Ese concepto de pureza lingüística que algunos pretenden no existe: todas las lenguas se influyen entre sí y cambian constantemente. El reconocido intelectual cubano Lisandro Otero escribió al respecto —en ocasión de la publicación el Diccionario panhispánico de dudas… (2005)—: “Los idiomas se hacen con enriquecimientos y añadidos. Ningún idioma ha permanecido jamás en estado puro y las transfusiones de vocablos de otras lenguas son frecuentes […]”.1
De la misma forma que otros idiomas influyen en el español, el español influye en ellos. Eso no quiere decir que deba dárseles vía libre y dar entrada a extranjerismos innecesarios. El propio Lisandro añadió: “[…] es necesario velar por cierta pureza […] El español, por ejemplo, se ha visto sometido a un bombardeo del inglés […] La cultura dominante del país hegemónico, donde se efectúan la mayor parte de los avances técnicos y los descubrimientos científicos, puede conducirnos a una servidumbre ilimitada”.2
Como ya he expresado en otras oportunidades, entre las causas de la “presencia excesiva” del inglés en el español está la influencia de las nuevas tecnologías, con términos como software, hardware, hacker, back-up, clicar… y otros tantos. Reflexionemos ¿por qué decimos mother board y no tarjeta madre, e-mail y no correo electrónico, pagina web y no ciberpágina? Es nuestra elección, pero también nuestra responsabilidad.
Y, ¡claro! no todos los préstamos proceden del campo de las nuevas tecnologías. Del mundo del espectáculo, la música y la literatura, tenemos casete, atrezo, look —en cursivas, porque, aunque aparece en el Drae, no ha sido españolizada—. De la moda y el vestuario: licra, blazer —así, en cursivas—. Y del deporte… ¿Por qué comunicadores y aficionados insisten en emplear voces como coach —en vez de entrenador o preparador— o line-up —en lugar de alineación?
El sufijo -ing, que no forma parte de los recursos del español, se extiende por diferentes campos. En el Drae aparecen, entre otras, como voces inglesas, casting —“selección de actores o de modelos publicitarios para una determinada actuación”— y marketing —“mercadotenia”.
Resulta importante tener en cuenta las que han sido castellanizadas; en español se escribe impás o impase, adecuaciones del galicismo impasse, en el sentido de “compás de espera” y también como “callejón sin salida”; dosier, del francés dossier, “informe, expediente”; dron, del inglés drone, “vehículo aéreo no tripulado”, “aeronave que vuela sin tripulación humana a bordo; selfi, del inglés selfie, “foto tomada por la propia persona con un teléfono celular” y tableta, de table “dispositivo electrónico portátil con pantalla táctil y múltiples prestaciones”.
Cuando determinados extranjerismos se castellanizan asumen las reglas ortográficas del español. Es el caso de córner —“saque o tiro de esquina”—, clúster —“conglomerado de empresas de actividad común y generalmente ubicadas en la misma zona”—, blíster —“envase que consiste en un soporte de cartón o cartulina sobre el que va pegada una lámina de plástico transparente con cavidades en las que se alojan los distintos artículos”, gánster, míster y otras. Todos llevan tilde por ser palabras llanas, terminadas en consonante que no es n o s.
“El idioma es condominio de millones de propietarios y su destino se juega tanto en los libros, la prensa, la radio y la televisión, como, y muy especialmente, en esos millones de hablantes”,3 en el que señala la altísima responsabilidad de todos. Se requiere, pues, de una actitud decididamente consciente por parte de todos los hispanohablantes.
La lengua que hablamos nos define como nación y, por ello, debemos protegerla con la misma pasión que defendemos nuestra patria. No se trata de impedir la entrada de extranjerismos, no olvidemos que nuestro Martí, ese excelente maestro de la lengua, afirmaba “[…] crearé lo nuevo cuando sea necesario; no hay por qué […] cejar en la tarea de dar palabras nuevas a ideas nuevas[…]”; se trata de escoger del bombardeo de extranjerismos lo necesario.
Una vez más, están puestas sobre la mesa tres que palabras que se interrelacionan profundamente: idioma, cultura, identidad.
Notas
1 Lisandro Otero: “Nuevo diccionario del español. ¿Hablar en espanglish?”, Rebelión, 25 de noviembre del 2005, en https://www.rebelion.org/noticias/2005/11/23272.pdf
2 Ibídem.
3 Deny Extremera San Martín: “Español, spanglish, ciberespanglish, engliñol”, cit. por Leticia Martínez: “Idioma español hablado en Cuba: Quijote a lomo de Palmiche”, en El blog de María Elena, en http://elblogdemariaelena.wordpress.com/2008/11/25/idioma-espanol-hablado-en-cuba-quijote-a-lomo-de-palmiche/