengo ideas de lo que se puede y debe enseñar a un niño. Considero que la falta de educación es el mayor daño que se le puede hacer”.

En la primera línea de este último párrafo está contenida la intención de un día dar riendas sueltas a sus memorias. Su vida, aunque larga, no le alcanzó para cumplir sus deseos y sueños de sus necesarias Memorias.

Finalmente, a modo de conclusiones, para este 93 cumpleaños del 2019, permítanme que incluya algunas ideas esenciales de Fidel contenidas en una carta en tono de reprimenda de fecha 30 de agosto de 1958, a alguien que luego, tan tempranamente como al año del triunfo de la Revolución, la traicionaría.

“Estoy haciendo esta revolución con hombres de humilde cuna, con más instinto para conocer las verdaderas raíces de mis sentimientos democráticos y humanos…”

“(…) porque con la modesta filosofía que he dotado mis más íntimas convicciones siento un profundo desprecio por todas las vanidades y ambiciones humanas. Todo el orgullo del mundo vale menos que un átomo de humildad cuando comprendemos que los hombres somos una desoladora nada.

“(…) Me preocupa solo la forma en que cada cual cumpla con su deber. Y ese deber, entiéndelo bien, no lo veré jamás como algo que tenga que ver con mi nombre, o con mi orgullo o con mi personal interés, que por fortuna no existe en absoluto. (…) y cuando esté seguro de que mis actos estén limpios de todo innoble propósito, me tiene sin cuidado lo que ello implique, porque en definitiva esa es mi vocación y mi destino: luchar.

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Wilkie Delgado Correa
Doctor en Ciencias Médicas y Doctor Honoris Causa. Profesor Titular y Consultante. Profesor Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.

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