Dirigir un semanario es dormir con sobresaltos, es sentir que se puede hacer más y que pudo haberse dicho mejor. Es ser el máximo responsable de cada letra tatuada en el papel, que por demás, desde el momento de su impresión, se convertirán en el resguardo de la historia local y nacional.
Arnaldo Clavel, Orlando Guevara y Olga Thaureaux han sido los tres últimos directores del Sierra Maestra y cuentan cada uno sus experiencias en esas funciones.
Arnaldo Clavel rebusca fechas en su memoria y termina diciendo:
“Fui director del periódico durante 17 años (marzo del 1994 hasta julio de 2011). Durante esos años fueron muchas las experiencias vividas en Sierra Maestra. Nos tocó parte de la etapa más dura del período especial, sin transporte, tecnologías obsoletas, papel de muy mala calidad para imprimir el semanario, muchas restricciones en cuanto a materiales.
“Fueron momentos duros, pero gloriosos. El colectivo trabajaba con amor. Las mayores quejas de los periodistas eran por falta de espacio para publicar. Todos querían que sus trabajos se incluyeran en cada edición. Teníamos que hacer una selección rigurosa porque había mucha información y poco espacio, pues al principio no teníamos el periódico en Internet.
“Vivimos el paso del periódico a la era digital. Para algunos fue difícil, pero lo asumimos. Nos fuimos “alfabetizando” poco a poco con el uso de las computadoras.
“En esa etapa comenzamos la edición on line del Sierra Maestra con la ayuda de los trabajadores y la dirección de Megacen. Momentos de aprendizaje, de algunas incomprensiones lógicas, pero que al final nos hicieron más conscientes de la importancia de Internet y las nuevas tecnologías. Crecimos sin lugar a dudas, y lo hicimos juntos. Lo que hoy tenemos se lo debemos, en buena medida, a la seriedad con que todos los trabajadores asumieron el reto en los momentos difíciles de aquellos años.
“Por esa etapa nació el Turquino, dirigido a los pobladores de las zonas rurales. Una experiencia que llegó para quedarse.
“Haber desempeñado el cargo de director de Sierra Maestra durante todo ese tiempo fue una de las mejores cosas de mi vida. Una alta responsabilidad ante el pueblo santiaguero, ante el Partido y ante mis compañeros. Tanto tiempo en ese cargo me mostró que cuando un colectivo está consciente del papel que le corresponde no hay tarea imposible.
“Bajo cualesquiera que fueran las circunstancias, muy difíciles a veces, el periódico nunca dejó de salir. El mayor empeño de todos era para que Sierra Maestra saliera a tiempo y en forma, con la mayor calidad posible. A veces los cierres se extendían a altas horas de la noche, y los trabajadores del semanario y los de la poligrafía lo hacían con gusto y ponían todo su empeño en cada edición. Esa es la mayor satisfacción: saber que se trabajaba con mucho esmero para la satisfacción de los lectores. Formar parte de ese colectivo y haberlo dirigido durante 17 años es un gran honor para mí”.
Para Orlando Guevara el Periódico es una extensión de su hogar y es que a este le ha dedicado tiempo y empeño:
“Fui director del Sierra Maestra desde marzo de 1980 hasta mayo de 1993. Algo más de trece años que para mí fueron el doble. Las ediciones eran diarias y siempre desde por la mañana hasta la madrugada.
“A veces se cerraba el periódico, entraba una información importante y se insertaba, con más trabajo para formatistas, linotipistas, correctores, emplanadores. Pero lo importante era la inmediatez.
“¿Etapas difíciles? Todas. Me había graduado de periodista, pero no había ejercido esta profesión. Por otra parte, recién había concluido una racionalización de personal y de más de cien personas habían quedado solo unas 40.
“Coincidió también con esa etapa la primera evaluación profesional de los periodistas que otorgó distintas categorías determinadoras del salario. Fue un proceso muy complejo, con muchas inconformidades y no pocas imperfecciones.
“Pero los momentos más tensos fueron el inicio y desarrollo del Período Especial. Carecimos de los recursos esenciales: cuartillas, cintas de máquinas, rollos fotográficos, quimicales para el revelado.
“De seis carros nos quedamos con tres y hubo momentos en que la asignación de gasolina descendió a solo 60 litros mensuales. Y con eso se hacía el trabajo. Luego faltó el papel y de diario el periódico pasó a semanario, aunque seguimos con la misma plantilla.
