Estamos en el centro de Nueva York, en Manhattan, a la entrada del edificio donde se deciden los hilos de la diplomacia mundial . Las Naciones Unidas. Quizás usted como muchos se ha preguntado cómo es posible que la voz de una pequeña isla , de solo 11 millones de habitantes, resuene con tanta fuerza cada vez que uno de sus líderes habla ante ese hemiciclo, donde están representadas todas las naciones del orbe. Y lo cierto es que se trata de un derecho ganado.
Cuba dejó de ser solo una isla el 1 de enero de 1959, la revolución de la Sierra Maestra le abrió un espacio decisivo en el mapa político mundial. Aquí estuvo Fidel Castro en 1959, poco después del triunfo de la Revolución, pero hizo historia en 1960, cuando habló en las Naciones Unidas por más de 4 horas.
Cuando un hotel de esta ciudad de Nueva York, del centro de Nueva York, le exigió condiciones extremas, Fidel ordenó que se compraran casas de campaña y estuvo a punto de acampar en uno de los jardines de las Naciones Unidas.
Pero una invitación de Malcolm X y Bob Taber lo llevó al barrio de Harlem, donde viven los pobres, los humildes, los puertorriqueños, los negros de Nueva York.
Contrario a lo que muchos creen, el territorio que ocupa las Naciones Unidas no es propiedad de los Estados Unidos, sino que está bajo la jurisdicción de la propia Organización.
Lo que sucede es que a Washington de vez en cuando se le olvida e intenta imponer su voluntad.
Cuba nunca ha pasado desapercibida en Nueva York ni tampoco en las Naciones Unidas . Así sucedió cada vez que Fidel hizo alguna visita y también cuando el General de Ejército asistió a las celebraciones por el 70 aniversario de las Naciones Unidas en septiembre del 2015.
La visita del nuevo presidente cubano, Miguel Díaz Canel, también levanta muchas expectativas. Es la primera vez que asiste a las sesiones de la Asamblea General y también la primera vez que visita los Estados Unidos.
Lo que nadie pone en duda es que en ese hemiciclo se escucharán una vez más los temas que Cuba ha defendido durante décadas: el derecho a la paz, la necesidad de un desarme equitativo y el derecho de las naciones pobres a condiciones internacionales que le permitan un desarrollo justo.
La diplomacia cubana, a diferencia de otras que se mueven según sople el viento, se basa en principios y valores, y esos siguen siendo los mismos que en 1960, cuando Fidel dijo: cese la filosofía del despojo y cesará la filosofía de la guerra. (Tomado de Dominio Cuba)