Parecería que los esfuerzos por frenar los malos usos del idioma son comparables con el intento de extraer agua de un pozo usando para ello un balde sin fondo. Pero Sísifo no se hizo célebre por gusto, y el articulista recuerda lo que hace años le dijo la sabia Fina García Marruz: no tiene gracia dar batallas que ya están ganadas.
La sensación de contrariedad crece ante lo que sucede con partículas tan breves en general como las conjunciones y las preposiciones, que aquí se tratarán sin mayor orden y sin diferenciarlas rigurosamente unas de otras. Ya volverá esta columna sobre ellas con el deseo de subsanar, en parte al menos, los desequilibrios cometidos ahora, cuando el comentarista no sabe bien por dónde empezar, de tantos errores que circulan.
¿Será posible conseguir que se diga y se escriba “de acuerdo con”, como corresponde al español, no “de acuerdo a”, calco de la expresión inglesa in according to? En lengua española se pone de acuerdo a una persona con otra, o los hechos con lo normado, por ejemplo. Pero cuando se escriben estas líneas sale del televisor una voz profesional que dice algo así como que “es necesario relacionar esas personas a las otras de su entorno”. En esos casos la preposición pertinente es con, no a. Resulta ostensible la necesidad de consultar buenos diccionarios y recibir cursos impartidos por verdaderos conocedores.
En contextos que no lo justifican, aparecen noticias como esta: “En la reunión se hallaba el presidente del país, pero también el vicepresidente”. ¿Hay acaso entre la presencia del uno y la del otro alguna contradicción que impida decir: “En la reunión se hallaban el presidente y el vicepresidente del país? La conjunción adversativa pero se explicaría si en ese hecho hubiera contrariedad. Pululan asimismo enunciados que serían racionales si apuntasen intencionadamente a determinadas circunstancias o dificultades, y con frecuencia se usan sin ton ni son, como al decir que alguien “almuerza, pero come”, o que “habla y respira, pero se peina”.
A menudo se apela sin necesidad al adverbio también, que requiere un comentario particular. El amigo Rodrigo Espina Prieto, con buen currículo como profesor de gramática y antropólogo —no hay por qué decir “profesor de gramática pero antropólogo”, lo cual podría compararse con afirmar que “es mala persona pero ha tenido gestos nobles”— ha dado testimonio de su turbación al oír a un informador hablar de un “director provincial de Trabajo y también de Seguridad Social”. ¿No son vertientes de un mismo cargo? Conste que los ejemplos citados no son tan fictivos como para suponerlos muy distantes de casos reales.
A veces se llega a devaluaciones que, mientras no se pruebe lo contrario, cabe suponer involuntarias, pero… ¡quién sabe! Ocurren cuando se dice que en tal foro “se hallaban un funcionario de alto nivel y, además, un eminente científico”. Por algún motivo no suele decirse a la inversa. Y cabe recordar el dislate de cientista, otro anglicismo innecesario: viene del vocablo inglés scientist, equivalente en español a científico, o científica, ni más ni menos.
Para retomar el mal empleo de preposiciones, apúntese que abundan giros como “independientemente a lo que se decida” o “en dependencia a lo que esté normado”. Debería ser fácil comprender que lo correcto es “independientemente de lo que se decida” o “en dependencia de lo que esté normado”. No se es dependiente o independiente a algo, sino de algo. Cuba fue dependiente de España, no dependiente a esa nación, y de ella se independizó. Ojalá la farragosa explicación saliera sobrando.
Unas líneas se deben dedicar a las conjunciones si y sino. La primera interviene en oraciones condicionales, como “Voy si es necesario” o “Si me molesta no lo admito”; la segunda, en expresiones de este tipo: “¿Dónde puedo hallar buenos libros si no en ese establecimiento?”, en la cual funciona una elipsis, que puede concernir al verbo ser: “¿Dónde puedo hallar buenos libros si no es en ese establecimiento?” Frecuentes complicaciones ocurren cuando se abrevia el segmento introducido por la conjunción si. Una muestra: “Tan estelar deportista logrará romper el récord establecido. ¡Quién si no!”, lo que equivale a “Si él no logra romper el récord, ¿quién lo rompe?”
Pero no pocas veces la conjunción sino se sustituye erróneamente por la estructura que forman la conjunción si y el adverbio no. Una cosa es “Ese escritor no es alemán, sino suizo”, y otra “Ese escritor es alemán, si no suizo”. Aquí junto a si no se siente latente el verbo es, explícito en las siguientes variantes: “El grupo no admitirá a ese escritor si no es suizo”, o “En ese coloquio no se aceptará ningún idioma si no es el francés”. Son apenas unos casos citables, y lo dicho hasta aquí no permite suponer que el tema está agotado. Pero el déficit puede paliarse con otros textos. Se hará el intento.