A propósito de la celebración de la vigésima edición de la Bienal Internacional de Humorismo Gráfico de San Antonio de los Baños, Cubaperiodistas destaca fragmentos del libro Manuel=Manuel (Ediciones Matanzas, 2014), un texto fruto de la tesis de graduación de la joven periodista Lis García Arango, quien tras extensas entrevistas y agudas consultas documentales, logró un retrato supercompleto de la vida, entornos y la variada obra creativa de nuestro querido colega Manuel Hernández Valdés, orgulloso “producto” matancero y cubano, Premio Nacional de Periodismo José Martí y Premio Nacional del Humor.
Entre los múltiples lauros obtenidos por Manuel, considerado uno de los cien mejores caricaturistas del mundo en el siglo XX, se encuentra precisamente el Gran Premio de la tercera edición de la Bienal Internacional del Humor de San Antonio de los Baños, con una serie de caricaturas plasmadas en platos de cerámica mediante la técnica de la mayólica.
MANUEL, EN SERIO SOBRE EL HUMOR (extractos del libro Manuel=Manuel)
Para mí el humor es un sacerdocio, no se deben cometer los errores que uno critica, ni se critican los errores que uno comete. Claro que se puede hacer un humor para quedar bien, pero ese es el camino seguro para convertirse en un burócrata del humor.
Hay gente que no entiende determinadas cuestiones, mas nunca fui incisivo con algunas personas ni utilizaba el humor para atacarlos directamente (…) Considero que cada cual cumplía su función (directores, caricaturistas, periodistas, etc.) Sin embargo, siempre pensé que no perdería, porque no le pedía nada al Estado, sino que contribuía a mejorarlo con mis críticas. Más bien sacrificaba mi intelecto, lo que muchos no hacían, ya que preferían las superficialidades y “matar” el trabajo más sencillo; pero se mataban ellos, sin darse cuenta.
El humor es un triángulo, como los amorosos; está el que lo disfruta, quien lo hace y la víctima. En el socialismo hay que cuidarse de quién es la víctima, porque la víctima no puede ser la sociedad, la víctima es de la sociedad. El quid del humor es seleccionar la víctima sin que ésta se ofenda… Lo difícil es hacer humor sin que hieras la sensiblidad humana, eso es un problema, el cómo hacerlo.
Cierta vez un funcionario de los medios de prensa extranjeros me dijo que no entendía cómo existían periódicos humorísticos en el socialismo y le contesté, “Yo tampoco, creo que ese sistema social debe ser bien aburrido”. El opinaba que el humor en Cuba no hacía falta. Y le pregunté “¿Usted no se ríe? ¿usted considera que en el socialismo no hay que reírse? ¿que es un sistema tan trágico como para que no existiera la risa?” El no entendió, pero le manifesté: “Es una pena no reírse en cualquier parte del mundo”. Nosotros teníamos que tratar de hacer el humor del socialismo y lo logramos bastante.
El humor no responde a un plan de trabajo, eso es absurdo. Siempre será una ayuda al hombre en general para que sea mejor, que eduque y sirva para denunciar lo mal hecho, así como conservar principios humanistas, porque cuando se hace agrediendo es un arma poderosa y peligrosa.
Los humoristas cubanos hemos transitado por el sendero inexplorado del socialismo en el continente latinoamericano. Eso nos permitió, al tiempo que buscábamos las influencias, encontrar vías propias, independientes. El bloqueo de los Estados Unidos, que nos impedía informarnos más del acontencer de la caricatura mundial, nos ayudó a no copiar modelos ni esquemas de otros países.
El ejercicio de la crítica en la Revolución nos posibilitó una concepción más profunda de hacer humor, de encontrar un enfoque y una salida a los problemas.
MANUEL EN TRES ANECDOTAS, CONTADAS EN EL LIBRO
I
Una vez, alguien preguntó que si nos pagaban por dibujar caricaturas y le dijimos que no, que en la mañana barríamos el periódico y por la tarde vendíamos el Juventud Rebelde en la puerta. Me provocó risa aquella pregunta.
II
Una vez Hanel y yo nos pusimos de acuerdo para demostrar que las recepcionistas eran automáticas. Al carnet del DDT, le puso una foto de Adolfo Hitler y cuando nos tocaba el turno de pasar Hanel lo mostraba y decía Gestapo, y la recepcionista no se daba cuenta de nada, y nosotros atacados de la risa. Así estuvimos meses hasta que nos cansamos.
III
Un día concebí un chiste sobre un esqueleto humano medio desenterrado en el cementerio y en la caricatura aparece un hombre que comentaba que parecía que no le dieron propina al enterrador, porque al muerto no lo habían enterrado bien. Llegó a la redacción de Juventud Rebelde una comisión como de veinte enterradores de los cementerios de los municipios de La Habana, a reclamarme por ese chiste, y les dije: “No tiene nada que ver con ustedes, eso es solo un chiste”. Me explicaron que ellos habían tenido problemas y comprendí que en el fondo había un negocio en los entierros. Era más gracioso la visita de los veinte enterradores que el propio chiste.
Lea también: Pintar es mi vida , entrevista a Manuel, publicada en el blog de la periodista Lis García Arango, autora del libro Manuel=Manuel, publicado por Ediciones Matanzas en el año 2014.