Un texto del bloguero Harold Cárdenas sobre el ejercicio del periodismo en nuestro país, ha generado una polémica con puntos de vista diferentes sobre la propiedad, la gestión y el carácter revolucionario de los medios en Cuba, que nos parece de interés para nuestro gremio. Cubaperiodistas ofrece algunas de estas opiniones:
Por Javier Gómez Sánchez
El debate del periodismo cubano hoy es uno de los pilares del debate político de la Revolución. Ha vuelto a tomar calor a partir del texto Los periodistas imprescindibles, publicado por mi compañero Harold Cárdenas. Numerosos criterios se han vertido sobre sus líneas. El texto ha sido leído, tanto en las salas de redacción de periódicos y medios estatales, como desde las mesas de trabajo y oficinas de los medios independientes. Tanto los que cobran exiguos salarios en moneda nacional o los que se sostienen por el empeño propio, como los que cobran en dólares del patrocinio político o los sustentados por un pujante auge publicitario.
También lo leyeron en la UPEC, en el PCC, en la UJC, en todos los lugares donde tiene lectores atentos La Joven Cuba.
Varios no se limitaron a leerlo, sino que se han manifestado saltando con alarma como si el piso se hubiese movido bajo sus pies. No fueron contra este texto los ¨oficialistas intolerantes¨ ni los ¨inmovilistas retrógrados¨, sino algunos de los ¨independientes¨. Tal vez acostumbrados a escuchar palabras más cómodas.
Muchos de los que escribimos en la red no somos periodistas, no pretendemos hacer periodismo, somos revolucionarios que escriben. Muchos que no lo son también escriben, se organizan en proyectos de comunicación, en medios digitales, y tampoco son periodistas. El de ¨periodista¨ se ha convertido en el disfraz de moda adoptado por la contrarrevolución en el momento político actual. Como antes fue el de ¨bloguero¨, el de ¨artista alternativo¨, el de ¨promotor comunitario¨, o ¨intelectual objetivo¨.
Otros sí son profesionales graduados y con experiencia de trabajo en medios oficiales. Pero una larga tradición de más de un siglo de letras cubanas nos recuerda que el periodismo, más que todo, se ejerce.
Cuando Cuba evolucionaba hacia una identidad nacional, florecían las publicaciones culturales, nacidas de las tertulias en La Habana, en Matanzas, en Puerto Príncipe. Cuando se luchaba por la Independencia, surgían uno tras otro los periódicos independentistas. Durante la República a medias, todos los periódicos, sin excepción, tenían un objetivo político y no había pluma que escribiera en ellos que no cumpliera una función política.
Muchos de los revolucionarios que dieron su vida ejercieron el periodismo, varios periodistas de profesión, dejaron la pluma y tomaron las armas. Había entonces, como hoy, periódicos pequeños y grandes. Los que se imprimían contando cada centavo con dignidad, como los que se sostenían por la publicidad comercial pero mucho más por el dinero que recibían de los políticos ávidos de las urnas. Tan grandes eran sus planas que podían cubrirse con ellas en la noche los mendigos.
Entonces, si traemos y adaptamos a nuestros días las enseñanzas de ese pasado, la Historia nos enseña:
Primero, que no es importante si el medio es grande o pequeño, rico o pobre, si es parte del aparato de comunicación estatal o independiente.
Segundo, que tras cuatro páginas impresas en blanco y negro o tras un blog de palo sostenido con mucho esfuerzo puede haber más dignidad que tras la espléndida página web de algún proyecto lustrado con fondos cuestionables.
Tercero, que el periodismo siempre ha sido una actividad eminentemente política.
Hacer periodismo hoy en Cuba es hacer política, es asumir una posición política.
Entonces la cuestión, no es si el periodismo se ejerce en un medio estatal o en uno independiente, la cuestión está en si es un periodismo a favor de la Revolución o en contra de ella. La diferencia es hacer periodismo revolucionario o periodismo contra la Revolución.
No existe la cuestión periodismo oficial vs periodismo independiente. Esa es la flauta con que pretenden encantarnos. Lo que existe es la cuestión periodistas revolucionarios vs periodistas contrarrevolucionarios donde quiera que trabajen. Punto.
