Prensa Latina recordó este jueves la obra del periodista argentino Rodolfo Walsh, la cual marcó la historia de esa agencia informativa latinoamericana, creada en 1959 para contraponer la desinformación de los grandes medios de la época.
Walsh aceptó la invitación del comandante Ernesto Che Guevara y del primer director Jorge Masetti, para sumarse al grupo de jóvenes que impulsaron la fundación de esa agencia, descrita como “medio objetivo, pero no imparcial”, al decir de Masetti.
José Bodes, uno de los colegas de Walsh, afirmó que, más allá de sus sobresalientes logros en el ejercicio de las letras, merece que “lo recordemos por su valeroso batallar en defensa de los derechos de los trabajadores y la libertad de su pueblo”.
El comunicador cubano rememoró durante un acto de recordación a Walsh en el aniversario 90 de su natalicio, que Masetti le encomendó crear un Departamento de Servicios Especiales que no tuviera las ataduras estilísticas del cable noticioso y contara con colaboradores prestigiosos.
Ese departamento llegó a contar con escritores de la talla del guatemalteco Miguel Ángel Asturias (Premio Nobel de Literatura) y el francés Jean Paul Sartre, entre otros, señaló Bodes.
Sin embargo, su tarea más sobresaliente ocurrió durante su estancia en Cuba, evocó Bodes, quien acotó que la afición a los cables confidenciales le permitió descubrir el complot que se armaba contra la naciente Revolución.
Él estaba en el despacho de Masetti cuando entró un cable cifrado, que días después Walsh descubrió que era un mensaje enviado desde la embajada de Estados Unidos en Guatemala sobre los preparativos para invadir Cuba por Playa Girón, agregó.
Según Bodes, el hallazgo del intelectual argentino se mantuvo en secreto para los propios trabajadores de la agencia, quienes se enteraron con la crónica El periodista que se adelantó a la CIA, del colombiano Gabriel García Márquez, también periodista de Prensa Latina.
Por su parte, la vicepresidenta Maitte Marrero resaltó que Walsh “revolucionó el periodismo en la región e hizo grandes aportes a la literatura, sobre todo en el trabajo de los intelectuales comprometidos con la causa latinoamericana”.
En el acto, que tuvo lugar en la Casa del Alba-Cultural, se conmemoró también el 40 aniversario de su asesinato en Argentina y 60 años de la publicación de su obra mayor “Operación Masacre”.
PL
RODOLFO WALSH, FUNDADOR DE PRENSA LATINA
Palabras pronunciadas por el periodista cubano José Bodes Gómez en el acto por el 90 aniversario del natalicio del intelectual revolucionario Rodolfo Walsh
Primero quiero expresar mi satisfacción porque sea en la Casa del ALBA Cultural y en Cuba donde rendimos este homenaje a Rodolfo Walsh, quien más allá de sus sobresalientes logros en el ejercicio de las letras, merece que lo recordemos por su valeroso batallar en defensa de los derechos de los trabajadores y la libertad de su pueblo.
Indiscutiblemente, Walsh dedicó sus mayores afanes a la causa libertaria de su patria, pero creo que no exagero si afirmo que, después de Argentina, fue Cuba el país con el que mantuvo los más fuertes lazos de consideración y respeto a ñlofue con este donde nos encontramos.
Aquí vivió los dos primeros años de la Revolución y los recuerdos de aquella época los conservó de manera imborrable en su memoria.
Aquí trabajó en un proyecto hasta entonces casi desconocido en nuestra región, la creación de una agencia latinoamericana de noticias.
Para Prensa Latina, sin duda, es motivo de orgullo contar con Walsh entre sus fundadores. Del mismo modo que nos honra el haber tenido como primer director general a Jorge Ricardo Masetti.
En 1958, el viaje de Masetti a Cuba como corresponsal de guerra de una radioemisora argentina le permitió conocer y compartir con hombres del talento e integridad del Comandante en Jefe Fidel Castro y el comandante Ernesto Che Guevara, así como con otros luchadores de la Sierra y el llano.
Con esta experiencia pudo constatar la grandeza del proceso revolucionario y valorar sus principios justicieros, los que difundió hacia los cuatro puntos cardinales con un libro testimonial de gran impacto, el cual con toda seguridad leyó Walsh sin saltarse una página.
Si hablamos con terminología de uso actual, podemos decir que Walsh fue un fundador “de lujo” que le dio realce a Prensa Latina. Sus aportes al prestigio y desarrollo de la agencia son innegables.
