Este documento constituye la guía estratégica de la política exterior y seguridad que tendrá el gobierno estadounidense para los próximos años. Políticos, analistas y académicos de todo el mundo tratan de evaluar su contenido de 68 páginas, con el propósito de determinar las implicaciones que tendrá para sus países y regiones. La Ley de Seguridad Nacional de 1947 establece que estos informes tienen una versión pública y otra «clasificada».
Desde 1986 comenzó a divulgarse sin restricciones de acceso la versión pública, por lo que estamos en presencia de una Estrategia elaborada cuidadosamente que expone la visión que el gobierno de Estados Unidos quiere imponer al resto de las naciones. En esta ocasión se intenta definir una «doctrina Trump» para su política exterior y de seguridad, la cual tiene un marcado carácter imperialista. El documento presentado defiende su plataforma electoral nacionalista de
«Estados Unidos Primero», que ha significado en la práctica «El Complejo Militar-Industrial Primero» dirigido a retomar la hegemonía global.
LOS «CUATRO PILARES» DE LA ESTRATEGIA
Se identifican cuatro intereses nacionales vitales o «cuatro pilares» que tendrá Estados Unidos para los próximos años, que ratifican el rumbo militarista del actual gobierno. Según el documento se resumen en:
I. Proteger al pueblo, la patria y al estilo de vida estadounidense: Fortalecerán el control de las fronteras y reformarán el sistema inmigratorio para proteger al país y restablecer la soberanía. Confrontarán las amenazas antes de que lleguen a la frontera o puedan causar daño a la población.
II. Promover la prosperidad estadounidense: Renovarán la economía en beneficio de los trabajadores y las empresas del país, lo cual es necesario para restablecer el poder nacional. Trabajarán en pos de relaciones económicas libres, justas y recíprocas. Utilizarán su dominio en el área energética para garantizar que los mercados internacionales sigan estando abiertos.
Ambos pilares lo presentan con un enfoque aparentemente noble, pero con una fuerte carga demagógica. En su amplia argumentación en el documento, intentan justificar las políticas discriminatorias contra las minorías que contribuyen a la economía estadounidense, e instigan a las prácticas y sentimientos de xenofobia que dividen a la sociedad de Estados Unidos.
III. Preservar la paz mediante el uso de la fuerza: Reconstruirán la fortaleza militar estadounidense para asegurar que no haya otra mayor. Emplearán todas las herramientas estatales en una nueva era de competencia estratégica —en el plano diplomático, de información, militar y económico— para proteger sus intereses. Modernizarán las fuerzas nucleares y su infraestructura.
IV. Impulsar la influencia estadounidense: Deberán seguir profundizando la influencia en el extranjero para proteger al pueblo estadounidense e impulsar la prosperidad. Las acciones diplomáticas y de desarrollo se esforzarán por alcanzar mejores resultados en todos los ámbitos —bilaterales, multilaterales y de la información— para defender sus intereses, encontrar nuevas oportunidades económicas y enfrentar a sus competidores.
En estos dos últimos intereses nacionales se reafirma que el uso de la fuerza mantendrá la preeminencia, combinado con su estrategia de «diplomacia pública». Resulta peligroso para la paz internacional el objetivo que se proponen de modernizar las fuerzas nucleares y su infraestructura. En la introducción del informe, Trump aseguró que «están haciendo inversiones históricas en el ejército», en correspondencia con la ley que firmó hace solo una semana que asigna 700 mil millones de dólares al presupuesto del Pentágono para el año fiscal 2018.
ENFOQUE HACIA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
La región se evalúa en la sección dedicada al «Hemisferio Occidental», concentrándose en las supuestas amenazas a la seguridad y atacar a Cuba y Venezuela. Se afirma que Estados «democráticos» vinculados por valores e intereses económicos compartidos lograrán «reducir la violencia, narcotráfico e inmigración ilegal que amenazan nuestra seguridad común, y limitarán oportunidades de adversarios para operar desde áreas de proximidad a nosotros», en referencia a Rusia y China, identificados en la Estrategia como las principales amenazas de Estados Unidos.
Precisan que permanecen desafíos como las organizaciones criminales transnacionales, que «perpetúan la violencia y la corrupción y amenazan la estabilidad de Estados centroamericanos, incluidos Guatemala, Honduras y El Salvador».
Referente a Cuba y Venezuela señalan que «los gobiernos se aferran a modelos autoritarios de izquierda anacrónicos que continúan fallando a sus pueblos». Añaden que Rusia continúa apoyando a sus «aliados cubanos radicales, mientras Cuba continúa reprimiendo a sus ciudadanos» y que China y Rusia apoyan a la «dictadura» en Venezuela, en franca manipulación a las relaciones respetuosas y de colaboración que existen entre nuestros países.
Invitan además a construir junto a Estados Unidos, «un hemisferio estable y pacífico que aumente las oportunidades económicas para todos, mejore la gobernabilidad, reduzca el poder de las organizaciones criminales y limite la influencia maligna de las fuerzas no hemisféricas». También proyectan un grupo de acciones a priorizar en lo político, económico, militar y de seguridad en la región.
Proponen «aislar a los gobiernos que rehúsan actuar como socios responsables en avanzar la paz y prosperidad hemisférica», agregando el deseo de ver a Cuba y a Venezuela sumarse a «la libertad y prosperidad compartida» del resto del hemisferio. Refieren que Estados Unidos promoverá más reformas económicas basadas en el «libre mercado» y se continuarán apoyando esfuerzos para combatir la delincuencia.
Nuevamente tratan a sus países vecinos con desprecio, desconociendo los valores y cultura de sus pueblos. El documento es un verdadero recetario de «humildad» imperial al estilo de la época de la Doctrina Monroe y de la etapa de confrontación de la Guerra Fría. También se demuestra la poca prioridad que aparentemente le conceden a nuestra región, al dedicarle una sola página del informe. Sin embargo, no se puede subestimar la retórica agresiva e irrespetuosa contra Cuba y Venezuela, sin reconocer en lo más mínimo su contribución a garantizar la paz y seguridad regional, y mucho menos sus logros sociales.
Ante los riesgos y amenazas contemplados en la Estrategia, el pueblo cubano mantendrá su rumbo socialista y continuará defendiendo el pensamiento martiano y fidelista de una «América Nuestra» unida. Así lo señaló el General de Ejército Raúl Castro Ruz, el 21 de diciembre de 2017, en la clausura del X Período Ordinario de Sesiones de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular: «los países de la América Latina y el Caribe tenemos el deber de avanzar hacia la integración política, económica y social de Nuestra América. Como he afirmado en diversos foros, trabajar por la “unidad dentro de la diversidad” es una necesidad impostergable».
En cuanto al retroceso de las relaciones con Estados Unidos, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, dejó bien claro que nuestro país no es el responsable y ratificó que «Cuba tiene la voluntad de continuar negociando los asuntos bilaterales pendientes con los Estados Unidos, sobre la base de la igualdad y el respeto a la soberanía y la independencia de nuestro país, y proseguir el diálogo respetuoso y la cooperación en temas de interés común con el gobierno estadounidense». No obstante, afirmó una realidad incuestionable: «La Revolución Cubana ha resistido los embates de 11 administraciones de los Estados Unidos de distinto signo y aquí estamos y estaremos, libres, soberanos e independientes».
Abel González Santamaría / Periódico Granma