Carismática, natural, desenfadada al extremo, original y alegre, Patricia de los Ángeles Angelino Casas les pone a diario vida a los años. Con una voz dulce y melodiosa, dúctil y seductora, la locutora de la emisora CMES Radio Sagua, en Villa Clara, se entrega al éter con modestia y talento por igual.
«De joven era muy retraída y moderada, temerosa del micrófono, pero después de 33 años de trabajo, la radio me ha abierto las puertas a ser desinhibida, a decir con soltura y espontaneidad, de la mejor manera, lo que pienso y siento».
A pesar de las tentadoras ofertas laborales dentro y fuera de la provincia, Patricia sigue en su emisora municipal, esa en la que encontró deleite y realización personal, y que le permite metamorfosearse a su antojo, cual personaje del Gabo.
«Hago en vivo el programa En familia. O sea, recreamos una casa a la que invito a los miembros de los hogares a seguirme para preparar ricas recetas y atender a la familia con los mejores consejos. En el espacio campesino me pongo las polainas, tomo las riendas y soy la mejor montera.
«Adagio, un programa de música instrumental, me permite vestirme de gala y me siento con un vestido largo y tacones, anunciando a Bach, Beethoven o Schumann. También me desdoblo en el programa romántico, soy la más enamorada del mundo o la más dolida o ultrajada, interpretando con el tono y la intensidad que requieran el poema o la canción».
Ganadora en 2017 del Premio Violeta Casal —galardón otorgado a los profesionales del micrófono por la Sección de Locutores de la Asociación de Medios Audiovisuales y Radio de la UNEAC—, confiesa que el libro de Frank Guevara, Locución, técnica y práctica sigue siendo su texto de cabecera.
«Hay que respetar la locución y asumirla con seriedad. El locutor debe ser un excelente comunicador, y debe mantener su profesionalidad y sencillez dentro de la cabina, en la calle, en el mercado, en la comunidad, en la casa.
«Como profesional de esta rama una adquiere disciplina, aprende a no acomodarse, a autoevaluarse continuamente, a ponerse rigor. El locutor siempre tiene que estar actualizado y detrás de la información, ávido de conocimientos y nunca debe saciarse de aprender», manifiesta.
En la cabina principal de la emisora, ella goza, ríe, vibra cual alma juvenil. «Estoy constantemente encima del tinte y cuido con esmero mis uñas, mi voz y apariencia personal, pero más que eso, respeto y quiero a mis radioescuchas. Ellos y mi nieto me mantienen activa, dispuesta, fresca y lozana», asegura.
Se sabe custodiada por el amor y la buena voluntad de los ciudadanos de Sagua la Grande, y se confiesa perdidamente enamorada de su terruño.
«Me gusta mucho mi ciudad, una dama con altisonante apellido, bella desde el tesoro natural de sus mogotes, con una Isabela que nos pone el mar al alcance de las manos y un río majestuoso que la divide. Soy como mi tierra, una dama que aunque se vista con ropa raída, nunca ha perdido su altivez».
Con 59 años y más de tres décadas de labor, en un colectivo que ya celebra este 9 de abril 35 años al servicio de quienes residen en la Villa del Undoso, asevera: «Radio Sagua es mi casa, y si voy a otro lugar, a donde primero llego es a la emisora para sentirme en puerto seguro, abrazada por la magia de un medio que me hace vibrar y ser versátil».
No piensa en jubilarse, al menos, no mientras el arte de conquistar con su voz le emane por los poros y siga siendo grande, talentosa, querida…
«Gracias a la locución soy yo, me amo y amo al prójimo, crío a mi nieto, mi vida fluye con amor y afronto valiente todos los retos».
Para beneplácito de los sagüeros y todos aquellos que siguen y valoran su trabajo: «Hay Patricia para rato, siempre cerquita de la radio».
Por Claudia Yera Jaime/Foto: Sitio web de Radio Sagua/Tomado del periódico Vanguardia