Como dato curioso puedo decir que nuestro homenajeado de hoy tardó cerca de dos meses en su primer viaje de Buenos Aires y La Habana.
Se trasladó por vía aérea, pero en su itinerario debió hacer una escala en Río de Janeiro para instalar la corresponsalía de P.L. en Brasil.
La misión que le había encomendado Masetti se calculó que duraría a lo sumo un par de semanas, pero las autoridades brasileñas ya se habían plegado a la campaña de hostigamiento contra Cuba orquestada
desde Washington y obstaculizaron con toda clase de argucias un trámite por lo regular sencillo y expedito.
Por otro lado, la tarea que esperaba a Walsh en La Habana sí era compleja y delicada. El objetivo consistía, dicho de manera rápida, en organizar el Departamento de Servicios Especiales y como tal, los trabajos que se hiciesen debían tener profundidad en el abordaje de los temas y perdurabilidad en los enfoques para que pudiesen
publicarse hasta un mes después de su elaboración.
Pero falta decirles lo más difícil de esta encomienda. Masetti le pidió a Walsh que buscase colaboradores eminentes para que, con la excelencia de sus nombres, facilitasen el acceso de la agencia a los medios periodísticos, no solo de América Latina, sino también de Estados Unidos y Europa.
En realidad, visto con la perspectiva de los años vividos, la creación de este departamento era casi, casi, como formar una segunda agencia que no tuviese las ataduras estilísticas del cable noticioso, acogiese con flexibilidad los dispares criterios de sus autores y, apelando a la socorrida aclaración de que los artículos publicados no reflejan necesariamente los puntos de vista de la dirección, darle cabida a formas de pensamiento disímiles y polémicas.
No tengo la intención de hacer la apología de Walsh, pero es justo reconocer que su trabajo en este proyecto obtuvo éxitos muy apreciados, pues en pocos meses contó con un plantel de colaboradores de la talla de Miguel Angel Asturias, Premio Nobel de Literatura, Jean Paul Sartre, Waldo Frank, C.Wright Mills, Gregorio Selser, Mario Gill
y otros prestigiosos escritores.
Hay los que nos critican porque no hemos conservado los escritos periodísticos de aquellos años precursores, pero como réplica podemos jurar que hemos sabido atesorar, con sinceridad y constancia, nuestra gratitud por los iniciadores de esta agencia. Ya sean argentinos o cubanos, latinoamericanos o norteños, de cualquier parte del mundo que provengan, los honramos porque somos internacionalistas y agradecidos.
Sin embargo, este relato estaría imperdonablemente incompleto si no dedicásemos unos párrafos al episodio más sensacional de la estancia de Walsh en La Habana.
Sucedió una noche, más bien una madrugada, en la oficina de Masetti en la antigua sede de Prensa Latina, es decir en el quinto piso del edificio Seguro Médico, en la avenida 23 y N, en la céntrica Rampa del Vedado.
En aquella ocasión, entre los cables remitidos a la consideración del director general había uno muy llamativo, totalmente distinto a los mensajes que se cursaban por las agencias noticiosas. Estaba escrito en clave secreta y procedía de una transmisión originada en Guatemala.
Walsh no perdió la oportunidad de poner a prueba sus incipientes conocimientos sobre el descifrado de textos y auxiliado por un manual de esta materia, recién adquirido en una librería de viejo en La Habana, trabajó durante varios días hasta descubrir el secreto de aquella transmisión.
Para su asombro y el de Masetti el cable lo había enviado un funcionario de la Embajada de Estados Unidos en Guatemala a la dirección de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en el estado de Virginia.
Y su contenido era altamente revelador. Se trataba de un informe sobre la marcha de los preparativos para atacar a Cuba mediante una invasión de exilados contrarrevolucionarios. Este representó sin duda el documento más comprometedor para Washington de que la fuerza mercenaria que desembarcó en Bahía de Cochinos, el 17 de abril de 1961, cumplía un plan intervencionista del gobierno estadounidense.
En aquel momento, el hallazgo de Walsh fue manejado con absoluta discreción e incluso los que trabajábamos en Prensa Latina conocimos de su existencia solo años después, cuando el escritor colombiano Gabriel García Márquez lo hizo público en una crónica certeramente titulada “El periodista que se adelantó a la CIA”.
Hoy, al hacer el balance de su vida en el 40 aniversario de su desaparición física, considero que hacemos justicia si por delante de ese título colocamos uno más prominente que quiero compartir con ustedes:
Walsh, el periodista que murió luchando por su pueblo.
Muchas gracias.
29 de marzo de 2017.