En la tarde de este primero de abril, en Centro Habana, se escucharon palabras que no resultaron extrañas a los oídos de los cubanos. Y es que a voces de tavarich y aplausos acompañados de urras quedó inaugurada una exposición de amigos, en la que también se unieron dos países: Cuba y Rusia.
La humorada del abedul o vodka con humor llegó hasta La Habana, no de manera casual, sino de la mano de Arístides Hernández, caricaturista, ilustrador y pintor autodidacta, más conocido como Ares.
Ares no olvidó nunca a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la Rusia de cuando él era joven y donde vivió como estudiante. Por eso, el pasado año aceptó la invitación de Omar Godínez, caricaturista cubano residente en Moscú, para hacer una exposición en aquella ciudad. Después de 9 550 kilómetros, nombre de la exhibición que realizara, quedó la deuda con los artistas rusos y fue así como nuevamente junto a Godínez fue pactada otra expo, esta vez en la capital cubana.
“La idea surgió como ocurre todo entre los humoristas: conversando”-responde Ares- y añade que la XXI Bienal Internacional de Humorismo Gráfico de San Antonio, era el mejor espacio para traer a Cuba el humor ruso.
El artista Vladimir Stanlov, uno de los miembros del jurado de la fiesta del humor gráfico, fue el encargado de traer la selección de las obras. Para él, estar ahora en Cuba es cumplir un sueño de antaño: “Si antes de una manera virtual y teórica amaba a Cuba, pues ahora la amo de verdad”. Pero, lo que más atrapa a Stanlov es la nobleza y hospitalidad del pueblo cubano y la actitud ante el humor.
“La idea de la expo es unir a los dos países en un mismo espacio cultural”, añade Stanlov, quien en la misma sala del estudio Ares, donde los visitantes toman vodka con naranja en sustitución del humor, canta la guantanamera guitarra en mano, con la soltura de un cubano más. Pero, ¿por qué una muestra de humor ruso y cubano? Tal vez porque miramos el mundo a través del prisma de la caricatura, respondió Stanlov.