Licenciado en Periodismo en la Universidad de La Habana (2009), Wilmer Rodríguez Fernández, nació en Matanzas en 1984. Es reportero del Sistema Informativo de la Televisión Cubana, realiza trabajos con corte de documental sobre temas históricos, también se inserta del espacio de opinión y debate Cubadice y colabora con el diario Juventud Rebelde y Cubadebate. Fue corresponsal de la Televisión Cubana en la República Bolivariana de Venezuela y en la República de Ecuador entre 2014 y 2016.
Ha cubierto con osadía y eficacia el paso de los últimos huracanes por Cuba, de los que nacieron Estamos vivos y A pesar de todo, es comentarista de temas nacionales en los espacios informativos de la Televisión Cubana.
Obtuvo el Premio Nacional Anual de Periodismo Juan Gualberto Gómez, por la obra del año 2016, es Trabajador Distinguido Nacional del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Cultura, 2017 y en el actual año la Asamblea Municipal del Poder Popular de Unión de Reyes le entregó la condición de Hijo Ilustre de ese municipio matancero.
-¿Dónde naciste? ¿Qué hacen tus padres?
-En el poblado matancero de Alacranes, pertenecientes al municipio de Unión de Reyes en una familia vinculada, desde hace más de un siglo a la agricultura, forjada en el trabajo fuerte del campo, en la familiaridad y fraternidad, con una fuerte raíz en la cultura campesina.
Mi padre combatiente internacionalista en la guerra de Angola, 1985. Vinculado siempre a la producción de alimentos para el sustento familiar y en estos momentos se dedica exclusivamente a la crianza de ganado mayor para la producción de carne y leche.
Mi madre siempre se ha dedicado a las labores de la casa, la crianza de sus dos hijos y a la familia toda. Excelente tejedora. Todo cuanto hay en mi casa, ya sea en lo espiritual o material, ha salido de la tierra y el sudor.
-¿Por qué el periodismo? ¿Tenías otras opciones?
-Siempre quise ser abogado. Incluso aprobé los exámenes de aptitud a esa carrera pero de cogerla tenía que estudiarla en la Universidad de Matanzas. Entonces me decidí por Bibliotecología y Ciencias de la Información pues se estudiaba exclusivamente en la Universidad de La Habana, porque algo sí tenía claro: quería estudiar en la Colina Universitaria. Fue entonces, que al conocer en La Habana a destacados periodistas, así como a profesores y alumnos de Periodismo me decidí cambiar de carrera, porque me iba percatando que el periodismo era lo mío. Lo logré gracias a la ayuda de Julio García Luis, entonces decano de la Facultad de Comunicación, de Raúl Garcés, entonces Jefe de Departamento de Periodismo de la Facultad de Comunicación y a Jesús Arencibia Lorenzo, profesor de Periodismo. Concluí mis estudios de Licenciatura de Periodismo en 2009.
-¿Qué le debes a la Universidad?
-Que me haya enseñado a pensar, analizar y polemizar. En la Universidad, aquel guajirito del sur de Matanzas se acercó por vez primera a historias completamente desconocidas o mal conocidas. Y cuando digo Universidad no me refiero a las enseñanzas de los profesores en las aulas, sino a todo lo aprendido en esa etapa más allá de la Facultad de Comunicación. En esos años estudiantiles, además de tener responsabilidades en la FEU, comienzo a escuchar en conferencias en el Teatro Sanguily de personalidades como Alfredo Guevara, Eusebio Leal, Abel Prieto, Julio Fernández Bulté. Inicio amistad o conozco a prestigiosos periodistas como Guillermo Cabrera Álvarez, Katiuska Blanco, Eduardo Dimas, Arleen Rodríguez, Rosa Miriam Elizalde, Randy Alonso y Luis Báez, también con el intelectual y combatiente clandestino y guerrillero Juan Nuiry Sánchez, y todo ello va aproximando a aquel guajirito del sur de Matanzas a un pensamiento, una manera de actuar y de ver la vida, que le permite ir perfilando al ser humano y periodista que se formaba. Tal es mi amor por la Universidad que siempre que puedo subo la escalinata, camino por el rectorado, la plaza, la biblioteca o voy al Aula Magna. En la Universidad también está mi raíz.
-¿Te llegó o le llegaste a la televisión?
