FOTOCRÓNICAS

El primer viaje del ferrocarril latinoamericano

Júbilo popular por el arribo de la locomotora “Rocket” a la ciudad (Según el dibujo de una revista ilustrada)

En las primeras décadas del siglo XIX surgió el ferrocarril, que presagiaba convertirse en el transporte terrestre más útil de la humanidad. Los criollos cubanos se dieron cuenta de ello y, a pesar de que era una colonia de España y una isla pequeña, lograron que Cuba se codease entre los siete primeros países del mundo en tener y desarrollar este medio de transporte. En homenaje a este gran acontecimiento mostramos algunas imágenes  de la alborada del ferrocarril cubano que ya cuenta con 180 años de continuo correr por nuestros caminos de hierro.

El primer viaje público del tren

Arriba, locomotora tipo ”Rocket” de fabricación inglesa que realizó el primer viaje del ferrocarril cubano. Abajo la máquina  fabricada en los talleres de M. W. Baldwin , la cual sustituyó a la Rocket por su deficiencia e inició los viajes de La Habana a Güines.

El viaje inaugural del ferrocarril cubano ocurrió el domingo 19 de noviembre de 1837, fecha escogida para celebrar el santo de la Reina-niña Isabel II quien un mes antes, el 10 de octubre, había cumplido siete años de edad.

El torrencial aguacero que caía en la capital desde tempranas horas de aquel día no desanimó a los cientos de curiosos que debajo de los paraguas o abrigados con capas acudieron a un improvisado paradero del tren construido en la llamada quinta de Garcini,  situada al sur del paseo de Tacón, cerca del centro de La Habana.

El gentío observaba detenidamente aquel extraño carruaje de hierro, caldera y chimenea seguido de varios coches cuyas ruedas descansaban sobre dos vías férreas paralelas que se dirigían al sur y se perdían en la distancia. Alrededor de las siete de la mañana, varios mecánicos bajo la supervisión del ingeniero norteamericano Alfred Cruger comenzaron a preparar la locomotora modelo “Rocket” creada por George Stephenson y fabricada en Inglaterra. Se llenaron las calderas de agua y encendieron la leña; poco después comenzó a humear la chimenea y a salir el vapor por las válvulas de escape. Entre tanto 70 viajeros iban acomodándose  en tres coches de 24 asientos cada uno, mientras  los maleteros acomodaban los bultos en dos vagones de carga.

A las ocho de la mañana, bajo el aguacero,  el  maquinista se situó frente a los mandos de la locomotora y comenzó a moverla poco a poco entre el bullicio y los estruendosos aplausos de los mirones. Luego la máquina fue aumentando la velocidad y algunos corrieron a los lados hasta donde pudieron para saludar a los primeros viajeros de la isla.

El tren engalanado con banderines empapados por la lluvia comenzaba el recorrido de 17 millas (27,3 kilómetros) desde Garcini hasta  la villa de San Felipe y Santiago del Bejucal. En su andar pasó por los poblados de Ciénaga, Aguada del Cura, Wajay, Calabazar, Rancho Boyeros, Santiago de las Vegas y el Rincón, lugares adornados con banderas y flores y donde los vecinos saludaban su paso.  Al llegar a Bejucal los viajeros fueron recibidos por el Alcalde Corregidor  y el Ayuntamiento en pleno con sus trajes de ceremonia rodeados por el  pueblo de fiesta. Una banda de música alegraba el ambiente y en distintos puntos había mesitas con confites y frutas. Todo era alegría y no era para menos porque Cuba acababa de convertirse  en  el primer país latinoamericano  y el séptimo en el mundo en tener el ferrocarril.

El Conde y el Capitán General

El padre del ferrocarril cubano fue el criollo habanero Claudio Martínez de Pinillos,  Conde de Villanueva,  quien gozaba de una gran influencia en la Corona y era respetado por los Capitanes Generales de la Isla. Martínez de Pinillos había alcanzado el grado de coronel de infantería  luchando valientemente contra las fuerzas francesas que habían invadido a España. De regreso a Cuba fue nombrado Intendente de Hacienda, y logró elevar los ingresos de la Isla y construir escuelas, hospitales, cuarteles, caminos, el acueducto Fernando VII, una escuela de náutica, otra de química y numerosas obras más.

Pinillos y Tacón

La Casa Real  firmó el 12 de octubre de 1834, a petición de los criollos, una Real Orden autorizando a la Junta de Fomento para construir un ferrocarril que permitiera el rápido traslado de la creciente producción azucarera del valle de Güines  hasta el puerto de La Habana. Para acometer esta obra se creó la  Junta de Caminos de Hierro dirigida por el Conde de Villanueva y se concertó  un préstamo con el banquero británico Alexander Robertson para financiarla. El trazado del ferrocarril incluía la edificación de la Estación de Villanueva frente al Paseo Militar (lugar donde hoy se encuentra el Capitolio Nacional) y su paso por el norte de la Calzada de la Reina.

Pero el recorrido del ferrocarril por la ciudad y la construcción de la estación de ferrocarril en el centro de la capital fueron vetados por el nuevo Capitán General  Miguel Tacón, quien gobernó la isla desde 1834 hasta 1838. Tacón tenía un acérrimo odio a los criollos por haber sufrido grandes derrotas durante la lucha de España contra los insurgentes de la América del Sur y quiso restarle poderes al Conde de Villanueva. El Capitán General alegaba que el trazado de la línea del ferrocarril iba por el norte de la Calzada de la Reina y el Paseo de Tacón que estaba construyendo (hoy Carlos III) pasaba muy cerca del Castillo del Príncipe y debilitaba su defensa, y por otro lado la estación de trenes que estaban  levantando afeaba del Campo de Marte o Paseo Militar cuyo embellecimiento también realizaba el  gobernante.

