Cuando se produce un atentado, agencias y medios internacionales asumen con disciplina la versión oficial de los gobiernos (1) (2). Salvo que este se produzca en Venezuela.
Entonces, el intento de asesinato de un presidente electo se convierte en un “supuesto atentado” (3) o un “incidente con drones” (4). Los autores no son terroristas, sino un “grupo rebelde” (5). Y la prensa dedica páginas completas a las “dudas y puntos oscuros sobre la versión oficial” (6), que apuntan a un hipotético “montaje” (7) o “autoatentado” (8). Es la apología del terrorismo a la carta practicada por los medios corporativos.
Los mismos que nos hablan de una “crisis migratoria” venezolana en Colombia (9). Y son altavoz propagandístico del gobierno de Bogotá, preocupado “por la enorme crisis en Venezuela” (10) (11). Curiosamente, estos medios jamás han llamado “crisis” -ni siquiera “problema” migratorio- a la existencia de más de cinco millones de colombianos y colombianas -casi 200 mil en calidad de personas refugiadas- que viven en Venezuela (12).
Incluso hoy, tras el acuerdo de paz entre Gobierno y guerrilla de las FARC, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) denuncia que, en lo que va de 2018, hay en Colombia 19.000 personas desplazadas por la violencia, cifra que ya supera el total de 2017 (13).
Nada que importe a la prensa internacional. Como tampoco los 123 líderes sociales y defensores de derechos humanos asesinados en Colombia desde enero de este año (14).
Si tecleamos en los buscadores “marcha en Nicaragua” encontraremos solo manifestaciones de la oposición (15). Las marchas sandinistas, superiores en convocatoria, son invisibles (16). ¿Por qué? Porque contradicen el guión mediático, grabado a fuego en la opinión pública: el que endosa las muertes ocurridas desde abril solo a la represión gubernamental (17); oculta la extrema violencia opositora (18); y sataniza al Gobierno porque –nos dice- “se aferra al poder” (19). Que hace año y medio recibiera el 72 % del voto popular ¿no legitima algo ese “poder”? (20).
Leemos en el diario español “El País” que la Reforma Constitucional de Cuba es “puro teatro” (21), un simple “cambio semántico” (22). “The Washington Post” la califica de mero “traje nuevo y bonito” para un “régimen represivo” y “autoritario” (23). Curioso: porque durante tres meses el proyecto será discutido por la población cubana en 135 mil asambleas, en todos los centros de trabajo y comunidades (24). Es un proceso de participación sin precedentes, absolutamente inédito en el mundo. En el que podrá participar, vía digital, también la emigración cubana (25). ¿Dictadura, falta de democracia, régimen totalitario? ¿No les parece que en este relato de los medios sobre Cuba… hay algo no cuadra?
(1) http://cadenaser.com/ser/2017/
(4) https://www.clarin.com/mundo/
(5) http://caracol.com.co/radio/
(7) https://www.abc.es/
(9) https://elpais.com/
(13) http://caracol.com.co/radio/
(14) https://www.telesurtv.net/
(17) https://elpais.com/
(20) https://cnnespanol.cnn.com/
(21) https://elpais.com/
(22) https://elpais.com/elpais/