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Hasta siempre, Alí

Tristeza absoluta. Hablamos no hace tanto de agregar un nuevo capítulo a “Antes de que se me olvide” y de la revisión que le debías a un libro dedicado a Magoya, tu jefe en la guerrilla que vino a La Habana herido ya de muerte y “se nos fue como rayo”. Tengo las transcripciones de esa conversación con el Comandante Magoya, a ratos inexplicables, porque se me escapan los nombres de los personajes y los venezonalismos intrincados del viejo revolucionario.

En los últimos tiempos volvíamos una y otra vez a los días de la guerrilla y repasábamos los cuentos de la clandestinidad y de la guerra, con Magoya, El Cabito y el Catire Larralde como protagonistas que, si no fuera por la devoción que le tenías a la verdad, habrían parecido personajes inventados por un loco. “La realidad siempre es más delirante que cualquier novela”, dijiste.

A veces pienso que la del Comandante Fausto fue la etapa más plena de alguien que estuvo, no en los márgenes, sino en los hechos y fechas recordables de la Historia de Venezuela en los últimos 60 años: el derrocamiento del dictador Pérez Jiménez, la clandestinidad, la guerra y la paz, los informes de la CIA, la Revolución pospuesta, las batallas partidistas y parlamentarias, el Caracazo, Hugo Chávez antes, durante y después de la rebelión de febrero de 1992, la OPEP, el Golpe de Estado del 2002 y el Paro Petrolero, las tensiones de varios ministerios, UNASUR, la Embajada de Venezuela en Cuba…

No hay otro venezolano que haya vivido tan intensamente y por tanto tiempo la Historia en mayúsculas de su país y que lo llevara con tanta humildad, decencia y aplomo. Quizás porque te habías visto tantas veces frente a la muerte y no le temías. “Ya la conozco. De alguna forma ya la conozco”, y me contaste de Samuel Beckett que hablaba de la “extraña obligación de seguir adelante”.

Cada vez que escuche “bella ciao” recordaré que la cantamos juntos con el Malecón de testigo, felices de haber terminado aquel libro tras cinco años de idas y vueltas de La Habana a Caracas. Inevitablemente volveré a abrazar aunque sea mentalmente al amigo, último de los partisanos que nos quedaba en este mundo.

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Rosa Miriam Elizalde
Periodista y editora cubana, Doctora en Ciencias de la Comunicación y profesora de la Universidad de La Habana. Columnista del diario La Jornada, de México. Tiene varios libros publicados. Fue fundadora y editora del semanario digital La Jiribilla y del diario on line Cubadebate.

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