çNueva York.- “América first ha triunfado” afirma un artículo que cubre más de tres cuartos de la influyente página editorial de “The New York Times”, en su edición impresa de este 24 de septiembre.
En otras palabras: aunque a medio mundo le horrorice el nacionalismo a lo Trump, la filosofía de “Estados Unidos primero” ha calado más profundamente de lo que se atreve a reconocer la clase política de este país.
Robert Kagan -el autor del artículo- va más lejos, al afirmar que “los tres pilares de la ideología -aislamiento, proteccionismo y restricción de la inmigración- estaban ganando popularidad antes de que Donald Trump se convirtiera en presidente y pudieran durar más que su mandato.”
Una bandera de las barras y las estrellas desplegada a todo lo ancho del texto, con una minúscula bola del mundo en la punta de su asta y casi invisible en el conjunto, refuerza la tesis del articulista y explicaría el despectivo silencio de los medios estadounidenses– al menos los tradicionales- sobre la Cumbre de la Paz Nelson Mandela.
Si una se guía por los titulares impresos y los contenidos de los talk shows televisivos, las noticias más importantes de esta cosmopolita ciudad no tienen nada que ver con el resto del mundo. Todo lo que importa es la crisis en la nominación para juez de la Corte Suprema del conservador Brett Kavanaugh, que ya cuenta con una segunda acusación de violencia sexual y el regreso del golfista Tiger Woods a planos estelares.
La versión digital del NYT hoy, sí da cuenta de la develación de la estatua del líder sudafricano en la sede de la ONU, pero con una nota más enfocada en la incomodidad que genera el evento a la ciudad, que en su posible trascendencia. Dice el diario que el homenaje ha ocurrido:
“…en medio de una masiva operación de seguridad en una ciudad donde Mandela fue recibido por multitudes exultantes en 1990, unos meses después de que salió de una cárcel sudafricana, poniendo fin a 27 años de prisión bajo el gobierno minoritariamente blanco del país.”
Lo que soslaya el diario newyorquino, lo dijo Cuba, alto y fuerte, en la voz de su Presidente Miguel Díaz-Canel, quien en breves pero emotivos minutos en el podio de la Asamblea General, recordó que:
“… durante los oscuros años del apartheid y aún mucho tiempo después de ser elegido Presidente, a Mandela y a los más brillantes y honestos luchadores africanos, los mantuvieron en listas de presuntos terroristas.”
Vergonzoso pero cierto. Mandela, elegido el primer Presidente negro de Sudáfrica en 1994, ejerció hasta 1999, pero no fue hasta 2008 que el gobierno norteamericano lo borró de la lista de terroristas.
En los corrillos de las Naciones Unidas se comentaba esta tarde que Donald Trump estuvo hoy en la sede, pero ni se acercó a la Cumbre Mandela.
Cuesta trabajo imaginar el discurso que finalmente pronuncie la delegación oficial estadounidense en esta Cumbre, para la que se inscribieron más de 140 oradores, muchos de los cuales tendrán que hacerlo en una segunda sesión, prevista para el 2 de octubre, entre ellos los representantes del país que aloja a la ONU y ya se sabe que no lo hará con un funcionario de alto nivel.
De esta jornada quedan momentos memorables, como el tono crítico de casi todos los discursos; el grito de Graça Machel, la viuda de Mandela diciendo “ya basta” en referencia a las guerras actuales y las palabras de Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica, quien recordó que hace 20 años, durante su última visita a la organización mundial, Mandela había dejado una pregunta “…para quienes elaboran las más sofisticadas teorías para justificar su negativa a eliminar las terribles y aterrorizantes armas de destrucción masiva: ¿para qué las necesitan?”
Para Cuba, el primer discurso en ONU de su actual Presidente, miembro de una generación que dio su sangre por la independencia de las naciones africanas y el fin del apartheid, criminal política de segregación que fue herida de muerte en la gloriosa batalla de Cuito Cuanavale, “que no olvidamos”, como dijo Díaz-Canel emocionado, trayendo otra vez, a la memoria de todos los cubanos, las imágenes de Fidel y Mandela abrazados y llamándose mutuamente hermanos.
La ONU sigue teniendo su sede en el país equivocado. Pero a los pueblos con honor y respeto por la historia, no hay poder que pueda callarlos.