Y para aquel al que le quede alguna duda, no es periodismo revolucionario el que no se confronta, el que no ataca, el que no desenmascara, el que no llama por su nombre, el que omite, el que teme a que no le den like en su Facebook, a que no lo inviten. El que se deja llevar o fomenta los lamentos por una manoseada libertad de expresión, de clamor doliente ante una intolerancia que permita a victimarios pasar por víctimas, los que se suman al lagrimeo y vestiduras rasgadas por los convenientemente censurados, el que ayuda a esconder la mano hoy a los que lanzarán de nuevo la piedra mañana.
La historia ha demostrado que no hay convivencia posible entre pensamiento revolucionario e intereses contrarrevolucionarios, ni cómoda, ni duradera, ni verdadera. En cuanto a intención, en los medios independientes se hace periodismo a favor del socialismo y contra el socialismo. En los medios estatales se hace idénticamente periodismo por el socialismo y periodismo para frenar el socialismo.
En cuanto a la dirección política, el mayor peligro para el periodismo revolucionario, al menos para aquel que se hace desde los medios estatales, no será en el futuro la autoridad o propiedad partidista y militante, no importa la influencia que tenga efectivamente hoy, sino la censura más oscura aún de la tecnocracia empresarial, de la corrupción, de la incapacidad administrativa, que ya se siente presionada por la prensa actual. El empoderamiento y la utilización política contra el periodismo para proteger sus intereses, que ya ejercen, ese es el mayor peligro en el futuro. La contrarrevolución sabrá aprovecharlo.
En el presente que nos urge, solo habrá una defensa plena del proyecto socialista en Cuba, cuando su Dirección comprenda que tiene muchas reservas políticas en los medios independientes revolucionarios, en los jóvenes de edad y jóvenes de espíritu que los sostienen. En definitiva, más que menos, no estamos separados de los medios estatales, porque es muy superior lo que nos identifica con ellos.
Nosotros mismos debemos madurar como tales, que no es solo migrar de un blog a un .com, sino a la evolución verdadera que es la maduración política. Dejar a un lado la vanidad, convertir los proyectos personales en grupales, buscar la unidad que nos convierta en un frente de lucha. Porque más allá de la página de fulano o la página de mengano, dónde hay que escribir es en la página de la Revolución.
Por Carlos Luque Zayas Bazán
“Entonces la cuestión, no es si el periodismo se ejerce en un medio estatal o en uno independiente, la cuestión está en si es un periodismo a favor de la Revolución o en contra de ella. La diferencia es hacer periodismo revolucionario o periodismo contra la Revolución.”
Javier Gómez Sánchez. “Las páginas de la Revolución”
No es frecuente disfrutar experiencias de calidad argumentativa, o del mero placer del intercambio inteligente, en los comentarios a los textos publicados en las mal llamadas redes sociales. Muy a menudo es una experiencia amarga que parece darle, si no toda, sí gran parte de razón a Umberto Eco.
El artículo titulado Los periodistas imprescindibles, replicado en el “muro” de Facebook de su mismo autor, Harold Cárdenas Lema, suscitó un intercambio que por momentos parecía remontar algún vuelo, hasta que derivó, como no raramente ocurre, en esa especie de ciberchancleteo donde nunca falta el personaje que sustituye el ejercicio del pensar por los oficios de las ofensas, o el empleo de un lenguaje que quizás cara a cara no utilizaría.
Pero no es el propósito de esta nota atender a todos los puntos de vista que se manifestaron con respecto a la tesis central del texto que los provoca. Allí están para el interesado. Sin embargo, hay que destacar uno relacionado con el objetivo de esta nota: presuntos representantes de los periodistas que publican en los medios privados -(“no estatales” es algo que en todos los casos no está claro para este lector) – reprocharon la marginación o menosprecio que habría cometido la valoración de Harold Cárdenas al afirmar en el umbral mismo de su texto que “Los periodistas más valiosos de Cuba son los más sacrificados.” Habitualmente buen redactor, aquí Harold Cárdenas parece cometer un lapsus, o es de aquellas afirmaciones que luego precisa, o aclara, en “lo que quise decir”, porque, en verdad, es una rara definición atribuir sólo al grado de sacrificio el grado de valor de los resultados de cualquier tarea o profesión. Sea una expresión infeliz, o sea exactamente lo que piensa su autor, sea una torpeza, natural en el oficio del que escribe, o de aquellos casos en que se cree haber logrado expresar el pensamiento con fidelidad, el caso es que se puede deducir del texto total que, según el autor, los periodistas de medios estatales cubanos son los más valiosos a la vez que los más sacrificados.
