Los sonidos de Radio Sancti Spíritus no tienen el brillo habitual. En sus estudios, pasillos y pedraplén se ha acomodado a la fuerza la tristeza. Y es que Deisy Varela Marín, Cuca, se empeñó en abandonarnos físicamente porque sólo así, deja a esta su segunda casa.
Por eso, ahora mismo, no sé cómo entraré al cubículo de Ediciones 2, donde cada tarde era capaz con una maestría inigualable, de construir mundos sonoros que hablaban mucho más que las palabras de periodistas consagrados e incipientes, plasmadas en un papel.
Allí debió lidiar por años con las desorganizaciones de Elsa; las exquisiteces de Ojito, a quienes admiró hasta la médula, y siempre tomó de referentes para enseñarnos a quienes aprendíamos. También intentó educar las llegadas tardías de Mairelys y las largas conversaciones de Ivette; disfrutó de la humildad de Ada y a mí, tantas veces, cuando creí que avatares lógicos de la vida pesaban más de la cuenta, me puso la mano sobre el hombro y me demostró que se sigue para adelante con una simple bocanada de aire.
Ahora mismo, estoy segura que la esquina del pedraplén, pegada a la puerta de cristal no será la misma. Ese su lugarcito predilecto, su más fiel cobija cuando el cuerpo le pedía disfrutar de un placer, que hace pocos meses conoció que le cobraría el más grande de los precios, jamás podrá ser llenado por otras que no sean sus conversaciones.
Definitivamente, ya nada será igual porque aunque desde hace días se ausentaba, nos aferrábamos a que volveríamos a disfrutar de su destreza en la consola cuando de México y sus canciones o Al Día surcaran el éter.
Sabíamos que era ese su área de complacencia. Sentada frente a tantos botones, llaves, computadora y hasta máquina de cinta, su diminuto cuerpo se agigantaba y regalaba en cada emisión un verdadero espectáculo artístico. La audiencia así siempre lo percibió y la congratuló con sus más sinceras ovaciones.
Confieso ahora, que desde que apostó por el descanso laboral, cada tarde, justamente, el máster se convertía en el escenario de quienes te queremos y respetamos para compartir nuestras debilidades por no visitarte. Sabíamos que preferías que no lo hiciéramos, mientras tu salud se empeñaba en debilitarse.
Cuca, ¿sabes?, te ofrezco mil disculpas por mis carcajadas al verte cuando escuchabas un trueno. Nunca entendí ese pavor por un sonido tan distante, tú, Cuca, precisamente, quien creaste tantos, quien formó a otros realizadores y quien jamás temió hacer realidad materiales ganadores en tantos concursos.
A ti, precisamente, te debo varios de esos lauros, que un día gané y que sin tu precisión a la hora de ajustar cada vibración, hubiesen sido imposibles.
Y aunque, por lógica de la vida, Radio Sancti Spíritus seguirá con sus transmisiones. Sus cubículos, pasillos y pedraplén proseguirán con el ajetreo de siempre por mantener lozana su programación, los oídos más agudos se percatarán que ya las ecualizaciones no serán del todo perfectas porque las ausencias definitivas duelen tanto que hasta en los sonidos se perciben.
Sé que te negaste siempre a las entrevistas y te parecían absurdos los homenajes, pero te desobedezco y me uno al dolor de cada radialista espirituano, desde esta crónica que sabrás evaluar como siempre hiciste a cada material periodístico, a pesar de no colgar un título universitario en la pared. Sencillamente, mereces tanto, que ahora mismo pesa demasiado tanta tristeza.
Deysi Varela Marín
Así en medio de la noche la noticia le cortó la respiración a la familia de la radio en Sancti Spíritus. Falleció Deysi Varela Marín, una de las realizadoras de sonido más talentosas y laureadas del medio en este territorio
Se nos fue temprano cuando el cáncer le corroyó la vida apenas semanas después de detectarlo y cuando todavía sus manos y su ingenio tenían muchísimo que decir y hacer entre computadoras y programas.
Al mundo de las máquinas y las mezclas de sonido, llegó Deysi poco después de entrar a Radio Sancti Spiritus donde permaneció por unas cuatro décadas con una constancia insuperable.
Por esa actitud aprendió el arte de grabar, editar y trasmitir con un sello inconfundible para lograr que también la radio hablara desde el sonido.
Amante de la limpieza y la pulcritud Deysi lograba la exquisitez del producto radial al que le legaba también una sensibilidad natural que se podía advertir en cada material
De sus manos y su ingenio Radio Sancti Spiritus obtuvo realce nacional. Porque se armó de una paciencia natural para lidiar con las exigencias periodísticas, se especializó con letras mayúsculas en el montaje de géneros y programas informativos.
De su excelente desempeño le nacieron a Radio Spiritus decenas y decenas de premios nacionales y provinciales de ese corte. A ella la buscamos cada vez que hacía falta apostar por la maestría para montar y la sensibilidad humana para medir impactos. También por sus sugerencias para trocar un guión y cambiar un corte o un efecto allí donde el mensaje lo dictaba.
Era un poco también el termómetro para saber hasta dónde podía calar una crónica, un documental o un reportaje. Se involucraba como pocos en el proceso artístico. Cuando a Deysi Varela no le saltaban las lágrimas con un testimonio podías deshacerlo sin remilgos. También cuando una frase no lograba ruborizarla.
Por eso deshice mil veces el reportaje sobre Lebrige cuando en medio de la producción sugirió que le faltaba un no sé qué, como ella solía definir a ese detalle donde le va la vida a un producto radial
Por eso buscamos muchas veces las maneras de coincidir con sus horarios. De todas formas, en tiempos de festivales, las noches y madrugadas la sorprendían por horas sin reclamos.
Con Deysi tenia uno la total garantía de la exquisitez y la calidad. Por sus miedos a los regueros periodísticos revisaba y reescuchaba hasta la saciedad cada material. Espacios como el Noticiario AL DIA, se hicieron de un sello peculiar que el oyente podía advertir tras cada corte, cada segundo.
Varios amores se mezclaron con sus sonidos: su hijo Gustavo, al Gusti que enseñó el arte de las mezclas, su esposo José Rafael Vidarte a quien le prodigó fidelidad y amor incondicionales, sus nietos a quienes el destino no le permitió desplegar toda la pasión que les tenia, su familia toda a la cual se dedicó en cuerpo y alma. También sus agujas con las que tejió desde la destreza piezas hermosas.
Lisandra Gómez Guerra y Elsa Ramos Ramírez/Tomado de Radio Sancti Spíritus