Mientras resuenan los ecos de bates y pelotas en los cuatro estadios camagüeyanos que acogen el Torneo de Softbol de la Prensa 2017, se extraña a dos de los más entusiastas defensores de esta actividad.
En los últimos eventos, Antonio Moltó Martorell y Alejandro Pacín Mérida fueron, desde sus respectivas funciones, dos pilares difíciles de sustituir.
Moltó, con su sapiencia educadora de presidente del gremio, siempre estuvo dispuesto a defender la causa de los softbolistas, a través de la unidad, la superación profesional y lo que significa para un grupo numeroso de colegas intercambiar saberes y experiencias.
De Moltó echamos de menos en Camagüey su hablar pausado, su cercanía al saludar y el detalle de llamar “Hermano” a cada uno de los que saludaba, sin importar edad o región de procedencia.
Igualmente, Pacín llegó a esta lid como encargado de las Estadísticas, para sentirla propia y multiplicarse en forma de números, tanto en la justa de Medios Nacionales como en las competencias de todo el país.
Nos faltan en esta oportunidad sus iniciativas, sus compilaciones que han despertado las más fraternales polémicas sobre el desempeño de alguna selección o jugador, pero, sobre todo, los periodistas no tenemos físicamente la calidad humana de este compañero, que dedicó sus últimos años a ser parte de nuestra familia.
Seguro estamos que estos dos titanes de nuestro pasatiempo estarán en cada swing, en cada atrapada y en cada lección aprendida. El único homenaje que podemos hacerle a estos eternos amigos es un torneo en el que, por encima de las medallas, lo primordial sea convertirnos en mejores seres humanos.
Por Dayán García / Cubaperiodistas