-La televisión no estaba entre mis proyectos de trabajo una vez graduado. Más bien me inclinaba por la prensa escrita, porque desde mis prácticas laborales me acogieron en el periódico Juventud Rebelde, un diario al que le debo mucho, con talentosos profesionales y excelentes seres humanos. Incluso mi tesis de licenciatura nada tiene que ver con la Televisión, pues es un libro de entrevistas a destacadas personalidades vinculadas al movimiento estudiantil cubano.
Durante mis estudios universitarios estuve también muy vinculado a la entonces Oficina de Información del Consejo de Estado donde radicaba la Mesa Redonda, Cubadebate y Telesur, y fue ahí que me aproximé por vez primera al mundo, y al mundo de la Televisión. Un lugar al que también mucho le debo.
En 2009, año en que me gradué el Vicepresidente del ICRT era Froilán Arencibia, quien mucho ayudó para que me ubicaran en el Sistema Informativo de la Televisión Cubana, y así empecé allí, en las madrugadas de redactor de noticias nacionales en la Revista Buenos Días.
-¿Tienes algún paradigma televisivo?
-Uno siempre tiene paradigmas, no son muchos, pero los tiene. En televisión me gustaba la manera de contar las historias de Gladys Rubio y Julio Acanda, o como dos jóvenes como Talía González y Maray Suárez se aproximaban a los temas más polémicos de Cuba o Antonio Gómez, El Loquillo, un ser humano del que aprendo todos los días. Pero más allá de la televisión tenía mi paradigma de periodista y era Guillermo Cabrera Álvarez. Por el Guille aprendí que mi periodismo debía estar entre lo histórico y lo polémico, entre las historias y los sufrimientos cotidianos. Él lo hizo mucho, y yo intento hacer cada día. Por eso es que lo mismo me pueden ver narrando las historias no contadas de José Maceo, Juan Gualberto Gómez y Manuel García, que opinando de complejas situaciones de indisciplinas que se han dado en determinadas escuelas cubanas, que de los problemas del transporte o la burocracia que a veces nos ahoga.
-¿Cuándo fue la primera vez que saliste en cámara? ¿Con qué?
-Salí por vez primera en cámara en julio de 2010, con una serie de reportajes sobre el asalto al Moncada, llamado Testigos del 26 en la que entrevisté a muchos protagonistas de las acciones del 26 de Julio de 1953.
-¿Por qué te gusta abordar la historia? ¿Disfrutas entrevistar a los mayores?
-La historia nos ayuda a comprender el presente y darnos algunas señales del futuro. No me acerco a la historia para narrar hechos cronológicos ni ver a las figuras en pedestales ni esculpidos en bronce o mármol como suele pasar con frecuencia en nuestro país, ya sea en su enseñanza en las escuelas como la forma en que se comunica en nuestros medios. Cada vez que veo a un colega recitando de memoria lo que un guionista le escribió sobre un hecho o una personalidad me indigno, porque eso no llega el televidente, además hablan de historias que no saben ni les interesa: ese es el teque que nadie soporta ya. Y ello trae consigo que rechacen la historia. O esa manera de hacer cambia, o estamos condenados a que nos apaguen. No podemos aburrir con nuestra historia.
Me aproximo a la historia para analizar, investigar, polemizar y también como una forma de hacer periodismo crítico, pues hay hechos que tristemente se han repetido siglo tras siglo y no acabamos de aprender las lecciones que nos da el pasado. Es imperdonable repetir errores del pasado, pero más lo es cuando volvemos a ellos por ignorancia. Y a veces ignoramos nuestra historia.
Me gusta entrevistar a personas mayores, porque en sus historias de vida hay muchas enseñanzas, además suelen ser muy buenos comunicadores. Nunca llego y les pongo la cámara frente a ellos y le hago las preguntas frías y distantes. Llego, hablo con ellos, logro empatía, intento ser coloquial, fuera de formalismos y con mucho respeto los provoco.
Entonces se sienten cómodos y me narran sus historias. Eso aunque se enseñe en la escuela no se aprende, sino que viene con uno, con el ser humano que se es. Además venero a mis abuelos, a los más ancianos de mi familia, a todos siempre les dedico tiempo para la conversación, para que me cuenten su ayer. Mi madre dice que eso me viene de mi padre, quien se pasaba horas hablando con un abuelo de ella muy anciano hijo de esclavos, y quien había trabajado en el ingenio azucarero Las Cañas, muy cerca de Alacranes, mi tierra natal. Siempre digo que hay que escuchar a los ancianos y aprender de ellos.
