El asesinato del joven periodista Samuel Rivas consternó a la sociedad salvadoreña, que condenó tanto el crimen como los intentos de politizarlo encabezados por la oposición. Conocido como ‘Chorrito’, el camarógrafo del canal 21 fue ultimado este jueves desde un carro en marcha en la localidad de Iliopango, por pandilleros que según versiones preliminares confundieron al reportero de 28 años de edad con otra persona.
Cuando se confirmó la identidad de Rivas se sucedieron las expresiones de dolor e indignación en las redes sociales, encabezadas por sus colegas de la prensa que lo recordaron como un hombre de buen carácter, profesional y religioso.
El presidente de la nación, Salvador Sánchez Cerén, envió sentidas condolencias a familiares, amigos y colegas de Rivas, e instruyó a la dirección de la Policía Nacional Civil investigar exhaustivamente y capturar a los autores del crimen.
El secretario de Comunicaciones de la Presidencia, Eugenio Chicas, ratificó la firme e irreductible posición del gobierno de no dialogar, ni hacer trato alguno con grupos criminales de pandillas.
Tal posición responde a opositores que le achacan al actual gobierno un problema heredado de las administraciones de derecha, cuando proliferaron las pandillas y nunca se intentó encontrarle una solución integral al problema de la violencia.
Algunos aprovechan el dolor que siembran estas muertes para azuzar a la opinión pública y minimizar la documentada reducción en los índices de homicidios y otros delitos, como la extorsión y el robo, asociados a las ‘maras’ (pandillas).
Prensa Latina