Revista cultural Imagen, emisora CMKC, Santiago de Cuba. Era mi día, era la entrevista principal de la semana. Una entrevista es una inmersión, un desafío, es beber de un suspiro el espíritu de otra vida. Así lo asumía cada vez. Así sigo.
La concepción del espacio planteaba cuatro momentos para el diálogo. Se procuraba un suspenso para enlazar el siguiente tiempo. Tuve la suerte de conversar en vivo, de compartir, de aprender con personalidades de la talla de Eduardo Rivero Walker (Premio Nacional de Danza), Electo Silva (Premio Nacional de Música), Marta Mosquera (Premio Nacional de Diseño), entre otros.
Joel James Figarola llegó una tarde al estudio con la sinceridad al filo, con sus botas de combatiente. ¿Quién no lo conocía? Director de la Casa del Caribe y fundador de la Fiesta del Fuego. Una robusta obra ensayística, investigativa, narrativa, organizativa, filosófica y revolucionaria le respaldaba.
Siempre me sobrecogió aquella idea, columna vetebral de su pensamiento, de que en la cultura popular y tradicional se afinca la independencia de nuestros pueblos. Develó al Caribe más como espacio cultural que como contexto geográfico. La entrevista se asomó a estos temas:
―Esa cultura que surge, que hace y defiende gente anónima, es un milagro y es un misterio. No todos la cuidan ni la comprenden. Todavía subsisten muchos prejuicios, y sobre todo, mucho desconocimiento, aseguró.
Nos enrumbamos hacia el cubano más universal. La Editorial Oriente había apostado por él al publicarle a finales de los noventa su libro José Martí en su dimensión única, en la cual destacó “la futuridad palmaria” de nuestro héroe nacional.
―Estamos lejos aun de la la sociedad que soñaba Martí… y pasó a contar anécdotas sobre la fundación del Festival del Caribe, vivencias personales, utopías y desgarrones, júbilos y descubrimientos, e incluso sobre las debilidades de nuestra Constitución de entonces, todo con la autoridad de la pertenencia, con la pasión de los fundadores.
En su libro Vergüenza contra dinero, editado por vez primera en 1996 y reeditado luego tantas veces, James Figarola, escrutador de nuestro devenir histórico, había señalado:
“¿En cuáles honduras de (…) nuestro tejido social, de nuestro inconsciente colectivo, se agazapan, como inadvertidamente durante prolongadas etapas para luego saltar alevosamente, la corrupción, el atropello, la autoridad envanecida, el nepotismo, el amiguismo, el beneficio personal a ultranza y sus congéneres cercanos e inevitables: el divisionismo, el intervencionismo y el anexionismo?”. (1)
Al final de la entrevista, llegaron los comentarios, llegó un sorbo de ron. Su mano se posó en mi hombro antes de bajar las escaleras.
La producción intelectual de Aníbal Joel James Figarola (13 de enero de 1942-27 de junio de 2006) fue hecha en medio de muchas responsabilidades y avatares. Todavía hay mucho de ella por descubrir y aquilatar. Por estos días se celebra en Santiago de Cuba un coloquio dedicado a su figura y a su obra. Yo nunca olvido aquella tarde en que llegó al estudio con la sinceridad al filo, con sus botas de combatiente.
NOTA:
- Joel James: Vergüenza contra dinero. Ediciones Caserón, UNEAC, Santiago de Cuba, 2008, pp. 23-24.