Muchas veces uno comparte las trincheras cotidianas con compañeras y compañeros que han vivido lances interesantes, hasta maravillosos, y anda cegato ante esas realidades. En gran medida obstaculizan la visión, el trato diario, la relación cercana, que van del saludo, pasan por enfrentar valladares parecidos en la labor y el hogar, y llegan a la restauración de fuerzas en el mismo comedor o el goce de la tacita de café mientras comentamos sobre las últimas hazañas deportivas o las peripecias de las telenovelas. En lo personal, he buscado y atrapado hazañas o el simple quehacer de tierras lejanas al recorrerlas por medio de lecturas y espacios de radio y televisión.
Válido, cierto, pero he tenido muy cerca realizaciones para contar. Intentaré, ahora, saldar una deuda relacionada con lo expresado en las primeras líneas del párrafo anterior. Ricardito por aquí, Ricardito por allá, y desde hace bastante tiempo no es aquel chiquito que le cuidaba el guante o la cámara al padre, Ricardo López, mientras este bateaba y en cuanto tenía un chance imitaba con el madero los “suinazos” de los peloteros adultos.
Lo he visto crecer en lo físico -me saca alrededor de 25 libras y al menos tres pulgadas- y en lo profesional, donde Ricardo López Hevia se ha hecho un magnífico cazador de imágenes de las lides del músculo en el barrio, en un campeonato nacional o un certamen internacional; a esas ha asistido por méritos propios y no viaja como maleta que solo trae de los recorridos etiquetas y recibos.
Con su arma creadora ha sabido traer tantos pedazos de historia, lejos de quedarse aferrado a la acción o lo noticioso: en su búsqueda –encuentra lo artístico y lo humano- aun atrapa todo lo posible de lo interior del hecho o del personaje captado desde lo exterior. Él va más allá de lo que se ve a simple vista como buen artista, como buen periodista… y lo universaliza bien condimentado.
En ello es determinante su entrega y ser un especialista en la materia. ¿A quién se le ocurriría lanzar al ruedo de un clásico beisbolero o de halterofilia, que ignora y hasta pide un mínimo técnico para comprender la magia del doble play o conocer por qué se eliminó la prueba de fuerza (press) en el levantamiento, respectivamente?
Como este joven no se queda adherido a la técnica y la creatividad de su labor, ocupa puestos de avanzada en lo ciudadano, no se aparta de la primera línea en la brega política, y le aplaudo que mantenga en esos andares su opinión propia. Agrego: es el presidente de la prestigiosa Liga de Softbol de la Prensa y ocupa la receptoría del equipazo de los medios nacionales.
Retorno a sus logros profesionales: es el mayor triunfador del género en el Concurso Nacional de Periodismo Deportivo José González Barros, y el gran salto arribó con su victoria en el certamen internacional convocado por la Asociación Internacional de la Prensa Deportiva (Aips) al ser galardonada su foto como la mejor de todas las centenares enviadas desde la mayoría de los países del mundo.
Ricardito, orgullo del diario Granma, es el gran heredero de lo conquistado por la generación anterior de tantos fotorreporteros nuestros especializados en la citada esfera que tuvieron en Agraz, Moré, Rocamora, Lorenzo, Panchito y al propio padre… a varias de sus figuras de vanguardia. A lo cubano: ¿Ricardito…? ¡Ricardazo!