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Facebook, lo que es y lo que no es

Cuando nos abrimos una cuenta de Facebook, muy pocos medios o avisos nos dan una información real de lo que ello implica en términos antropológicos, ya que el significado de que surja un “otro yo” virtual es visto con superficialidad o desdén frente a la aventura de “estar en onda con los otros” y pertenecer a una tribu mundial. Si no vas a las redes sociales, no existes y, si finalmente, te decides a entrar, tampoco existes.

Sucede que el tema del ser auténtico, ese que marcó al hombre en el siglo XX, continúa hoy definiendo el uso de las redes sociales, un espectro hecho a la medida del mercado y sus reglas y que no respeta las más elementales normas del derecho simple e internacional. La clave ha estado, desde el inicio, en el tipo de escritura de Facebook, una web que desde el año 2004 ha engañado a sus usuarios mostrándose como lo que no es: algo inofensivo, cuya finalidad de hacer amistades te hará la vida más amena. La realidad demuestra que desde un inicio se persiguió otra meta, crear la base de datos más amplia y precisa de la historia, con la colaboración de los mismos vigilados.

Las normas de privacidad de Facebook, aunque quieren atemperarse al Código Penal norteamericano, ni siquiera recogen un pequeño por ciento de los crímenes que allí se tipifican, en cambio, las etiquetas que justifican un reporte son tan limitadas y sesgadas políticamente, que casi no procede ningún aviso por intolerancia, incitación al odio, difamación pública o uso de la información privada con fines de chantaje. En más de una ocasión, cuando los usuarios que son realmente ultrajados, realizan un reporte pormenorizado y con pruebas de que ocurrió un delito recogido en el código de leyes offline, la web elimina la cuenta de quien demanda.

Troll que estás en todas partes

La presencia en Facebook de chantajistas a sueldo, con cursos de social media recibidos en centros de poder mundiales, le ha dado un vuelco a la web. Estos “ciberpolicías” en apariencia espontáneos, que nunca salen de la web y que tienen todo el tiempo del mundo para estudiar otros perfiles y usarlos en la comisión de delitos, en realidad son los puntales ideológicos de dicha red social y existen en todos los países, siempre con una función bien señalada y un público que los sigue. Se trata del famoso liderazgo que a muchos jóvenes les miden, antes de otorgarles una beca, en alguna universidad.

Ese uso preciso de la información solo se aprende en sitios creados a exprofeso, donde además se les entregan a los troles las herramientas algorítmicas para crecer en seguidores, a la par que en la imposición de una marca en la web. El troll profesional sabe cómo vivir constantemente en el delito, sin jamás caer, por lo general tiene un superior al que le envía reportes con periodicidad y del cual recibe entrenamiento, información privilegiada y órdenes. El objetivo es trabajar en red, activarse de forma eficiente hacia el cumplimiento de labores que le den una forma a planes offline, los cuales tienen que ver con la creación de revueltas “espontáneas”, las cuales en realidad se estarían gestando en el imaginario de los usuarios desde tiempo atrás, mediante la acción medida de estos influencers que tienen un comportamiento omnipresente y omnisciente.

Este troll, que no mostrará ninguna de las informaciones reales sobre su persona que pide Facebook, se esconde detrás de máscaras físicas y virtuales y se fabrica un relato atractivo, pintoresco, que se avenga con el imaginario que va a trabajar. Es una especie de Robin Hood posmoderno que sale del bosque y se aparece en palacio en un santiamén, para darle a los ricos el dinero y los perfiles de los pobres. A la vez, vive de la creación de relatos, donde se trabaja no con lo real, sino con los verosímil, una categoría de la narración que tiende a persuadir sobre la base de “parecer verdad”. Con toda la información de la Deep web de Facebook (el chat), ese chantajista no tendrá problemas a la hora de pedir favores a cambio de develar información sensible, o de imponerse como criterio único sobre un suceso entre su red de seguidores,

Para los que piensan que la mano invisible de Adam Smith era una fábula, este troll es la prueba de que existe y favorece a los poderosos de siempre.