Algunos de los criterios que se manifestaron inconformes con esta tesis son muy plausibles: de seguro existen periodistas de los medios llamados no estatales, lo sean de profesión o autodidactas, que no reciben pago monetario alguno, y si los dineros no recibidos son la principal medida del sacrificio, no sufran por ello. El sacrificio siempre se mide con la regla de la subjetividad.
Así como deben existir periodistas de los medios estatales que no consideran un sacrificio no migrar a medios “independientes” que les retribuya mejores honorarios. Y por cierto, aunque quizás sean menos numerosos, existen los que escriben y no reciben honorarios, ni invitaciones, ni medios logísticos, de nadie. Y en todos los casos seguramente se pueden señalar trabajos valiosos. Desgraciadamente la valía no se corresponde con el grado de sacrificio.
¿Pero qué significa la expresión “los más valiosos”?. Quizás el articulista se refiere a que son, o pueden ser, los más leídos, o en todo caso, que publican en los medios de mayor circulación en el país, y, por lo tanto, son los que más probabilidades tienen de informar, educar, influir y formar criterios en la opinión pública. Si es la idea, sólo habría que señalar su deficiente exposición, o una ambigüedad que, por lo demás, no es muy infrecuente en el estilo del autor.
Quizás lo temerario de la valoración inicial del texto de La Joven Cuba está en el hecho de que es una presunción, una mera especulación, pues a falta de una encuesta o investigación, siempre relativa al considerar el margen de error de las respuestas evasivas o insinceras, se desconocen las motivaciones éticas profundas que impulsan a los periodistas de medios de comunicación estatales cubanos a permanecer en sus medios, lo cual es algo individual. Presumir que el sacrificio consiste en que tienen la oportunidad de proponer sus trabajos a las plataformas que le pagarían más por sus servicios, es presumir que el dinero es lo que principalmente motiva a esos periodistas ya que renuncian, con sacrificio, a ello. Pero todo esto nos puede parecer muy subjetivo y es el riego que se corre cuando se deslizan fáciles generalizaciones o argumentos demasiado empíricos.
El comentario que nos interesa, es el más elaborado de Elaine Díaz Rodríguez en el intercambio de criterios. Interesante, porque está mucho mejor escrito que cualquier otro, procura analizar y exponer argumentos y, sobre todo, porque en su aparato de refutación utiliza una idea que está en el núcleo duro del debate que siempre ha existido con respecto a la prensa y el manejo de la información en Cuba: el tema de la propiedad sobre los medios de comunicación.
Elaine Díaz Rodríguez se dirige al autor mediante preguntas retóricas. Una de ellas apunta a una debilidad manifiesta del texto que examina, al interrogar retóricamente: “¿Podemos evaluar la calidad de un periodista por su pertenencia o no a un tipo de medio de comunicación que a la vez responde a una forma de propiedad, en este caso la estatal?”. Y el lector se responde NO, recordando automáticamente, entre sólo algunos ejemplos, al gran escritor peruano, al autor de Conversación en la Catedral, egregio periodista tanto como genial novelista, en tal grado eficaz, que sólo es comparable con el fervor con que fue entregando su talento a las peores causas de la derecha internacional. Y a su contrafigura, el gran Gabo, que nunca se alejó de los intereses y las causas de los pobres de la tierra y sus mejores y más indudables líderes. El gran Kapuscinsky, maestro de maestros, hizo también un excelente periodismo en medios estatales.
No hay nada que decir al respecto. Desgraciadamente el talento florece por doquier, y no basta la pasión angustiada de un Salieri para llegar al genio espontáneo de un Mozart.
La diferencia está en la motivación ética del servicio con respecto a la causa que se sirve. La diferencia está precisamente en lo que significa – y a quién ha servido – la tarea periodística de Vargas Llosa, alineada contra los intereses comunes a las grandes mayorías, renegado de sus inicios de intelectual revolucionario, devenido redomado enemigo de las causas progresistas, y aupado y privilegiado por los recursos de la derecha más notoria.
