Llegó como lo hacen las mujeres y los hombres grandes por dentro: sin ese aviso previo que a veces genera atenciones, merecidas desde el punto de vista de quien las ofrece, aunque no vistas así por parte del visitante.
A pesar de ello, supimos que por Ciego de Ávila pasaría la belga Katrien Demuinck, incansable luchadora –y vencedora- por la causa de los Cinco Héroes antiterroristas cubanos, amiga –e hija- de Cuba, activista perpetua a favor de que Europa y el mundo entero conozcan la verdad verdadera de nuestro país.
Acompañada por su esposo, su hija y otra joven amiga, Katrien decidió oxigenar los pulmones de la familia, mediante un recorrido del cual no hablamos en detalle. Tampoco era necesario; baste saber que pudo recargar “baterías” desde Pinar del Río hasta la heroica Santiago de Cuba.
¿Qué tiene este pequeño país, que cautiva tan en grande? Tal vez la propia Katrien necesite un montón de cuartillas para sintetizarlo. Más de una vez, y ahora nuevamente, me lo ha dicho entre y sobre líneas: “es la gente, es el pueblo, es la dignidad”.
De manera que —bajo ocurrente amenaza de echarle detrás a la Policía en caso de negarse a realizar una breve parada en Ciego de Ávila— al filo de las cuatro de la tarde la pequeña comitiva desembarcaba en la Casa de la Prensa, donde además de jugos naturales, helado, agua fría y un criollo café, les aguardaba el sincero abrazo de Jorge Luis Delgado Felipe, presidente de la Unión de Periodistas de Cuba en la provincia, Pilar, administradora y Reina Torres Pérez, directora de la Televisión Avileña, entre otros colegas.
E, inevitablemente, saltaron las referencias a la encomiable y decisiva labor de amigos como la argentino-norteamericana Alicia Jrapko y su esposo Bill Hackwell, el cubano residente en Ucrania Manuel López, el canadiense Bill Ryan y otros, cuya admiración, respeto y familiar latido por Cuba no cesaron con el retorno de Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René.
Fue un pedacito diferente de igual tarde, en el que hasta Mela (la engreída mascota canina de la Upec en Ciego de Ávila) se adueñó del cariño de los hermanos belgas.
Imperturbables, las agujas del reloj posponían despreocupadamente la continuación de un viaje que marcaba como próximo destino a la hermana provincia de Sancti-Spíritus. “Pero es que nos sentimos tan bien entre ustedes…” parecían decir, sin embargo, no solo los ojos de Katrien.
Entonces fueron los “chinos avileños” quienes cambiaron, para alegría de todos, la preconcebida agenda.
Tal vez si Luis, Presidente de la Sociedad China en la provincia y su vicepresidente Basilio, no hubiesen sido tan espontánea y sensiblemente hospitalarios, si no hubieran hecho referencias como para rechuparse los dedos acerca de historia y tradiciones del Gigante Asiático; si el Cheff de cocina no se hubiera excedido en el excelente gusto y presentación de sus platos… si no les hubieran casi suplicado que descansaran esa noche allí, como gratitud por todo lo que han hecho y continúan haciendo por Cuba… si no hubiera sucedido todo eso, con toda seguridad Katrien y su familia se habrían perdido un pedacito también inolvidable de nocturna realidad cubana.
Bélgica los espera. Vendrán y sobrevendrán, muchas veces, los recuerdos. Conozco muy bien a esa mujer, aparentemente frágil, pero con un temple apto para llevar los apellidos de Mariana. Sé que la acompañará eternamente la gratitud de este viaje y su contacto “fuera de plan” con el entorno avileño.
Y conozco, muy bien también, a quienes la atendimos. Sé que nos preguntaremos, siempre, si realmente en ese segmento de tarde noche le entregamos todo lo que pudimos, de acuerdo con lo mucho que ella merece.