En muchos sentidos las culturas griega y romana han dejado una profunda huella en nosotros, latinos de este lado del océano Atlántico, habitantes de este pequeño archipiélago que es el corazón alargado del mar Caribe.
Si usted lo duda, mire a su alrededor y seguramente en algún sitio de su geografía encontrará algún topónimo inspirado en ellas o, quizás, el nombre de alguna planta. Vayan como ejemplos, la provincia de Artemisa, la designación de Matanzas como “la Atenas de Cuba”, y esa planta, ese arbusto de hermosas flores, que llamamos júpiter.
De igual modo, los nombres de los días de la semana están inspirados en elementos de esas mitologías: el martes está dedicado a Marte, dios de la guerra; el miércoles, a Mercurio, dios de los comerciantes; el jueves, a Júpiter o Zeus, rey de los dioses, y el viernes, a Venus, la diosa de la belleza.
Lo mismo ocurre con los nombres de algunos meses: enero está dedicado a Jano, el dios de las dos caras; febrero procede de la palabra latina februa, con la que los antiguos romanos denominaban sus festivales de purificación celebrados en este mes; muchos consideran que el origen del nombre de mayo y junio se halla en los términos latinos maiores, “mayores” y iuniores, “jóvenes”, pues se dedican a la juventud y a la vejez respectivamente; julio recibió su nombre actual en honor al primer emperador de Roma, Cayo Julio César Octavio Augusto.
Hay un aspecto singularmente interesante; me refiero a las locuciones o latinismos, algunos de los cuales utilizamos con muchísima frecuencia.
Un ejemplo es Alma Mater, que significa “madre nutricia” y era utilizado por los romanos para referirse a la patria, aunque hoy su sentido ha variado y simboliza, en general, a las universidades y se va haciendo común también utilizarlo para designar a la persona que es centro de un proyecto importante.
Otro ejemplo curioso es Mare Magnun, que, aunque literalmente significa “mar grande”, en los tiempos antiguos se usaba para nombrar, en especial, al Mediterráneo.
Otras locuciones latinas, generalmente usados en terminología legal o religiosa, en arte o simplemente en la vida cotidiana son: a capella (sin acompañamiento musical); ad hoc (a propósito); ad libitum (a voluntad); Alea jacta est (Está echada la suerte); alter ego (el otro yo); a posteriori (después de); a priori (antes de); casus belli (caso de guerra); curriculum vitae (carrera de la vida); de auditu (de oídas); de facto (de hecho); ex abrupto (hablar bruscamente, sin preparación); in vitro (en probeta); lapsus linguae (error de lenguaje); modus vivendi (modo de vivir); motu proprio (por propio impulso); non plus ultra (extraordinario); sic (así); sui generis (de su género); verbi gratia (por ejemplo) y muchísimas otras más.
De acuerdo con la última normativa de las Academias de la Lengua, estas expresiones se escriben en cursivas y sin tilde.
Siempre lo digo, no están tan muertas estas lenguas cuando tanto de ellas queda entre nosotros.