Hay que aceptar que aunque el periodista o escritor de un medio estatal no lo experimente como sacrificio, el que nace bien parado, en conseguirse lo que anhela, no tiene que invertir salud, o al menos tanta. Traducido al tema, este recuerdo de la canción de Silvio significa, ¿qué tiempo de estudio, de ocio, de recuperación de energías, tiene el periodista de un medio estatal en comparación con el que es pagado por un medio no estatal?. También seguramente ello influye, y mucho. Por cierto, el tema nos recuerda otra canción de Silvio, Canción en Harapos, pues desde la posición económica de un periodista que recibe una buena remuneración por sus trabajos en un medio no estatal, no resulta muy convincente lamentar el sacrificio de sus congéneres. Un periodista podría decir: si lamentas mi suerte, compártela, sólo así podré creerte.
Pero a continuación de la pregunta anterior, la comentarista Elaine Díaz Rodríguez hace dos preguntas al hilo:
“¿No serían los periodistas más importantes precisamente “periodistas más importantes” porque cumplen cabalmente con la función social de la prensa independientemente del medio donde se desarrolle su ejercicio? ¿Esa función social de la prensa no está ligada directamente a su rol en la sociedad más que con una forma u otra de propiedad sobre los medios de comunicación -a menos que esa forma de propiedad limite el ejercicio de la misma?”
Y allí está el núcleo del concepto que nos debe llamar la atención. La primera pregunta parte de considerar, como afirma retóricamente, que el periodismo puede cumplir una función social (función indefinida aquí) con independencia del medio, entiéndase, de su forma de propiedad. La segunda es otra forma de preguntar/afirmar lo mismo. Pero su coda final, que indica que esa función social se ejercería “a menos que esa forma de propiedad limite el ejercicio de la misma” parece un dardo dirigido contra la prensa estatal, y si es una suspicacia pensarlo, pues de todas formas habría que responder a la pregunta: ¿considera la periodista que las formas de propiedad realmente existentes ahora en Cuba detrás de los medios “independientes” no limitan el ejercicio del periodismo? (el subrayado nos pertenece).
Es significativo constatar que internacionalmente algunos medios de información que se consideran de propiedad comunitaria, algo que podríamos considerar no estatal ni privado a la vez, son medios alternativos, de limitada influencia, precisamente por sus magros recursos, proveídos por la comunidad que lo apoya, y de carácter antisistema, anticapitalistas, alternativos. Es importante señalar que ante los medios corporativos transnacionales, los medios alternativos son contestatarios del capitalismo, o tienen esa línea editorial predominante, y no resulta extraño que sus temas no tengan resonancia internacional y no disfruten de un auditorio privilegiado ni sean rápidamente replicados por la prensa monopólica mundial.
Y es mucho más importante señalar que cuando se le sigue la pista a las finanzas que sostienen a los medios “independientes” en Cuba, los hilos conducen siempre a los intereses que son afines a esos mismos medios corporativos transnacionales y que, habitualmente, sus temas son rápidamente replicados en ellos. ¿Por qué será, eh?, se podría preguntar el inocente Liborio. Es pregunta que nunca responden los “independientes” asociados a medios privados. Pero es muy conocido que los grandes mecenas, como el gran especulador Soros, financia generosamente por muchas indirectas vías tanto a medios y periodistas estatales de estados capitalistas, como a ciertas plataformas que posan de una presunta izquierda, o se mueven en aparentes centros de aparente equidistancia, algo parecido a la maniobra que consiste en financiar candidatos políticos enfrentados en el circo de las elecciones. Los caminos de la cooptación son inescrutables.
Cada vez es más evidente en este mundo que la función social de la prensa está orgánicamente enlazada, mediada y determinada por la forma de propiedad de los medios de comunicación. Y que la prensa de cualquier tipo es un ente político de primer orden. No es necesario hacer tan extensa esta nota para demostrarlo. Que esa realidad tiene muchos matices, es cierto. Que en los medios privados internacionales aparecen textos honestos de periodistas honestos que logran moverse hasta el límite de lo permitido por su línea editorial, lo es tanto como que cuando amenazan con cruzar, o cruzan, esa línea, son desactivados. Pero el tema es importantísimo en el debate cultural e ideológico cubanos, porque en el escenario de las transformaciones que se operan en Cuba, existe la intención mediática, fuertemente financiada, de sembrar la idea de que debe existir un periodismo “independiente” que no responda, o que se pueda liberar, de la forma de propiedad que lo sostenga, y si es de la estatal, mejor. Por eso este comentarista, al participar en el intercambio, solicitó una reflexión sobre esa idea específica:
“¿Cómo es que se puede probar- teórica o empíricamente- que el rol social de la prensa se pueda cumplir sin la sujeción, la dependencia y la influencia de la forma de propiedad a que responda?”
