Entre los integrantes del jurado a la XX Bienal Internacional de Humorismo Gráfico se encuentra el colombiano Jesús Orlando Morales Henao, amigo de Cuba y gran conocedor de la obra humorística de los artistas cubanos.
Orlando es humorista, profesor de varias instituciones de su país, autor de libros sobre la enseñanza de las artes plásticas y el humorismo, además de haber desempeñado cargos administrativos en el gobierno de su ciudad.
Por sus conocimientos y dominio del género sus criterios siempre son bien recibidos.
¿Cómo usted valora la Bienal de Humorismo Gráfico y el trabajo del jurado para decidir los premios de las obras en concurso?
La Bienal cubana es uno de los eventos de mayor trascendencia en el mundo, no solo por el trabajo y la participación de los humoristas gráficos de otros países, sino por la vinculación de la sociedad entera, vemos como alrededor del humor se han vinculado la danza, el trabajo de diseño, la música y el canto. La otra cuestión es lo masivo de las muestras, con una calidad muy representativa, tal vez de los mejores niveles que tiene cualquier evento gráfico del mundo. Eso obliga a los organizadores de esos eventos a ser más exigentes con las obras en concurso, para mostrar algo que sea comparable a lo que se está realizando en Cuba.
El trabajo del jurado lo simplificó un poco el que hizo el jurado de admisión. Sabíamos que habían llegado más de 500 obras, a nosotros nos entregaron 133, pero por el nivel de calidad de las seleccionadas fue bastante polémico, por cierto, hubo discusiones serias sobre los contenidos y nos pareció que las opciones que se presentaron de trabajo libre, de la caricatura política, complejizó un poco más la elección en esa parte. Nosotros hicimos algunas sugerencias porque cuando son tantas las versiones que se presentan o el nivel de calidad de los artistas participantes es grande, aumentan las dificultades para el jurado trabajar y decidir su veredicto.
El lema de la bienal de este año es: “Paz… luego existo”. ¿Qué vinculación usted le ve teniendo en cuenta que la región está declarada como “zona de paz” desde el pasado año y su país está inmerso en un gran proceso de esta índole?
Parece hecho a propósito, como para Colombia. Nosotros venimos de un largo proceso en el cual Cuba jugó un papel fundamental y que en este momento está en apogeo. Se logró la paz luego hay que construir una nueva sociedad con nuevos elementos. Con ese título y trabajo que hace Cuba nos da una herramienta para que a través del humor se cimente y se construya esa nueva sociedad, o sea, que fue como si nos lo hubieran puesto a nosotros los colombianos.
A mí cuando me invitaron como jurado y vi el título me dije: esto no puede ser. Era como si nosotros hubiéramos escogido el título. Entre otras cosas sería buenísimo hacer un intercambio de obras porque a nosotros nos gustaría mostrar la visión que tienen sobfre ese tema los caricaturistas de otras naciones.
¿Qué posibilidades hay de que ese intercambio se haga realidad?
Es factible. Yo dirijo un evento en Colombia que se llama “Muestra mundial de caricatura y humorismo Valle de Aburrá”. Esta es una región cuyo epicentro es la ciudad de Medellín, que tiene unos tres millones de habitantes, con experiencia en la organización de estos eventos. No hay muchas dificultades para conseguir que se logre mostrar parte de Aburrá acá, y allí, en los epicentros culturales, las universidades, los centros de formación artística, más otros tipos de organizaciones estarían en muy buena disposición de acoger la muestra y hacerla circular en la sociedad colombiana.
En el coloquio realizado este lunes se expresaron diversos términos sobre la Bienal, como que está languideciendo o que tiene que renovarse internamente. ¿Coincide usted con esos criterios?
Yo creo que los niveles de la muestra son de gran calidad para el mundo del humorismo gráfico. Existen probablemente baches y bajas, como de tensiones en la muestra, de pronto no es tan masivo como puede haber sido en otras épocas, pienso que tiene que ver también con enfrentar nuevos retos y para ello hay que hacer como una especie de medio pare en el camino, para vislumbra hacia donde se va a dar el nuevo salto. No creo que la Bienal desaparezca ni que vaya en retroceso, me parece que están buscando un nuevo lenguaje alrededor del humorismo.
Colombia está inmersa en un complejo proceso de paz. El paramilitarismo no se ha acabado y muchos líderes sociales son asesinados por esas agrupaciones. ¿Qué perspectiva usted le ve a esa paz que están construyendo?
Históricamente Colombia tiene un problema serio con el paramilitarismo. La extrema derecha siempre ha sido el sector más violento de la sociedad. Desde el siglo XX, cuando se han hecho estos tipos de negociaciones, vienen después una serie de asesinatos de los líderes que participaron en las negociaciones. Ellos estuvieron en contra de las negociaciones de paz, indudablemente a los paramilitares les conviene la violencia porque es su esencia y su forma de ver el mundo y no entienden otra cosa.
En la actualidad, si bien se está en proceso de reconstrucción, han asesinado a varios líderes populares, no hay que hacer una investigación muy exhaustiva para saber de dónde viene el problema, ese va a ser uno de los grandes retos que tenemos los colombianos, sobre todo el gobierno, para ver cómo va a confrontar y combatir esta serie de gente tan violenta y tan extrema.