-Háblame de tus libros.
–Tiempos de definiciones, voces de las luchas universitarias en Cuba, es un libro que comencé a escribir cuando estaba en tercer año de la carrera y devino en mi tesis de licenciatura. Son 17 entrevistas, como ya dije a personalidades vinculadas al movimiento estudiantil cubano entre 1945 y 1975, en el que se cuentan anécdotas, apreciaciones y valoraciones no solo de la FEU, sino de la vida política del país en esa etapa. Un libro en que se hablan de contradicciones y errores, con el único fin de exponerlos para que se aprenda de ellos.
El segundo es Ahí viene Fidel, un libro del que soy coautor junto a la periodista Yunet López Ricardo del diario Juventud Rebelde. En él intentamos contar en 13 crónicas y más de un centenar de fotografías lo acontecido en Cuba durante los nueve días de duelo oficial tras la muerte del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
-¿Cómo lograste hablar sin parar y bien durante el paso de Fidel a otra dimensión? ¿Qué significó para ti esa oportunidad?
-Acompañar las cenizas del Comandante en Jefe desde La Habana hasta Santiago de Cuba, más que una oportunidad es un triste privilegio. Es un hecho, al que yo como periodista no hubiese querido reportar nunca, pero lamentablemente sucedió, y me correspondió como a muchos colegas de toda Cuba hacerlo. En ese viaje de más de mil kilómetros expresé lo que sentí, intenté llevar a través de mi voz las emociones que recibía al ver miles de personas entristecidas a la orilla de la Carretera Central despidiendo a su líder. Cuanto hice, al igual que todos los que íbamos en el cortejo, salió de los sentimientos.
-¿A que te dedicas ahora?
-Ahora, como estamos en el aniversario 150 del inicio de nuestras luchas por la independencia, coordino desde el Sistema Informativo de la Televisión Cubana todo lo relacionado con la temática histórica. Realizo un espacio que se llama Historias no contadas, que se transmite cada miércoles a las 7 y 15 minutos de la mañana, en la Revista Buenos Días, en el que nos aproximamos a figuras de nuestra historia bien desconocidas o que creemos que conocemos y no es así. También estoy en la conducción de las revistas especiales que se hacen en ocasión a determinadas fechas históricas, siempre con el fin de dar una mirada diferente, polémica y analítica a nuestro pasado.
…hay otros proyectos de libros que avanzan, como el de mis recuerdos del paso por los 24 estados venezolanos entre 2014 y 2016, un libro que le debo a Venezuela y a los miles de cubanos que han ofrecido su colaboración en ese país.
Wilmer a mi juicio es un excelente periodista muy a la altura y las exigencias de estos tiempos, un joven limpio, revolucionario, identificado con el pueblo, con sus problemas y realidades. Le deseo muchos triunfos en su vida laboral y personal.
Muy bien esta entrevista a Wilmer, es un excelente periodista y todos seguimos sus trabajos, has escogido una tematica que es la historia muy bonita e interesante. Continua asi muchacho que todos te admiramos en esta isla.
Wilmer un periodista muy bien preparado al igual que Cristina Escobar, los dos tienen muy buena formación y soy unos periodistas integros. Aprendo mucho con ellos y sus temas , tienen la facilidad de que uno se conecte con ellos inmediatamente que comienzan algun trabajo.
Felicidades a los dos.
Soy investigador del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe. UNAM, México.
Visitaré académicamente Cuba a partir de abril 2020. Me gustaría entrevistarme, y tener intercambio de ideas, con Wilmer Rodríguez Fernández. ¿Podrían ayudarme con sus datos de localización?
De antemano, gracias.
En Wilmer coinciden los más sagrados valores que puede tener un ser humano, si humildad y sencillez son su carta de presentación, luego su agudeza natural e inteligencia seducen. Es un ser magnífico, sin dobleces, un joven admirable y valiente que conquista.
No había leído está entrevista aunque conozco su obra y su quehacer. Gracias a Paquita Armas QEPD
Su último y merecido reconocimiento, la réplica del machete mambí de Máximo Gómez es en mi opinión más que merecido. Mi abrazo inmenso para él