Por Astrid Barnet
Entre las obras más sobresalientes de nuestro Héroe Nacional José Martí escritas durante su estancia en Venezuela en 1881, y considerada una de las más relevantes de la literatura de este continente se incluye El Ismaelillo, poemario repleto de amor y ternura y de profundo anhelo por el hijo ausente, en el que vuelca todos sus sentimientos e ilusiones “los públicos y los íntimos”.
“Hijo:
“Espantado de todo, me refugio en ti. Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en tí // Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte en una forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi corazón. !Lleguen al tuyo! (…)” (1)
Mas, ¿por qué el nombre de El Ismaelillo a dicho poemario? Y, ¿cuál fue el destino final del hijo de nuestro Apóstol, y de su madre Carmen Zayas-Bazán?
Ante todo a la historiadora e investigadora Paula María Luzón Pí (Consolación del Sur, Pinar del Río-1954), debemos agradecer el título Vida de Ismaelillo. El Hijo de Martí (2), escrito con gran amor y honestidad “y que sin alardes críticos ni sicológicos, sabe hacerle justicia” a un personaje poco conocido como fue el primigenio del Apóstol de nuestra Independencia, hombre de fidelidad plena a la impronta de su padre, y quien con tan sólo 19 años de edad, e independizándose de su familia materna, se incorporó al Ejército Libertador, recibiendo del general Calixto García el grado de Teniente, por su heorico comportamiento en la toma de Victoria de las Tunas.
En relación con el nombre Ismaelillo, la autora del mencionado libro remite al lector a unas declaraciones del periodista y profesor universitario Jorge Mañach:
“(…) Pero los versos también llaman al niño Ismaelillo árabe…Si lo de Ismaelillo era sólo un recuerdo de otro niño cubano, ¿qué pertinencia podía tener hablando de Pepito? Y, sobre todo, ¿por qué lo de árabe? Podemos especular un poco. En el Viejo Testamento que Martí conocía tan bien, cuéntase que el patriarca Abraham tuvo un hijo con la egipcia Agar, al que le puso por nombre Ismael, que significa Dios oye. Los árabes tienen a ese Ismael legendario por progenitor de su raza. ¿Tendría ese fondo bíblico algo que ver con el bautismo literario de Pepito Martí? En tal caso, ¿qué recóndita asociación fue la que se estableció en la creación poética?”.
Algo que, de seguro, es tema obligado para una investigación.
Igualmente y refiriéndose al “Amor a los hijos” en sus Escenas Europeas -y con el pseudónimo de Orestes-, Martí escribe en la Revista Universal el 17 de julio de 1875:
“El hijo tendrá inteligencia porque la hubo del padre que lo creó; el hijo vivirá de amores, porque en amores fue concebida y fecundado; la alegría nace en el alma cuando la mañana nace en la tierra; todo vivo nace de vivo, y de ser noble todo el que alienta con nobleza”.
Tras la posición irrevocable de Carmen contraria a las ideas políticas del esposo, y que este comenta en una misiva dirigida a su amigo mexicano Manuel Mercado, el 6 de mayo de 1880 -“Carmen no comparte, con estos juicios del presente que no siempre alcanzan a lo futuro, mi devoción a mis tareas de hoy (…)”-, y sobre los períodos en que estuvieron separados Martí y su hijo, se hallan algunas referencias en los Cuadernos de Apuntes, a lo cual es justo agregar que durante el transcurso de la vida de José Francisco, Carmen siempre inculcó en él un gran amor y devoción hacia su padre, cuya vida y obra siempre tuvo en el más profundo recuerdo. En la obra literaria del Apóstol siempre puede apreciarse cuánto amó a su hijo y cuánto le dolía esta lejanía.
En su obra Luzón Pí recalca que Martí junto a su esposa e hijo “tan sólo pudieron compartir la vida aproximadamente 58 meses, o sea, unos cuatro años y diez meses de los 16 que tenía Pepito cuando Martí cayó en Dos Ríos. Él estuvo lejos de su amado Ismaelillo, por su entrega a la causa de la independencia de Cuba, once años y dos meses”. En octubre de 1891 aparecen en sus Versos Sencillos poemas de profunda huella autobiográfica, referidos a esa triste separación (3):
“Bien estará en la pintura
el hijo que amo y bendigo
!Mejor en la ceja oscura
Cara a cara al enemigo!”
Acerca de José Francisco, dicha autora menciona también su digna postura ante la propuesta de reelección del tirano Gerardo Machado en 1928 y cómo, junto a otros políticos e intelectuales presididos por Enrique José Varona y Juan Gualberto Gómez, lanza un manifiesto al país en el que se proyecta “Contra la reelección presidencial, prórroga de poderes, no reorganización de los partidos políticos y las medidas que imposibilitan la formación de los nuevos partidos”.
