Había que ver su rostro cuando le dieron la noticia. Sus ojos miraron fijamente al profesor, y los demás reían, porque iba a ser ubicado en un lugar al que llamaban “muela quieta”. “Tú verás que te vas a embarcar allá” –le decían. Él con una actitud casi obstinada explicaba que “era lo mismo viajar hasta Santiago viviendo en Palma Soriano a trabajar en la Dirección Municipal de Cultura, que hacerlo hasta Mella para ser periodista”.
Yánder Castillo Salina escogió ejercer la profesión que había estudiado durante cinco años lejos de su casa, en la emisora municipal Radio Titán, que “es un órgano de prensa con una historia de institucionalización importante, que le permitió tener un alcance mayor” –explica. Y aunque los más allegados le tildaban de “loco”, él aprendió dos cosas que actualmente valora mucho: “nuevas formas de entender nuestra labor, y estar más cerca de las personas”.
Al principio cubría varias fuentes, entre ellas el deporte, que “de todas era la que más trabajo costaba”. Sin embargo, confiesa haberse enamorado de aquel lugar porque “tenía características organizativas y de relación con la audiencia muy particulares”.
Todavía lo recuerdo corriendo detrás de una profesora muy joven. Llevaba un libro sobre las tendencias del periodismo contemporáneo. Estaba en quinto año. “Me dijeron que usted trabaja algo que tiene que ver con las agendas – comentó- y ese tema parece interesante, pero yo quería investigar sobre algo más comunitario”. Después de tres años y la publicación de varios artículos científicos que tratan la relación entre los medios y el público, ha decidido “mirar más allá de las estadísticas, y pensar en la cultura de esa localidad, en sus costumbres”.
-¿Cómo es la relación del medio con el público en Mella?
-La cultura radiofónica en Mella rebasa los muros mediáticos. Te puedo poner un ejemplo: la emisora se escucha en paladares y cafeterías durante sus horas de transmisión, aunque solo pongan música grabada. Y existe la costumbre de que los barrios tengan un altavoz para difundir la programación y que se entere toda la comunidad.
“Esa es una manera que han encontrado los mellenses de entretenerse e informarse, y de suplir otras necesidades relacionadas con la carencia de dispositivos de radio, porque no se venden o son caros. También, en un sentido antropológico han encontrado una manera de consumir la radio, porque los dispositivos móviles recepcionan la señal, pero la escucha es más íntima”.
– ¿Qué has podido hacer a partir de esos elementos que te llamaron la atención?
– Tuve la suerte de entrar a trabajar cuando la emisora cumplió 20 años de ser institucionalizada, porque hacía tiempo que funcionaba de otra manera más popular. Investigando la historia –así me lo encomendaron en la dirección del medio- realicé el documental “Un Titán de 20 años” a partir de la información que pude reunir, para proteger de alguna manera el patrimonio radiofónico muy amplio que tiene este lugar, y que se fue perdiendo.
“El material relata cómo fue evolucionando Radio Titán no solo desde el punto de vista organizacional, sino cómo la comunidad se insertó en el proyecto en el momento de la institucionalización y cómo lo hace actualmente. Al no tener grabaciones de archivo para contar la historia, convoqué a los fundadores. Muchos eran maestros, médicos, amas de casa, y con ellos reconstruí algunos programas que marcaron al municipio para entender cómo se hacía la radio”.
“El documental sentó las bases de mi tesis de maestría, que es una propuesta para articular las agendas política, mediática y pública en el municipio, partiendo de la Comunicación Comunitaria”.
– ¿Qué pueden aportarle las emisoras locales al periodismo actual?
– El sacrificio y la motivación hacia la profesión. Estamos hablando de medios que no cuentan muchas veces con un Departamento Informativo completo, o carecen de profesionales como editores. Eso te obliga a aprender otras cosas: a editar, a lidiar con muchas fuentes al mismo tiempo, a escoger la información atendiendo a lo que puede interesarle al público y a lo que rige la política informativa cubana. Eso es muy fácil de aprender en micro espacios, porque a pesar de que tienen toda una estructura, ofrecen mayores posibilidades de horizontalizar sus contenidos y la cultura profesional de los periodistas.
-¿Cómo valoras tu trabajo tres años después de comenzar tu vida laboral?
– Es un poco difícil tener que viajar todos los días. Además, estar allí me ha obligado a entender la realidad de un municipio diferente al mío, y ser periodista en otro contexto cultural y social, lo que requiere ser más camaleónico.
“Sin embargo, ahora tú me preguntas si soy de Mella o de Palma, y no sé qué decirte, porque a mi casa solo voy a dormir: entre el tiempo en la carretera, las horas de trabajo y lo que me paso conversando con las personas en la calle, puede decirse que casi todo mi día transcurre allí”.