A finales del siglo XIX uno de los fotógrafos más celebres y activos de la ciudad de Nueva York fue el cubano Antonio Moreno Llinás, pintor, artista fotográfico y propietario de la Galería Moreno & López. Sin embargo su obra y su actitud patriótica son poco conocidas entre nosotros.
Moreno se estableció como pintor en la ciudad de los rascacielos en los años en que su coterráneo José María Mora era el más famoso de los fotógrafos retratistas. En la galería de Mora había una gran variedad de telones pintados de paisajes y rincones pintorescos que se complementaba con una utilería acorde con las exigencias de su clientela principal: los artistas del teatro y la ópera. De su galería salían diariamente miles de retratos tamaño “Cabinet”, que medían 4 por 6 pulgadas, con los rostros de los artistas más aplaudidos de Nueva York.
El éxito de Mora animó a Antonio Moreno a estudiar fotografía, química, iluminación y decoración no solo para retratar en una galería sino también en los teatros tomando a los actores en distintas poses durante los ensayos generales y así poder colocar las fotografías en las carteleras como un avance de lo que el público vería en la función, para anunciarlos en la prensa o simplemente como un recuerdo de la obra.
En esos años el uso de la electricidad no se había generalizado y en los teatros se utilizaba el gas para iluminar el escenario. Aunque era posible dirigir la luz con pantallas y regular su intensidad graduando la llama o utilizando filtros de colores, no era lo suficientemente potente para que las lentas placas fotográficas de aquellos tiempos pudieran captar instantáneas. Tampoco podía usarse el flash de magnesio dentro de los teatros por lo peligroso de su manipulación y porque una vez detonado dejaba impregnados en los telones, decorados y muebles un polvo blancuzco difícil de eliminar.
En 1881, Moreno compró la galería del fotógrafo José López, situada en la calle 14, y lo dejó de socio. Puso en práctica novedosas iniciativas, como hipersensibilizar las placas y proporcionar comodidad a los artistas mientras permanecían quietos el tiempo necesario para impresionar una escena en la plancha fotográfica. También experimentó con la luz de arco. Su gran talento como fotógrafo, artista e innovador y su brillante participación en las exposiciones fotográficas que se efectuaban en las salas de arte merecieron los elogios de la crítica y de los directores y artistas. Fue también uno de los miembros más activos de la Association of Operative Photographers y del American Institute.
El incremento del trabajo obligó a Moreno a aumentar el personal y contrató a varios artistas y técnicos, entre ellos al español Antonio Urda, que estuvo a cargo de la sucursal en Matanzas de la importante galería fotográfica del artista neoyorquino G. E. Gray, y también al experimentado impresor mexicano Domingo Costello. Por cierto, el diario The New York Times publicó en la primera plana bajo el título “A Quarrelsome Man’s Suicide” la noticia de que durante una discusión, el 27 de abril de 1885, el fotógrafo Antonio Urda, de carácter muy violento, había matado a Costello en el cuarto oscuro de la galería e inmediatamente se suicidó con los reveladores de las películas a su alcance, que contenían químicas mortales. A partir de este suceso todos los empleados de la galería de Moreno fueron anglosajones.
En 1890 Moreno publicó un libro impreso por la Compañía Taber Art que contenía fotografías de hermosas modelos en poses muy elegantes y atractivas, logradas con excelente iluminación.
Esta galería era muy visitada por la colonia cubana de Nueva York y allí se retrataron varios patriotas cubanos, entre ellos José Martí y Máximo Gómez. El célebre fotógrafo también captaba escenas de las veladas artísticas y literarias que se realizaban en el Club Patria, durante las cuales se acostumbraba a presentar “cuadros plásticos” de escenas alegóricas a la lucha mambisa y la patria cubana.
Algunas fotografías de estos cuadros plásticos captadas por Moreno fueron publicadas en la revista quincenal ilustrada Cuba y América, fundada en Nueva York en 1897 por Raimundo Cabrera, donde se narraban episodios de la guerra de Cuba y colaboraban cubanos como Manuel Sanguily, Enrique José Varona, Nicolás Heredia y otras conocidas figuras de nuestra intelectualidad.
Moreno se retiró en 1909 y vendió la galería con el valioso archivo de negativos que había acumulado durante sus 28 años de carrera en Nueva York al fotógrafo norteamericano Morris. De ahí que la importante obra fotográfica de este cubano, como el retrato de José Martí y Máximo Gómez, aparezcan indistintamente sobre cartulinas de fotógrafos diferentes y con una misma dirección: las de Moreno que originalmente las captó antes de 1909 y las de Morris que las reprodujo después.
Con la publicación de estas fotografías recordamos y rendimos homenaje a Antonio Moreno, un ilustre fotógrafo cubano en Nueva York
Fuentes:
- Revista Cuba y América New York octubre y noviembre de 1898
- https://broadway.cas.sc.edu/content/antonio-e-moreno. Consultado el 22 de octubre del 2018
- “A Quarrelsome Man’s Suicide,” publicado en la primera plana del diario New York Times del 4 de mayo de 1885
- Mario Guiral Moreno: La autenticidad de un grupo histórico. Trabajo presentado en el XI Congreso de historia celebrado en Trinidad los días 27-30 de mayo de 1955.
Qué interesante el fotógrafo cubano Moreno, de Nueva York. Estoy escribiendo un trabajo sobre un fotógrafo mexicano en Nueva York en esa época y quiero citar este artículo. ¿Cómo debo citarlo a pie de página? Gracias. Saludos de México.