Compañeras y compañeros, colegas todos:
Repitamos un tanto sumariamente que el periodista se define, en esencia, por una cultura capaz de asociar fenómenos disímiles y a la vez por el dominio del estilo y la técnica de los géneros. Parecería que bastaran ambos dones para proponer el arquetipo eficaz de nuestra profesión. Pero preguntémonos qué modelo de periodistas seríamos si la ética fuera un factor apenas nombrable o relegado a un código apenas leído o tenido en cuenta.
La ética, por tanto, no es una opción como podría serlo la fotografía para un redactor. Con el manejo eficiente de una cámara, el periodista sería un profesional más completo, aunque si necesitara un reportero gráfico no sería una deshonra. Es lo que ha indicado la tradición al especializarnos. Además, el ojo que encuadra a través del lente y el dedo que oprime el obturador, habrán de pertenecer también a un especialista signado por el conocimiento y el talento. Fotorreportero tampoco lo será cualquier bienintencionado. Y tanto el periodista experto en la palabra que informa y argumenta, el fotorreportero ducho en condensar la imagen que revela lo que el texto no puede, como todas las demás especialidades reconocidas en el periodismo, necesitan de la ética.
Cuando hoy muchos condenan las llamadas fakes news, no dudemos de que ese remedo de versión periodística de la realidad carece de ética, y nos está ofreciendo un periodismo que en vez de informar, engaña, y en vez de orientar, desubica o desvía la percepción del receptor.
Qué pobre sería nuestra profesión y nuestro talento si no tuviéramos ética. Es más, parece que cuando eligen a uno de nuestros colegas para una misión especial, posiblemente lo primero que se tiene en cuenta es su ética. ¿Es honrado? ¿Es leal? ¿Es capaz de morir por la verdad? Y luego preguntarían por las dotes estilísticas y técnicas. ¿Acaso nuestras habilidades bastaron, o bastan, cuando hemos tenido, por ejemplo, el privilegio de acompañar a delegaciones de alto nivel político, o nos han enviado a cubrir misiones delicadas o peligrosas?
De modo, pues, que la ética no es una palabra que se inscribe como título de una especie de reglamento. En Cuba, el primer código de ética del periodista lo aprobó un congreso nacional convocado en 1941. Por nuestras lecturas sabemos qué era la prensa en aquellos años; con honradas y honrosas excepciones, los medios servían a los intereses espurios de la clase y las castas dominantes. Desde luego, la propuesta de un código de ética partió de delegados honrados, imbricados en el mejoramiento de aquella sociedad regida por el capital y por ende por una generalizada ausencia de ética.
En cumplimiento de un acuerdo del X Congreso de nuestra organización, los periodistas cubanos comenzamos una faena que eleva a primer plano la ética y su Código. Lo hacemos en un momento importante para el país y para el sector, en medio del debate popular sobre el proyecto de nueva Constitución y cuando se avanza en la implementación de la Política de Comunicación.
Delegación por delegación, provincia por provincia, los periodistas leerán y discutirán nuestro código para enriquecerlo. Es este un proceso apropiado para que todos nos convenzamos de que nuestra sociedad no puede admitir el ejercicio del periodismo, sin que lo acompañen principios morales que realcen nuestro apego a la verdad y el respeto por las fuentes. Y, sobre todo, el respeto hacia los destinatarios de nuestras informaciones, nuestros artículos, nuestros reportajes.
En las breves páginas del Código del Ética del Periodista se aprecia su finalidad. En el periodismo, lo sabemos, cabe la polémica, el desacuerdo; caben visiones distintas. Pero no cabe dirimir las contradicciones con insultos, medias verdades, violencia, o con malabarismos verbales que solo invoquen la pobreza moral que su empleo entraña.
Este proceso de análisis y debate es como una prolongación de nuestro último congreso. Es su saga. Una saga que nos invita a pensar, a discutir, a proponer éticamente nuestros criterios. De estas asambleas saldrán las propuestas que complementarán nuestro código ético. La Comisión Nacional de Ética las valorará y el documento resultante será sometido al Comité Nacional de la Upec.
Habremos de recordar que existen principios éticos porque existen los demás. Es la manifestación del respeto que merecen nuestros colegas, nuestros lectores, oyentes y televidentes. Y, sobre todo, la ética y sus reglas determinan la vara con que medimos la relevancia e influencia de la profesión periodística en nuestra sociedad socialista.
Comisión Nacional de Ética. 17 de agosto de 2018