PERIODISMO PATRIMONIAL E HISTÓRICO

Presencia martiana en la escultórica habanera

La estatua ecuestre de José Martí, inaugurada el 28 de enero del 2018, en el parque 13 de Marzo, frente al antiguo Palacio Presidencial, en La Habana (Foto: MLGM)

Por su simbolismo, se impone comenzar este recorrido por la escultórica habanera referida a Martí por el último de los monumentos erigidos en la capital en honor a nuestro Héroe Nacional: la estatua ecuestre, inaugurada el 28 de enero del 2018 y situada en el Parque Trece de Marzo, en un gran jardín que se ex­tiende desde la terraza norte del Museo de la Revolución —otrora Palacio Pre­sidencial— hasta la confluencia de las calles Cárcel y Avenida de las Misiones.

La estatua original se halla enclavada en la Plaza de las Américas, en Central Park, Nueva York, como parte de un trío de esculturas ecuestres, de bronce, que representan a importantes próceres lati­noamericanos: Simón Bolívar, José de San Martín y José Martí. La de nuestro Apóstol recrea el momento en que, ya he­rido de muerte, va cayendo del caballo. Fue esculpida por Anna Vaughn Hyatt Huntington (Cambridge, Massachusetts, 1876-1973).

La réplica donada por el pueblo norteamericano a Cuba llena un importante vacío, pues entre las muchas representaciones del Apóstol con que contamos, ninguna otra muestra al mayor general del Ejército Libertador que, en combate contra el enemigo colonialista español, entrega la vida a la causa de la libertad patria.

La primera obra de importancia creada en memoria de José Martí fue la escultura emplazada en el Parque Central de La Habana. Aunque casi siempre ha sido adjudicada a José Villalta de Saavedra, varios autores sos­tienen que este solo fue el contratista de la obra y quien la encargó al escultor, el italiano Giuseppe Neri.1 Fue ejecutada en Florencia en 1902, trasladada a Cuba en 1903, colocada en el Parque Central en sustitución de la estatua de la reina Isabel e inaugurada en 1905, en acto público que contó con la presencia del presidente Tomás Estrada Palma, el Generalísimo Máximo Gómez Báez, veteranos del Ejército Libertador y familiares de Martí. La imagen esculpida por Neri resulta muy querida y familiar a los habaneros, es el Apóstol que habla a su pueblo y con palabra electrizante, lo convoca.

Otra figura impresionante es la inmensa estatua sedente, en mármol blanco, réplica de la que se encuentra en su Mausoleo, en el cementerio de Santa Ifigenia, Santiago de Cuba, creada por Mario Santí. La réplica se halla en el interior del Templo Masónico situado en la intersección de la avenida Salvador Allende (Carlos III) y Belascoaín. Es, sin duda, un Martí que se desvela por el futuro de la Patria.

El monumento dedicado al héroe en la Plaza de la Revolución constituyó el punto más alto de La Haba­na. La familiar estatua de Martí, creada por el escultor Juan José Sicre, está formada por 52 bloques de mármol proce­dente de la Isla de la Juventud, y tiene una altura de 18 m. Fue concluida en 1958 y está rodeada por seis pilares que representan las antiguas provincias en las que se hallaba dividido el territorio cubano, con sus respectivos escudos. Aunque el conjunto no logra una total homogeneidad,2 resulta entrañable a los cubanos.

Donde estuvieron las canteras, hoy se erige la Fragua Martiana y allí está una imagen en bronce de Martí, vestido de preso y con grilletes, creada por el escultor José Villa Soberón. La obra, creada a partir de la foto que el niño héroe dedicó a su madre, conmueve por su realismo.

Busto de José Martí, de José Delarra. Ubicado en la entrada del edificio de la revista Bohemia.

Una original cabeza de José Martí, es­culpida por José de Lázaro Bencomo, Delarra, está situada a la entrada del edificio que ocupan la revista Bohemia y la Casa Editorial Verde Oli­vo. Quizás sea un homenaje más de los periodistas a quien fue excelente como tal.

La escultura conocida como el Martí antimperialista fue escul­pida por el artista habanero An­drés González; en el pedestal del monumento aparecen frases de Simón Bolívar y José Martí que evidencian su pensamiento antim­perialista. Se halla al fi­nal del Malecón y fue inaugurada el 3 de abril del 2000, en plena ba­talla por el regreso del niño Elián González. En ella, la ternura del gesto que protege al niño, se combina con la energía del brazo que señala hacia el Norte agresor.

En los jardines de la Sociedad Cultural José Martí está colocada una cabeza, copia de la del Martí antimperialista. Montada sobre un pedestal un tan­to elíptico, el conjunto gana un extraordinario dinamismo.

Ubicada en los jardines de las oficinas del Minis­terio de Relaciones Exteriores y en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, en el municipio Plaza de la Revolución, se hallan sendas réplicas de una singular escultura del Apóstol. La estatua original se halla enclavada en el Centro Cultural José Martí, sito en el Paseo de la Reforma, en la capital mexicana. Fue esculpida por el artista de esa nación hermana Ernesto Tamariz Galicia, au­tor de numerosas obras monumentales, quien realizó de ella tres copias en miniatura: la que se encuentra en el Minrex, llegó a Cuba, donada por el presidente Luis Echeverría (1970-1976); la otra fue entregada por el propio artista a la Biblioteca Nacional y la tercera se halla en el Museo de la Amistad México-Cuba, en Tuxpán, Veracruz, situado en la casa que albergó a los expe­dicionarios del Granma en vísperas de su viaje e inaugurado como museo el 4 de diciembre de 1989, durante una visita de Fidel.

En los jardines de la Unión de Periodistas de Cuba se encuentra una de las más originales es­culturas del Apóstol. Realizada por el conocido artista de la plástica René Negrín, reproduce el autorretrato en el que Martí se di­buja a sí mismo como el Chac Mool maya. Se­gún afirmó Eusebio Leal en la inauguración “Fue él mismo el que hizo el retrato, fue él mismo el que se vio en el espejo, él se vio Chac Mool, es decir se vio América”.3

Mucho más podría decirse. Convertido en alma de la nación, Martí es constante motivo de inspiración para nuestros creadores y para todos los que, como él, defendemos a Cuba.

 

1 Véase Aida Liliana Morales Te­jeda: “De memorias y monumentos. La iconografía martiana en la República”, en Revista de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, no. 1, 2018.

2 En 1943, en concurso para edificar la Plaza Cívica, se concedió el primer premio al proyecto Templo Martiano, presen­tado por el arquitecto Aquiles Maza y el escultor Juan José Sicre, a quienes correspondía erigir el monumento. El segundo premio fue para los arquitectos Govantes y Cabarrocas, y el tercero para Enrique Luis Varela y un equipo, que proponían una torre estrellada y rematada con una estatua de Martí. Tras el golpe de Estado (1952), el dictador Fulgencio Batista, para mejorar su imagen pública, prometió erigir el monumento; pero favo­reció la construcción del proyecto de Varela, su amigo personal. Ello generó un gran escándalo y la justa y airada protesta de Sicre. Varela y su grupo decidieron presen­tar una nueva composición, en la cual sustituían la imagen de Martí de su proyecto original por la de Sicre, al pie del obelisco.

3 Eusebio Leal Spengler: Cit. en “Chac Mool con rostro de Martí”, en revista Enfoque, año 1, no. 1, jul./ag./sept., 2008, p. 20.

Foto del avatar
María Luisa García Moreno
Profesora de Español e Historia, Licenciada en Lengua y Literatura hispánicas. Periodista, editora y escritora.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *