Por Vladimir Pérez Casal
Lo primero que pintaron los seres humanos fueron aquellas realidades figurativas que los circundaban, fueron animales, escenas de caza, escenas de la vida en grupo; más tarde el lenguaje visual ganaría en autonomía y aparecerían las manchas y las sombras. La pintura solía estar hecha con sangre de animales, heces, tierra de diferentes colores, carbón, plantas machacadas, resinas de árboles, grasa animal. Con los años, a lo que no era figurativo se le llamó abstracto, y la polisemia de su interpretación se hizo tal y tanto, que provocó incomprensión.
En la primera década del siglo XX comienza, al unísono, en Alemania, Checoslovaquia, Hungría y Rusia a desarrollarse una serie de tendencias pictóricas que dan la espalda a lo figurativo, como tendencia. En sus inicios, el arte abstracto dio lugar a grandes polémicas y discrepancias, por lo general, quien no comprende se siente agredido, quien no aprende a leer ni educa su concepción visual del mundo, también se siente agredido, así sucedió al inicio, pero con el tiempo el abstraccionismo se convirtió y se ha convertido en una fuente inagotable de ideas para los artistas y ya nadie se atreve dudar de su identidad.
Aquellos pintores buscaban un orden y una racionalidad que excluyera ser una referencia inmediata del mundo exterior, querían ser capaces de “recoger” las fuerzas de la naturaleza. La primera tendencia del abstraccionismo viene influenciada por las emociones, la música, la psicología y por los principios de percepción de lo real; trata de encontrar un lenguaje que se base en la función expresiva y simbólica del color, en el ritmo de las analogías de las llamadas formas puras; y entonces un Vasili Kandinsky deja a todos perplejos con su “Primera acuarela abstracta” de 1910.
La segunda propensión va hacia el uso de las figuras geométricas, con un rigor cuasi matemático y con una simplificación radical de la abstracción geométrica. Piet Mondrian hace su “Composición A” en 1923, en un estilo constructivista que influenciaría a la arquitectura y concretamente al futurismo, un poquito después.
Y es en esa búsqueda de las emociones que me encuentro con la erosión física y temporal de la materia de la pintura que propone Jorge del Riego Godoy (La Habana, 1968) con su experimentación con la tierra y los óxidos, con la sal, con los colores claros y las texturas multiformes, con sus formatos grandes, los mismos que utiliza para poder ampliar los espacios visuales exteriores y hacer que correspondan con lo que refleja su interior.
Godoy sigue la línea hoy de sus anteriores propuestas expositivas: Tesitura interior (galería Servando Cabrera, 2011), Olvido (Casa Carmen Montilla, 2012) y Resiliencia, (Galería 11, Fundación la Naturaleza y el Hombre, 2015), haciendo corresponder sus motivaciones, las que confiesa, provienen del acontecer diario, de la capacidad humana, de cualquier organismo y organización social de absorber perturbaciones sin alterar significativamente sus características y su funcionalidad[i].
El pintor trata, incesantemente, de buscar la paz y promover una cultura ambiental en cada una de sus obras.Hay una agradable sorpresa en el planteo estético y la forma de resolverlo en sus cuadros, por otra parte, llama la atención el uso del espacio en los soportes que utiliza (tela, madera, cartulina) y en sus trazos, chorros, transparencias, montículos, estos nos hacen llegar a la figuración abstracta de una mirada que provoca en el espectador una sensación de algo fresco, espontáneo, aunque no carente de disciplina[ii].
A Cuba llegó el abstraccionismo en los años 50, cuatro décadas después de aquel iniciático cuadro de Kandinski. Guido Llinás, Hugo Consuegra, René Avila, Antonio Vidal, Fayad Jamis, Tomás Oliva, Agustín Cárdenas, José Antonio Díaz Peláez, Francisco Antigua, Viredo Espinoza y José Ignacio Bermúdez, serían conocidos como “Los Once” (1953-1955). Siete pintores y cuatro escultores, 11 artistas que participarían en la primera e iniciática muestra conjunta.
Después vendrían otros como: Raúl Martínez González (de quien Godoy se confiesa admirador y seguidor), Salvador Corratgé, Pedro de Oraá, Luis Martínez Pedro, Julio Girona, Antonia Eiriz Vázquez (Ñica), Gilberto Frómeta, Pedro García Espinosa, Flavio Garciandía, Carlos Llanes, Rigoberto Mena, Julia Valdés, Carlos Trillo y otros más[iii].
En la abstracción no hay mímesis o reproducción fiel o verosímil de lo natural, no hay modelo anterior, no hay nada que no llegue directamente de la imaginación o de la conciencia del artista.
El abstraccionismo representó, y en alguna medida lo sigue siendo, una revolución en la sensación visual, rompió con la representación física de los seres y de los objetos, destruyendo la reconstrucción lógica de la realidad desde diferentes puntos espaciales y el color creó, crea, planos y módulos que atraen al espectador a acercarse a la superficie pictórica, dibujando distorsiones y exagerando sus formas.
Godoy, en sus telas, nos hace detenernos ante aquello que solapadamente se encuentra “…destruido en nuestra memoria, sometido al vacío y a la desesperanza de la incertidumbre”.
Un algo, nuevo, que nos conecta con su imaginación a través del uso de una diversidad de colores tenues, calmados, atemporales, insonoros, inodoros, en una invitación a la quietud, a la reflexión, a la observación de esas tesituras interiores que acompañan a los seres humanos, que alimentan el alma que nos acercan a la idea primigenia de armonizar con la naturaleza y a hallar o al menos tratar de encontrar la necesaria paz, en el turbulento camino de la vida. Una forma de reconectarnos con el resilio latino, con la vuelta atrás, con el resaltar, con el rebotar, con el recomienzo. Una paz que no aparece en la turbulencia del diario acontecer, que se busca, constantemente, y se encuentra –a veces- en el trabajo y en la pintura.
[i] Ver Hoz, Pedro: http://www.granma.cu/cultura/2015-05-11/el-arte-junto-a-la-naturaleza-y-el-hombre
[ii] Ver Alberdi, Virginia: http://epoca2.lajiribilla.cu/2011/n516_03/516_16.html
[iii] Ver García Peraza, Luis. La abstracción en la pintura cubana. Arista Publishing Co, 428 p.
Godoy es uno de los mejores pintores abstractos cubanos que además de sus habilidades pictóricas y desbordada imaginación a la hora de utilizar materiales y color que hacen de su obra un abanico de emociones que nos hacen querer ver más, hace de los títulos de sus obras verdadera poesía..