“¿Errores? Claro que sí. Nadie transita sin su compañía. Pero nunca el error de no ser fiel al Partido, ni de perder la consagración al trabajo. Fue esa siempre una cualidad del colectivo de Sierra Maestra.
“El momento de mayor alegría fue el día que recibí, en nombre del periódico, la Orden Juan Marinello, otorgada por el Consejo de Estado y entregada personalmente por el Comandante en Jefe Fidel Castro”.
Luego de ser director no se apartó del semanario y en las páginas del Sierra Maestra y de Granma se agradeció su labor como periodista
“Fue la oportunidad de demostrarme a mí mismo que podía hacer como periodista lo que orientaba como director. Luego de cuatro años, me asignaron la corresponsalía del periódico Granma en la provincia, donde laboré durante diez años y publiqué más de mil trabajos. Decidí regresar a Sierra Maestra, hasta mi jubilación en el 2012.
“Sierra Maestra fue y sigue siendo parte de lo que he sido lo que soy y seré: un soldado incondicional de la Revolución. Estoy satisfecho de que muchas veces me llamen y me soliciten trabajos. Me hace sentir útil, aún jubilado. Y es que el periodismo para mí es como una enfermedad crónica, que cuando penetra en uno lo acompaña para siempre. Si no es así, no es periodismo verdadero”.
Sierra Maestra en el rostro de una mujer
Llegó al periódico Sierra Maestra recién salida de las aulas universitarias, según cuentan los que la conocieron era muy laboriosa. Cuando daba el último teclazo en la ruidosa máquina de escribir, Buscando fotos en el archivo del medio la descubrí muy joven menuda rindiéndole tributo a Martí, en los encuentros habituales con los fundadores, en diversas coberturas… Olga se ha negado a desprenderse del Periódico Sierra Maestra a pesar del tiempo, lo siente como un pedazo de su vida. Es una mujer sencilla, que lleva en sí el privilegio de ser la única fémina que ha dirigido este histórico semanario y en su trayectoria ha vivido experiencias increíbles:
“Mi vida laboral entera ha sido en este semanario, desde que me gradué llegué como periodista y después fui asumiendo otras responsabilidades como jefa de Información, jefa de Redacción, como subdirectora estuve catorce años y desde el 2011 me pidieron que ocupara el cargo de directora. Ya tengo 29 años laborales en el Sierra Maestra, lo que me ha posibilitado conocer al colectivo en toda su magnitud.
“En estos años he vivido experiencias intensas como cuando pasó el huracán Sandy por la ciudad, amanecimos en las redacciones un grupo de trabajadores para salir el día siguiente a hacer periodismo de contingencia.
“Fueron días difíciles para la ciudad pero nos crecimos como santiagueros y como periodistas; muchos dejaron sus casas deshechas y salieron a las calles a reportar. Lo que demuestra la calidad de nuestros profesionales.
“Otro de los momentos tristes que vivimos en las redacciones fue la desaparición física del líder histórico de la Revolución. Hicimos tiradas diarias y amanecíamos en las redacciones, aún con el dolor de esa gran pérdida para los cubanos no dejamos de hacer periodismo.
“Pero no todo ha sido tristezas, también nuestras páginas reflejaron la visita del primer Papa latinoamericano, la llegada de los Cinco y muchos otros acontecimientos maravillosos que acontecen en esta ciudad que sorprende.
“Ser directora es una alta responsabilidad porque somos los máximos responsables de lo que se publica, aún cuando algunas personas piensen que no es así. Y hay que buscar el justo medio de lo que se dice sin dejar de reflejar lo que piense la población. También debemos recoger los acontecimientos más relevantes de una manera creativa porque somos un semanario y tenemos la responsabilidad de ser un resguardo de la historia local y nacional”.
Ser mujer y directora es un privilegio para su colectivo también que aprecia la sensibilidad y el humanismo de Olguita -como le llaman cariñosamente-. Aunque también es temperamental cuando se trata de injusticias contra los suyos.
Las trabajadoras de niños pequeños, las que sirven de cuidadoras de ancianos, las que están a cargo de sus nietos, los jubilados… saben de su preocupación constante y de su comprensión.
Olga, ante un colectivo mayoritariamente joven y femenino, se torna como una especie de madre o hermana, presta siempre a ayudar. El Sierra Maestra ya es parte de su vida, ella sin apenas percatarse a hecho historia tras las cuartillas entintadas de este semanario.
Yamilé C. Mateo Arañó/Cubaperiodistas