Hasta el momento de la redacción de estas líneas no se consideró digno responderla. Es frecuente que ardientes defensores de la libertad de expresión, etc. hagan mutis apenas se topan con preguntas incómodas, después de hacer cómodas afirmaciones indemostradas. Y es natural porque la pregunta apunta a un tema que derriba toda una falsa armazón teórica del pensamiento cultural hegemónico, precisamente el que suele financiar, desde muy lejos y de forma invisible, a los bienintencionados honestos “independientes”, tanto como a los oportunistas que saben bien lo que hacen y lo que cobran.
Pero al asunto de fondo, que es el que no aparece claramente tratado en el texto de Harold Cárdenas, y también el que se escamotea en el comentario cordial que lo interroga, es el que aborda, en la misma Joven Cuba, Javier Gómez Sánchez en el texto “Las Páginas de la Revolución”. Nos propone que tanto “dentro”, como “fuera” de los límites de Cuba, tanto “dentro” como “fuera” de las imprecisas y misteriosas fronteras que pueden adoptar las rutas financieras que sostienen determinados proyectos “independientes”, o los trucos para hacer indetectables las rutas del poderoso caballero internacional Don Dinero, lo cierto es que la piedra de toque es si se está a favor o en contra de la Revolución. Gómez Sánchez advierte que con el falso dualismo periodismo independiente/oficial quieren ocultar esa oposición real, y, de paso, invisibilizar los intereses, ajenos y propios, a los que realmente sirven los “independientes”, esos que nunca pueden explicar, si es que lo intentan, de quién o quiénes se consideran independientes, o cuál es esa función social a la que dicen servir. Es la simple pregunta, que no es una pregunta simple, claro está, a la que deberían responder si pretenden credibilidad.
Por Eugenio Cruz
El periodismo cubano tiene grandes problemas que no descubrió Harold Cárdenas y que mal se expresan en el batido de incoherencias que publica en La Joven Cuba. En el último Congreso, en los plenos sucesivos y en todas las reuniones de los profesionales de la prensa, se ha evaluado críticamente el sector y se ha clamado por una política de comunicación que actualice el modelo de gestión de los medios, establezca las reglas del juego con las fuentes y favorezca el mejoramiento de la infraestructura y la retribución en el sector.
Pero hay un gran problema que también se ha debatido y soslaya Harold. Junto con las carencias acumuladas –y beneficiándose oportunistamente de ellas- han reaparecido en Cuba, como el marabú, innumerables medios privados que medran con las penurias del sector, explotan al talento formado por la Revolución y canalizan salarios, becas, recepciones y viajes para el grupito de los más chillones en el coro que le canta casi exclusivamente a las desgracias nacionales y juegan al tiro al blanco contra el Partido. Una casta que vive del diagnóstico apocalíptico, es cortejada por la Embajada de los Estados Unidos y pesca lo que puede en los mares procelosos de las subvenciones para “dinamizar” el sector privado en Cuba.
El colmo de la desfachatez es que gente como esta se erija en defensa de los periodistas, mientras intenta contribuir a la desaparición de la prensa pública y se toca mensualmente con un salario diez veces superior al de un auténtico profesional de los medios en Cuba.
Si repugnante es el que vive quejándose de todo sin hacer nada por los demás –y el que no se queja ni hace nada-, lo es más el que exhíbe interesadamente y retoza con los problemas de los cubanos. Mientras existan periodistas imprescindibles que siguen creyendo en los medios públicos, es totalmente prescindible la hipocresía de un bloguero como Harold. Debería pensarlo más antes de meter sus narices en asuntos donde a él no solo no le importa la solución porque se le acabaría su negocio, sino que él es parte del problema que habrá que resolver en el futuro del periodismo en Cuba socialista.