Tiempo después al responder a una injuriosa misiva del connotado periodista Ramón Vasconcelos, redactor de El País, plantea:
“(…) Hace treinta años, a los diez y siete de edad, señor Vasconcelos, no usaba yo uniformes de galones dorados, ni sable centelleante, ni abultadas hombreras de oro, sino la guerrera y pantalón de mambí, mi machete paraguayo en la cintura y sobre el hombro izquierdo la bandolera en que llegué a ostentar las estrellas de capitán, y entre mis diplomas conservo con especial orgullo uno que tiene una nota firmada por aquel caudillo, que ostentaba en su frente luminosa la afirmación indeleble de su heroísmo, y que textualmente dice “por su heroico comportamiento sirviendo en el cañón dinamita en la toma de la ciudad de Tunas de Bayamo”, Calixto García. Y no hago constar este hecho por pura vanagloria -ya que mi convicción de siempre ha sido que no debe alardearse de haber servido a la Patria-, pero creo llegado el momento, al decidirme actuaren la vida política de la República, de que por lo menos de conozca (…) No quiero esto decir y desde que cesé en el servicio activo de las armas, y como cubano, haya dejado de interesarme profundamente en los sucesos políticos de mi país; que haya sufrido con los errores, las ambiciones, las obcecaciones de unos y la indiferencia y egoísmo de otros que tantas horas de angustia, de dolor y de luto han marcado en las páginas de nuestra historia republicana, y que nos han envuelto en el torbellino de pasiones que han puesto en peligro hasta nuestra vida como país independiente. Precisamente para mí no hay otro remedio a nuestros males que la depuración de nuestra vida política en todos sus aspectos, y la educación más intensa, activa y frecuente de nuestros ciudadanos en el ejercicio de sus derechos y en el cumplimiento de sus deberes (…) !Tenemos que desarraigar tanta podredumbre, tanta audacia, y tanto desprecio por nuestro pueblo; acabar con esa oligarquía entronizada y encasquillada en privilegios y prebendas, romper esa muralla de intereses creados, que impiden todo paso hacia el mejoramiento de nuestra vida nacional en todos sus aspectos social, político y económico; que desprecia a la opinión pública, o niega su existencia, y que ha llegado al convencimiento de que ni siquiera vale la pena de hacer la farsa de unas elecciones por encontrar el procedimiento más cómodo del prorrogarse en el poder, sabe Dios hasta cuándo (…) Tengo para mí, sin embargo, la satisfacción del deber cumplido; fe y esperanza en la utilidad de la virtud y en el mejoramiento humano”.
José Francisco Martí y Zayas-Bazán: El Ismaelillo de José Martí, título que demuestra la fidelidad del hijo de Martí al pensamiento del Héroe de Dos Ríos, en especial, en dos momentos esenciales de su vida: cuando a sus 19 años de edad e independizándose por sí solo de su familia materna, decide integrar las filas del Ejército Libertador a las órdenes del general Calixto García, y cuando responde a una injuriosa misiva del periodista Ramón Vasconcelos, destacado por su servilismo a la oligarquía cubana. José Francisco Martí y … un título necesario y que en muchas de sus páginas resulta conmovedor y profundamente humano, al mostrar la actitud ante la vida de un hombre que bien supo elevar aquel pensamiento de su progenitor cuando afirmó: “(…) el verdadero hombre no mira de qué lado se sirve mejor, sino de qué lado está el deber” (4).
José Francisco Martí y Zayas-Bazán
Único hijo de nuestro Héroe Nacional José Martí, José Francisco Martí y Zayas-Bazán tras ocurrir la caída en combate de su progenitor, embarcó hacia Nueva York, donde de inmediato se puso a las órdenes de la Junta Revolucionaria que lo incorporó a una de sus expediciones, tomando parte en distintas operaciones militares en Cuba a las órdenes del general Calixto García Íñiguez.
Con 19 años de edad ingresa en el Ejército Libertador el 21 de marzo de 1897 y durante la contienda independentista obtiene los siguientes grados: Álferez, 22 de abril de 1897; Teniente, el 30 de agosto de 1897, por su heroico comportamiento como artillero en la toma de Victoria de Las Tunas y Capitán, el 18 de agosto de 1898. El primero de mayo de 1902 ingresa en la Guardia rural, hasta pasar después al Ejército, donde desempeña el cargo de Jefe de Estado Mayor General, desde el once de noviembre de 1915 hasta el 28 de julio de 1917, en que obtiene su retiro del servicio activo para ser designado Secretario de Guerra y Marina.
El también conocido Ismaelillo, fue nombrado Ayudante de Campo del Gobernador Provisional de Cuba, Charles A. Magoon, el primero de julio de 1906. Fallece en La Habana el 22 de octubre de 1945.
(1) José Martí. Poesía completa. Edición crítica. T.1, p.17.
(2) Paula María Luzón Pí–Vida de Ismaelillo. El hijo de Martí. Editorial José Martí. La Habana, 2017.
(3) José Martí. Poesía completa. Edición Crítica. T.1, p. 268.
(4) José Martí. Fragmento de discurso en conmemoración del Diez de Octubre de 1868, en Hardman Hall, Nueva York, 10 de octubre de 1890. T. 4, p. 247.