Mucho tiene de vigencia el pensamiento martiano, porque nuestro Apóstol es de esos hombres inmensos, que son capaces traspasar las fronteras del tiempo y ver lo que ocurrirá en el futuro e, incluso, aportar respuestas a problemas que aún no habían surgido. En disímiles ocasiones, hemos traído a esta sección páginas antológicas de la obra periodística de nuestro Héroe Nacional que permiten dar fe de ello.
Sin embargo, en esta ocasión, me referiré a un trabajo que se centra en su época, en la necesidad de liberarse de España y en la situación concreta que enfrentan los cubanos que viven en la colonia, con el objetivo de evidenciar cómo, aun en un artículo pensado para su momento histórico concreto, es capaz Martí de ver más allá y de darnos lecciones útiles para nuestra vida de hoy.
En el periódico Patria, correspondiente al 5 de enero de 1894, aparece un artículo titulado “El Año Nuevo”, que cumple con estos requerimientos, es decir, se refiere concretamente a la Cuba colonial. Comienza el referido texto diciendo: “Nada es en la verdad de la vida, un año que acaba, ni otro que empieza; pero el hombre […] en el choque trágico e inevitable del egoísmo desidioso y la abnegación activa, que es, a fin de cuentas, la historia toda del mundo, gusta y necesita de detenerse de vez en cuando en el camino, para limpiarse del rostro la sangre y el sudor, y volver al cielo los ojos de su esperanza”. Y sigue enumerando “las bajezas de este mundo”, para afirmar que “Ve el apego de la humanidad a la podredumbre cómoda, y a la libertad que no cuesta más que el ejercicio de la lengua, y el despego de la mayoría humana a la actividad y al sacrificio. Cada hombre se mide con la inmensidad que se le opone […]”.* Detengámonos en esa idea… ¿Acaso ese apego a la comodidad, ese desdén a la entrega y el sacrificio de que nos habla Martí no están presentes en nuestra vida de hoy? El triunfo de la Revolución puso en manos de los cubanos su verdadera y definitiva independencia. Nuestra pequeña islita pasó a ocupar un papel protagónico en el mapa del mundo. Colosales empeños se hicieron realidad, tantos que sería imposible enumerarlos. Con abnegación, sangre y sudor se construyó la esperanza. Los cubanos, como un solo hombre y lidereados por Fidel, enfrentamos a la mayor potencia imperialista del mundo y salimos victoriosos… ¿Y qué ocurre ahora? ¿Acaso no se refiere con frecuencia nuestro presidente Raúl Castro a “[…] la marcha de la batalla contra las indisciplinas, las ilegalidades, el delito y la corrupción”,1 como temas cruciales? Más allá de lo que son, estas debilidades constituyen apego a la comodidad, y desdén a la entrega y el sacrificio, actitudes condenables que la mayoría de nuestro pueblo rechaza.
También dice Martí en ese trabajo: “El pan, se gana en todas partes, aunque hay ya muchas partes en su triste destierro donde no pueden los cubanos ganar el pan; pero el decoro de la vida, el respeto en la obra común de nuestros conciudadanos, el reposo y ventura que vienen a la conciencia de ser humano y útil, el descanso de fundar sobre cimientos sólidos la familia que se trae al mundo, ¿dónde se pueden lograr sino en la patria?”* Otra idea para reflexionar. ¿Acaso no hay jóvenes —y familias— en la Cuba de hoy que anhelan completar sus estudios gratuitos aquí —otro logro de esta Revolución— para irse luego al extranjero a labrar su futuro? Ese futuro, esa riqueza que algunos pretenden así construir le da la espalda al porvenir de la Patria, que invierte recursos que no recupera en la formación de esos jóvenes. Para ellos tiene también Martí una frase: “Confiesa tácitamente su inferioridad moral el que vive satisfecho en la existencia incompleta y egoísta del pueblo extranjero”.*
¿Y acaso no habla para estos tiempos esta otra idea martiana?: “La censura no basta para remediar los males concretos, sino la censura organizada y activa, el remedio que anda y que se ve, el remedio concreto”. Y tras una frase que se refiere a la situación de la Cuba colonial, añade tajante: “El que se conforma con una situación de villanía, es su cómplice. Es su cómplice el que considera insuficiente o imposible el remedio que pregona, y con la mentira en el alma, continúa proclamando el remedio insuficiente e imposible”.* Ya en su discurso del 27 de noviembre de 1891 había afirmado: “El mucho heroísmo ha de sanear el mucho crimen”,2 una y otra reflexión condenan a quienes no entran en lo problemas con la manga al codo, con ánimo verdadero de hallarles solución y se limitan a coexistir con ellos
La independencia, la dignidad y la unidad son nuestra más preciada flor, pero necesitan cultivo. Ya lo dijo Martí: “De hombres de sacrificio necesita la libertad: no de hombres que deshonren o mermen o abandonen a los que están prontos al sacrificio, al sacrificio racional y útil, al sacrificio de los de hoy, para la ventura de los de mañana”.*
Vivimos tiempos difíciles; pero la solución sigue estando donde nos han dicho siempre hombres de la talla de Martí y de Fidel: en la abnegación y el sacrificio.
Notas
* José Martí: “El Año Nuevo”, en Obras completas, t. 3, Centro de Estudios Martianos, colección digital, La Habana, 2007, pp. 23-26.
1 Raúl Castro: “Discurso pronunciado en la clausura de la XIV Conferencia Cumbre del Movimiento de Países No Alineados”, La Habana, 17 de septiembre del 2006.
2 “Discurso en conmemoración del 27 de noviembre de 1871”, 27 de noviembre de 1891 (Los pinos nuevos), en ob. cit., t. 4, p. 286.