La muerte de tu yo

Poco a poco, desde que surgió la red social, has ido muriendo, ahora existes más en el plano virtual e incluso seguirás ahí luego de que mueras, cuando tus amigos vean que el bombillo de tu chat se enciende e incluso ¡hasta posteas algún mensaje! Si fuiste un ser influyente, intentarán llevar ese liderazgo hacia una de los intereses que tiene el poder mundial con respecto a tu entorno, si no acatas esa intención te lincharán.

Tu vida se volvió una película, la ficción que necesitan los amos del sentido del mundo, ahora vas a ingresar las filas de ese ejército de ovejas que tiran del carro de la historia en sentido contrario al bien de la humanidad y ni siquiera puedes eliminar esa maldita cuenta de Facebook, ya que solo la invisibilizas para ti y el usuario común como tú, pero sigue esa maldita cuenta viva ¡it is alive! No hay nada que hacer.

Solo un pequeño grupo de los que están en Facebook sienten esta presión, aquellos que tienen cierta influencia en la vida social offline y que no son sujetos a manipulación, los que viven de forma auténtica, para ellos existe el chantaje, ya que así se les silencia o se les descaracteriza.

Los troles y la información de la Deep web son la base de la generación de fake news en Internet y tales bulos se dirigen a un poder real al que resulta necesario desempoderar desde el uso de contrainformación por lo general exagerada, falsa totalmente, hecha de mala intención. En cambio los usuarios comunes, no conocerán de frente al ogro de la web, ya que ellos no son interesantes como líderes, solo se les usa como colaboradores en la búsqueda de información y la creación de redes.

La muerte del yo auténtico a manos de estos ciberterroristas no tiene vuelta atrás, se trata del logro de un plan macabro, que consiste en vencer el liderazgo natural del ser humano, en doblegar sus ideas como hombre real y convertir así tanto a la web como al mundo offline en escenarios obedientes y silenciados. Los tanques pensantes supieron bien que la chispa de lo real comienza en las mentes y han creado a los apagadores para que actúen a tiempo y enciendan otras chispas de otro tipo.

Para aquellos que tengan dudas

Los amos del mundo piensan a largo plazo, generan ideas que esperan engavetadas hasta que surge la herramienta y aparece el momento ideal. Un libro como El país de los ciegos de HG Wells ya prefiguraba el mundo online de hoy, quizás porque el escritor inglés tuvo acceso a documentos que comprometían al poder o su imaginación y la lectura crítica de la realidad le dieron esa luz.

La ceguera servil e involuntaria se padece a diario en una red social que cumple con los parámetros de trabajo para el control de las mentes descrito por Allen Dulles, director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en plena guerra fría: poco a poco invertir los valores del ser humano y hacer que vean lo malo como bueno y viceversa, de manera que los líderes auténticos sean rechazados, puestos en la picota y finalmente víctimas del linchamiento más cruel y solitario. Ello, el control de la idea, le da al poder una impunidad para actuar en el mundo real, ya que se sabe que las leyes emanan de las costumbres y estas últimas de los imaginarios sociales.

Para los dudosos, que siempre piensan que se exagera, no hay más que mirar la milimétrica respuesta en red que se le da a acontecimientos que favorecen una agenda del poder mundial, desde el mensaje (la línea central) que lanza el “líder”, hasta el trabajo de zapa que ya desde antes y a diario viene haciendo el troll desde su puesto de subordinado de los tanques pensantes del chantaje y la inversión de valores.

El objetivo ya estaba casi logrado desde mucho antes, cuando llenaste las casillas con las opciones de “Registrarse” y “Crear cuenta” de Facebook. (Tomado de La Jiribilla)

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Mauricio Escuela
Lic. Periodismo por la Universidad Marta Abreu, estudiante de Ciencias Politicas por la propia casa de estudios, columnista de las publicaciones La Jiribilla y Cubahora. Se desempeñó como analista de temas internacionales en el diario Granma.

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