El Congreso de la UPEC que acaba de concluir eligió para presidente de esa organización a Ricardo Ronquillo, para vicepresidenta primera a Rosa Miriam Elizalde y para vicepresidentes a Jorge Legañoa y Ariel Terrero. Juntos, y con el apoyo de toda la Unión, tienen ahora la responsabilidad de continuar y llevar a mayor altura lo hecho hasta hoy en el sector, al cual pueden haberle faltado otras cosas, pero no dedicación, inteligencia, voluntad revolucionaria, entrega.
Los nuevos periodistas electos al frente de la UPEC tienen virtudes y preparación profesional más que suficientes para hacer un trabajo cada vez mejor, de modo que Cuba tenga un periodismo de calidad y eficacia crecientes: un periodismo que se acerque sin cesar a ese que el pueblo necesita, reclama y merece, y que, si sería necesario en cualquier momento, lo es todavía más en las complejas circunstancias nacionales e internacionales de hoy.
Ese periodismo, por el cual se ha clamado durante décadas, y que el recién Congreso defendió en el camino abonado por los precedentes, hará que la prensa cubana dé frutos cada vez mejores, más fértiles. Entre otras cosas, propiciará que nadie a título individual y con propósitos dudosos —para no usar otros calificativos— haga carrera denunciando al margen de nuestra prensa —si es que no burlándose de ella, impostando poses de periodista aguerrido—errores y problemas sobre los que ella debe ofrecer con claridad la información que corresponda difundir, para que el pueblo esté mejor preparado en todos los frentes y pueda dar a la defensa de la Revolución un aporte cada vez más sólido, lúcido, efectivo. Se necesita discreción, sí, pero en el sentido de inteligencia y capacidad para discernir, juzgar, divulgar realidades, enfrentar peligros cuando sea menester; pero no en la connotación de ocultamiento y escamoteo en la cual la palabra “discreción” parece que a menudo termina confinada. Ese es un error en el que naufragan las buenas intenciones, capaces de empedrar así el camino al infierno.
A la compañera y a los compañeros en quienes se ha depositado la honrosa confianza que han recibido con su elección para dirigir la UPEC en su nuevo período entre Congresos, mis felicitaciones, aunque estas sean bien poca cosa en comparación con las felicitaciones (premio y acicate) que merecen recibir de la sociedad toda, y con la tarea que están llamados a cumplir, y cumplirán, porque tienen capacidades más que suficientes para hacerlo, y porque el país no puede permitirse el letal dislate de desaprovechar sus potencialidades y, mucho menos, dificultarles su labor. ¡Adelante, Ronquillo, Rosa Miriam, Legañoa, Ariel! ¡Adelante equipo de dirección todo de la UPEC! ¡Adelante, UPEC! ¡Adelante, periodistas del país!