Por Ileana González
Harold Cárdenas Lema se queja de estar desempleado, haber sido desactivado de la UJC, y no poder ingresar al PCC porque se lo impiden, estos clamores de una persona que ha ratificado públicamente su adhesión a los postulados revolucionarios, me motivaron a indagar sobre su situación.
Resulta interesante que, como afirma el cubano residente en Alemania Justo Cruz, en el artículo “¿Qué ética y cuál #revolución? , el primer link que le apareció al poner en el buscador de Google “blog El Toque”, fue “Blogs de Harold Cárdenas”.
El Toque es una plataforma holandesa perteneciente a “Radio Nederland Wereldomroep”, cuyo objetivo, según explicita en su página web son los “países donde la libertad de expresión está limitada debido a legislaciones y tabúes” (según los conceptos occidentales).
En la sección dedicada a Cuba en El Toque, se expone: “una plataforma que reúne a más de 25 jóvenes periodistas, blogueros y productores multimedia cubanos apoyados por un equipo de cinco editores y técnicos de Radio Netherlands Worldwide. Nos distinguimos por contar historias con protagonistas singulares presentados a través de recursos narrativos en formatos online y offline de esta Cuba que cambia; aquellos que transforman, que emprenden, dialogan y construyen iniciativas ciudadanas para su gente.”
Así lo resalta Cruz y se cuestiona por qué el El Toque, dedicado a Cuba, no dice abiertamente que en América Latina los países considerados por “Radio Nederland Wereldomroep” como prioritarios son Cuba, Venezuela y México.
Añade que este último país es la coartada para no caer en un vacío propagandístico. ¿Se imaginan si México, la nación donde más se asesina a periodistas en América Latina y en el mundo no estuviera en la lista?
Queda claro que el Toque es un medio hostil a nuestro proyecto social. Harold Cárdenas recibía dinero de este sitio, el que lo llegó a remunerar con aproximadamente 500 o 600 euros mensuales, solo él puede responder con exactitud.
En el 2014, se convirtió en el primer cubano en ser invitado al Programa de Liderazgo Internacional Edward R. Murrow para Periodistas en los Estados Unidos.
Según el sitio Bureau Of Educational and Cultural Affairs del Departamento de Estado estadounidense, una “prensa libre y responsable es esencial para cualquier sociedad democrática”. Cada año, más de 75 periodistas de todo el mundo son llevados a los Estados Unidos para explorar este ideal y los esfuerzos para mantener y alentar dicha libertad de expresión a través del Programa Edward R. Murrow para Periodistas: “Los participantes son profesionales emergentes en medios impresos, de difusión y digitales que vienen a los Estados Unidos para examinar los derechos y las responsabilidades de una prensa libre en una democracia, observando las prácticas operacionales, estándares e instituciones de los medios de comunicación.”
No hace falta más, es un programa de un carácter subversivo, de la derecha norteamericana. Edward R. Murrow, fue jefe de la Agencia de Información de EEUU, (USAI), no hay que explicar, mantuvo enfrentamientos con el senador Joseph R. McCarthy y su programa televisivo que dedicó a este es considerado un punto de inflexión en la campaña del Senador contra los simpatizantes del comunismo, es decir es un icono de la utilización de los medios en función de influir en la opinión pública y sus oponentes. La derecha lo utiliza como fachada en función de sus intereses.
Entonces, resulta curiosa la obsesión de Harold sobre el periodismo y la comunicación en Cuba, algunas afirmaciones que hace en su artículo “Los periodistas imprescindibles”, publicado en el blog La Joven Cuba el 31 de enero de 2017, pudieran darnos algunas luces sobre el propósito real de sus preocupaciones:
“…los reporteros de la realidad cubana tienen opciones hoy en día, todo talento que veamos en un medio estatal es un acto de sacrificio.”
“El modelo de prensa cubano sigue haciendo aguas en su configuración actual.”
“La agenda mediática oficial no es víctima de conspiración alguna, en la actualidad ni siquiera se define en una oficina concreta, debe moverse dentro de un marco de acción subjetivo construido en el tiempo.”
“La raíz del asunto es la relación prensa-partido.”
“La subordinación de los periodistas a un aparato partidista que se desgasta asumiendo un rol que no es el suyo.”
