Cuando el reciente “paro cívico” convocado por el antichavismo a nivel nacional en Venezuela, en las redes sociales circularon pronto denuncias de agresiones físicas y censura contra periodistas opositores que intentaban cubrir las barricadas y trancazos convocados por la MUD.
Lejos de la excusa ya desgastada sobre “infiltrados chavistas” protagonizando episodios de violencia extrema, la naturaleza de estas denuncias coloca como centro a la furibunda sociedad civil imbricada con agentes violentos y armados.
Tampoco es la primera vez que corresponsales extranjeros y periodistas no precisamente alineados al chavismo sufren ataques por parte de manifestantes violentos. Un corresponsal de EFE, el pasado 2 de mayo, fue agredido y despojado de sus herramientas de trabajo, así como periodistas de otros medios que también han sufrido agresiones similares a más de tres meses de violencia callejera.
Sin embargo en esta oportunidad un factor hace la diferencia: dejan de ser hechos aislados para convertirse en una especie de censura ampliada, donde la violencia extrema busca no ser visibilizada por medios convencionales como tampoco las demostraciones de rechazo por parte de la clase media y alta que habita las urbanizaciones donde se realizan estos “trancazos”, intentando reducir su incidencia dentro de la opinión pública.
El llamado abierto a una escalada violenta por parte de dirigentes del antichavismo es total, incluso contra quienes desde una postura algo masoquista siempre están dispuestos a ayudarlos desde la propaganda de guerra.
Como es el caso de Rafael Hernández, periodista audiovisual del canal NTN24, quien denunció ser atacado con botellas por los mismos que hasta hace horas eran “manifestantes pacíficos”.
Incluso en las barricadas de zonas de clase media de la capital venezolana (avenida Rómulo Gallegos) hay mensajes que, con nombre, apellido y logo, niegan la cobertura, en este caso la de Televen.
Lo que no terminó allí. El sindicato de prensa opositor rechazó que en las barricadas de la avenida Rómulo Gallegos un periodista de Hispano Post le golpearan su teléfono para impedir su transmisión.
En la misma zona el equipo de VivoPlay también resultó agredido bajo el mismo formato que lamentablemente le cegó la vida a Almelina Carrillo en La Candelaria, evento que fue omitido por este y otros medios hoy atacados.
Por su parte, la periodista Blanca Vera Azaf trataba de correr la arruga tratando de comparar estas agresiones con el chavismo. Para los desinformados: el chavismo no tiene como política andar atacando a la prensa que cubre sus manifestaciones, todas pacíficas.
El ruido rápidamente llegó a los dirigentes políticos de la oposición, entre ellos Henrique Capriles, quien regañó a los manifestantes convocados por él a trancar por no dejar a la prensa realizar su trabajo.
A este llamado también se sumó la ONG Espacio Público, reconocida por armar expedientes contra el Estado venezolano por los supuestos ataques contra la libertad de expresión, los que hoy paradójicamente comete el antichavismo contra sus propios periodistas. Y sin duda estos ataques que contra los periodistas que dicen defender, no serán motivo de denuncia internacional.
Fuente: Misionverdad.com