Así que, por orden de Tacón, estas obras se suspendieron y el punto de partida y el apeadero del primer tren tuvieron que realizarse en los terrenos de Barcina, a dos millas  (3.21 kl.) del centro la capital, lo que alejaba y encarecía el traslado del azúcar y otros productos del valle de Guiñes  desde los almacenes del ferrocarril hasta el puerto para su exportación.  Las desavenencias entre Pinillos y Tacón  por el ferrocarril fueron muchas y graves y llegaron a la Corte de Madrid donde la influencia de Villanueva fue más poderosa y provocó el relevo de Tacón cinco meses después de la inauguración de la primera línea ferroviaria, el 15 de abril de 1838.

Las primeras locomotoras

En el mes de abril de 1837 entraron en La Habana las primeras cuatro locomotoras  “Rocket”  con varios coches y vagones  comprados en Inglaterra y los mecánicos que las operarían. El 28 de abril del siguiente año  llegaron otras cuatro más, pero estas máquinas no dieron el resultado esperado y fueron devueltas a la fábrica inglesa. En este mismo año de 1838, trajeron dos locomotoras norteamericanas construidas por la casa Baldwin de Philadelphia, manejadas por maquinistas norteamericanos, las cuales superaron todas las dificultades que presentaban las máquinas inglesas, y con ellas se inauguró el segundo tramo y final del primer ferrocarril cubano que recorría la línea Habana-Bejucal-Güines.

Las estaciones de trenes

La primera estación de La Habana se levantó en la estancia “El Retiro” propiedad del Coronel Vicente Garcini situada al sur del paseo de Tacon. El lugar, más conocido como la quinta de Garcini, lo ocupa hoy la manzana que rodean las calles de Estrella, Oquendo, Maloja y Márquez González. Funcionó hasta el 31 de marzo de 1840.

Arriba el paradero de Garcini y sus alrededores, al fondo se observa el Castillo del Príncipe (Dibujo de Mialhe) al lado la Estación de Villanueva, en La Habana, inaugurada en 1840. Debajo a la izquierda la estación de Bejucal y a la derecha la de Güines.

El primer tren que  llegó a Bejucal tuvo por estación un viejo almacén situado al sur de la ciudad. Meses después se construyeron otros almacenes, un pozo para abasteder de agua a los trenes y una casilla de despacho de billetes. En 1841 edificaron una sala de espera para los pasajeros. A los 45 años de la llegada del primer tren a Bejucal, en 1882, se inauguró el  edificio que fue diseñado especialmente para la estación de ferrocarril que aun hoy continúa funcionando.

La estación de San Francisco Javier y San Julián de los Güines, fue edificada a mediados del siglo XIX y la llamaron también estación de Villanueva.

En cuanto a la estación de la Habana, las obras que había suspendido Tacón se reanudaron tan pronto fue relevado del mando. El edificio influido por la arquitectura ferrocarrilera norteamericana, estaba en los terrenos que hoy ocupa el Capitolio Nacional y su fachada daba al Paseo Militar o Campo de Marte, hoy Parque de la Fraternidad. Fue inaugurado el primero de abril de 1840 y funcionó hasta  el 30 de noviembre de 1912 cuando el tráfico de los ferrocarriles se trasladó para la nueva Estación de Ferrocarriles en el barrio de Atares inaugurada ese día.

Una fotografía curiosa.

La estación de Villanueva  simbolizó la victoria de los criollos  encabezados por el Conde de Villanueva sobre el despotismo de Tacón. Fue la principal estación de trenes de Cuba durante 72 años (1840-1912) hasta que sus

Delante la estación de Villanueva al fondo el Capitolio durante su terminación

funciones fueron trasladadas para la gran Estación Central de Ferrocarriles inaugurada el 30 de noviembre de 1912 en los terrenos de la faja costera del Arsenal. La edificación perduró hasta 1928, año en que se hizo esta curiosa fotografía donde se observa a la histórica terminal cuando era demolida y cedía su lugar al majestuoso Capitolio que se alzaba airoso.

Arriba mapa de los trenes de La Habana alrededor de 1840. La línea verde corresponde al primer viaje del ferrocarril desde la Quinta de Garcini al sur del paseo de Tacón hasta las afueras de la ciudad y que terminaban en Bejucal. La línea roja indica los viajes del ferrocarril desde el centro de la ciudad pasando por el norte de la Calzada de la Reina y el Paseo de Tacón corresponde al tramo de La Estación de Villanueva hasta la salida de la ciudad al tramo de la estación de Villanueva pasando al norte de la calle Reina, el Paseo de Tacón y a un costado del Castillo del Príncipe. La línea continuaba hasta llegar a Güines. Abajo: Trayecto del ferrocarril Habana – Bejucal en color verde, La línea roja corresponde al segundo tramo Bejucal – Güines.

Fuentes:

    • Alejandro García y Oscar Zanetti: Caminos para el azúcar. Editorial Ciencias Sociales , La Habana 1987
    • José María de la Torre Lo que fuimos y lo que somas La Habana, de Spencer y Compañía, Havana 1857 p. 41
    • Federico Villoch Viejas postales descoloridas: El tren de Bejucal Revista Social Octubre de 1937
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Jorge Oller Oller
Fotógrafo, reportero gráfico. Fundador de la Unión de Periodistas de Cuba y del Periódico Granma. Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la Vida. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba.

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