“El otro día un joven periodista me dijo que seguiría en el sistema de prensa estatal mientras tenga energías, tratando de hacer un cambio positivo desde dentro. Lo miré, admiré su disposición y envidié tal resolución. Es un imprescindible. Ojalá logre hacerlo antes que la Revolución Cubana llegue a un punto de no retorno, antes que el miedo de cambiar algunas cosas, nos lleve a perderlo todo. Los dos sabemos que ya estamos en esa encrucijada.”
Cualquier semejanza con los postulados del Programa Edward R. Murrow es pura coincidencia.
Pero existen otros puntos de contacto de Harold Cárdenas con la derecha internacional, como son su participación en el 2015 y 2016 en Los Diálogos Atlánticos, , auspiciados por el Fondo Marshall Alemán de los EE.UU. el último evento celebrado del 12 al 16 de diciembre en Marruecos, según este sitio digital con la divisa “Cambio de mapas mentales: Estrategias para un Atlántico en transición “.
Entre los temas tratados estuvo, El Desafío Populista, el cual fue presentado entre otros por Jorge Castañeda Gutman, ministro de relaciones exteriores de México durante la presidencia de Vicente Fox, de reconocidas posiciones de derecha, después de traicionar a la izquierda latinoamericana, de acuerdo con el sitio LINEA DIRECTA en su artículo FANTASMA DE LA CANCILLERÍA MEXICANA, de Gerardo Reyes Gómez publicado el 25/2/2008, fue agente de la CIA.
No olvidemos que Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales, entre otros presidentes dignos de América Latina, han sido catalogados de populistas por EE.UU. y sus aliados. Tergiversan así la esencia revolucionaria de los mismos. ¿Le interesa a Harold frenar el desarrollo de gobiernos que defienden los intereses de los oprimidos y excluidos de siempre? Si no es así, ¿a qué fue a esas reuniones?
Otros conferencistas “destacados” fueron, Kerry Buck, Embajador ante la OTAN, de Canadá, William Zartman, Profesor Emérito, SAIS Johns Hopkins University, Thomas Gomart, Director del Centro Rusia, Otaviano Canuto, Director Ejecutivo, Grupo del Banco Mundial; Katherine Almquist Knopf, Directora del Centro de Estudios Estratégicos de África, Departamento de Defensa de los Estados Unidos, Michael Franken, Vicealmirante, Adjunto del Comando de Operaciones Militares, de los Estados Unidos en África, entre otros. ¿Buenos profesores y paradigmas para Harold?
Según su página oficial, El Fondo Marshall Alemán de los Estados Unidos fortalece la cooperación transatlántica en los desafíos y oportunidades regionales, nacionales y mundiales en el espíritu del Plan Marshall.
Como se conoce el Plan Marshall, fue el Programa de Reconstrucción Europeo anunciado por el entonces secretario de estado norteamericano George Marshall en 1947, que tenía entre sus objetivos impedir la insolvencia europea que hubiera tenido nefastas consecuencias para la economía norteamericana, prevenir la expansión del comunismo en Europa y crear una estructura que favoreciera la implantación y el mantenimiento de regímenes “democráticos” en la Europa de aquellos tiempos.
Harold participa en eventos de la derecha internacional que tienen como principios combatir el socialismo, única alternativa viable para enfrentar el capitalismo, norteamericanos y aliados lo saben. Buscan además favorecer la implantación de regímenes “democráticos”, léase afines con los intereses de USA.
No quiere que le den baja de la UJC y lo admitan en el PCC. Paradojas.
Los que lo aúpan lo conocen bien, saben de su egolatría y la alimentan, así Radio Canadá, acude a entrevistarlo, lo llena de calificativos que lo hacen delirar de autosuficiencia destruyendo la imagen de “humilde revolucionario” que se ha querido construir, y en un arranque de deliriums tremens plantear que la relación del pueblo con Fidel no es racional, sino puramente emocional, intentando deslegitimarla, Harold Cárdenas sabe muy bien lo que significa ese juego de palabras, que solo le sirvió para dejar al descubierto su falsedad.
Quedan muchas interrogantes sin responder, entre ellas, ¿si Harold es seleccionado y participa en programas de la derecha internacional, para que tanta hojarasca por la desactivación de la UJC o ingresar al PCC?, no especulo, dejo a él la respuesta.