Era la ocasión número 32 que levantaba la mano. Miró a los cuatro profesores y a su veintena de compañeros de clase y soltó: “Es que yo vivo de preguntar. Saber no puede ser lujo”.
A sus ocho años, Mariana Carmona Fernández es alta para su edad. Tiene ojos grandes y una dicción impecable, parece que siempre está recitando. Aunque algunas palabras le quedan grandes a su edad, inexplicablemente a todas les encuentra un acomodo semántico correcto.
De mayor será diseñadora de modas. Comenta que vino al taller de fotografía y audiovisuales para niños, niñas y adolescentes de la Editorial de la Mujer por una pequeña urgencia que le pueda pasar en la vida: “Cuando el fotógrafo no pueda fotografiar a las modelos, las fotografío yo misma”.
¿Tú crees que has aprendido algo en este curso?
“Los ángulos, el zoom, el travelling, el paneo, algunas técnicas del audiovisual, el picado, el contrapicado, el cenital. Estoy segura de si me preguntan, ¿cómo tú aprendiste a tirar fotos?, yo voy a decir, gracias al taller de la Editorial de la Mujer”.
Yallolde Libertad Castro Peñalver tiene 13 años. Ella regresó a la edición de agosto del taller, a pesar de haber participado en el desarrollado en el mes de julio.
“Vine para seguir ejercitando y continuar adentrándome en este mundo. Pienso que el día de mañana, a lo mejor, podría ser una gran fotógrafa.
“Cuando salga a la calle pondré en práctica lo del encuadre, los planos y los ángulos. Lo de la discriminación y la inclusión lo voy a compartir con mi amigos en la escuela, ayudándolos a ser mejores personas”.
Mariana y Yallolde, junto a una veintena de niños, niñas y adolescentes, culminaron este viernes la segunda edición de este verano del taller Exprésate con un clic, el cual parte del proyecto Con tus propias manos de la Editorial de la Mujer de la Federación de Mujeres Cubanas y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude).
Con el uso de técnicas de educación popular quienes participaron intercambiaron conocimientos sobre la fotografía y el audiovisual para dibujar una ciudad sin discriminación.
“Hemos utilizado la educación popular porque creemos que todos contribuimos a crear un conocimiento conjunto y compartido. También, porque ayuda a desmontar, desmitificar y deconstruir esas lógicas de dominación a las que estamos sometidos.
“Los muchachos y las muchachas tuvieron la oportunidad de hacer cosas que tributan a su desarrollo intelectual y a su transformación como personas”, explicó Lissy Rodríguez Villar, periodista de la revista Muchacha y una de las coordinadoras del taller.
“Si queremos construir un país diferente que tenga principios y sea inclusivo, no tiene cabida la discriminación. Hemos tratado que aprendan estos contenidos y los asimilen a su cotidianidad. Es lo que le dará transcendencia al curso”, agregó.